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La virtud de la hegemonía americana . |
Artículo publicado en Cuadernos de Pensamiento Político nº 1 Págs. 161 a 174, Madrid, Octubre, 2003. El autor es el principal asesor en temas estratégicos e internacionales del ex Presidente del Gobierno Español José María Aznar . |
Introducción
Las nuevas condiciones de la seguridad
La voluntad de América
No hay alternativas a los Estados Unidos
Un imperio post-imperial
Introducción
Este texto se basa en dos premisas íntimamente interrelacionadas: la primera, que allí donde los Estados Unidos de Norteamérica han intervenido con todo su poder y voluntad han tenido éxito y la situación resultante siempre ha sido mejor que lo que había antes de su actuación, e infinitamente mejor que si no hubieran intervenido. Nadie echa de menos hoy a Noriega en Panamá, por ejemplo; la segunda, que lo malo de Estados Unidos no es que sea hoy un imperio –aunque se trate de un imperio post-moderno o post-imperial- sino que no quiera serlo, pues el mundo se enfrenta a una serie de amenazas, riesgos y problemas cuya única perspectiva de solución sólo puede venir de la mano de los americanos. Eso sí, si de verdad se comprometen con una gestión directa y sostenida del nuevo entorno de seguridad global.
Lo bueno del nuevo imperio americano es que se trata de una entidad no construida sobre ganancias territoriales ni necesariamente sobre la coerción y el gobierno directo de la metrópoli sobre sus provincias o colonias, sino que se fundamenta sobre valores, actitudes y una visión concreta del futuro del mundo. Y, en ese sentido, las fronteras de este imperio no tienen por qué coincidir automáticamente con las fronteras nacionales de Norteamérica, al contrario. Todos aquellas naciones en sintonía, like-minded como dicen los anglosajones, son parte intrínseca de este nuevo universo político-estratégico.
De lo que se trata, por lo tanto, de asegurar que la voluntad americana de asumir su responsabilidad global, como protector de la estabilidad y la seguridad, como impulsor de la libertad de comercio y como inspirador de la democracia y el buen gobierno, va a seguir siendo una parte sustancial de su proyecto político de futuro. Ponerle freno y cortapisas a los Estados Unidos, en ausencia de una alternativa no sólo realista, si no mejor, es condenarnos a vivir en un mundo peor, más pobre y más peligroso para todos.
Continúa
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Rafael L. Bardají , 20/05/2004 |
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