Una nueva oportunidad histórica, bases para una alternativa política.

 


Texto completo de las exposiciones de Jorge Raventos, Pascual Albanese y Jorge Castro, en la última reunión mensual del centro de reflexión para la acción política Segundo Centenario, que tuvo lugar el pasado martes 4 de mayo en el Hotel Rochester
Jorge Raventos

Jorge Castro

Pascual Albanese

Pascual Albanese

Los grandes movimientos nacionales, el peronismo por supuesto, están obligados a hacerse cargo de los resultados de las transformaciones estructurales que protagonizan. Esto, que pareciera ser una cuestión de sentido común, es algo históricamente poco frecuente. Cito al pasar cuatro casos.

En Bolivia, el Movimiento Nacionalista Revolucionario, que lideraba Víctor Paz Estensoro, fue capaz en la década del 50 de producir la revolución boliviana , la reforma agraria y la nacionalización de las minas, y en la década del 80, con Víctor Paz Estensoro y Gonzalo Sánchez de Losada primero como Ministro de Economía y luego en su primer mandato como presidente, impulsar la apertura económica internacional y la privatización de las minas que habían nacionalizado en la revolución del 52. Sin embargo, hoy, el Movimiento Nacional Revolucionario de Bolivia es incapaz de encarnar la continuación de esas reformas que realizó.

En la India, el Partido del Congreso, que a fines de la década del 40 fue el partido de la independencia de la India, del comienzo de una vida independiente y democrática de uno de los países mas populosos de la Tierra , y que en la década del 90 comenzó un proceso de apertura económica, perdió el gobierno. En México, el Partido Revolucionario Institucional, el partido de la revolución mexicana de la década del 10, el partido que nacionalizó el petróleo con Lázaro Cárdenas en la década del 30, es el mismo partido que en la década del 80, de la mano de Luis Salinas de Gortari produce el acercamiento a Estados Unidos, la reforma económica y la integración en el NAFTA, pero que en el transcurso de este proceso pierde el gobierno y, por ahora, no ha podido recuperarlo.

Es en la Argentina, el peronismo, el movimiento revolucionario que ha cambiado dos veces la historia, entre 1945 y 1955, de la mano del general Perón, y entre 1989 y 1999, de la mano de Carlos Menem, no ha podido asumir las consecuencias de las reformas realizadas en la década del 90 y ésta es, tal vez, la causa principal, no el gobierno de la Alianza , de la crisis económica y política que padece la Argentina desde 1999 en adelante.

Hay en este proceso una excepción muy particular, que tiene mucha importancia citarla en este caso en función de los que en principio comentó Jorge Raventos: el Partido Comunista Chino, que asumió el poder en 1949, que también realizó dos grandes transformaciones revolucionarias, la primera de ellas de la mano de Mao Tse Tung y la segunda a partir de las reformas impulsadas en 1979 de la mano de Deng Xiaoping, para generar estos 25 años de crecimiento económico, y que no sólo que no ha perdido el poder, sino que tiende a ampliar y fortalecer sus bases de sustentación política.

Vale esta mención porque ustedes recordarán que hace seis meses la Asamblea Nacional China le dio cabida a la “teoría de las tres representaciones” , impulsada por el anterior Primer Ministro Jiam Zemin, que establece que el Partido Comunista Chino no solo tiene que expresar los intereses de las masas populares, obreras y campesinas, sino que también tiene que asumir la representación de las “fuerzas económicas de avanzada”, que constituyen en realidad esa nueva burguesía emergente e internacionalmente competitiva, y tenía que representar también a lo que se llamaba las “fuerzas culturales de avanzadas”, es decir, a los trabajadores de la sociedad del conocimiento. De hecho son más de 100.000 empresarios chinos afiliados al Partido Comunista y, por primera vez en la historia, hay representación empresaria en el Comité Central del Partido Comunista.

Hoy en la Argentina tenemos nuevamente que discutir un proyecto. Por eso, la tarea de conformar ese bloque histórico, absolutamente necesario para salir de la crisis y para aprovechar esta oportunidad que el país tiene por delante, no demanda únicamente la articulación entre el peronismo y esta nueva burguesía nacional internacionalmente competitiva, sino que requiere la participación activa de aquello que, en el lenguaje del Partido Comunista Chino, serían las “fuerzas intelectuales avanzadas”, base de la sociedad del conocimiento, y en particular aquello que se ha caracterizado hace muchos años como la “intelectualidad orgánica”, encargada de llevar adelante la acción política en la dimensión absolutamente esencial que Perón, en su último discurso en el Congreso Nacional el 1° de mayo de 1974, hace ya 30 años, definiera acertadamente como “la lucha por la idea”.

Desde esta perspectiva, lo importante que debemos rescatar es que la formación de este bloque histórico supone la vinculación entre estos tres componentes imprescindibles: el peronismo como poder político, principal garantía de gobernabilidad en Argentina, la burguesía nacional internacionalmente competitiva, surgida principalmente de las reformas estructurales realizadas en la década del 90, y las fuerzas culturales avanzadas que tienen la obligación de librar la batalla cultural y política necesaria para convertir en sentido común esta propuesta para la Argentina.

Las oportunidades se aprovechan o se desperdician. Este es el punto donde estamos parados. Este es el punto en que hoy hacemos la presentación de este documento de trabajo, que ponemos a disposición de todos ustedes, con la intención de abrir una amplia y necesaria discusión política.

Entendemos que el punto de partida político es la reunificación del peronismo, más allá de sus distintas corrientes internas y de sus actuales liderazgos territoriales. Porque para gobernar exitosamente no alcanza con tener el apoyo de la opinión pública, cuya volatilidad es sobradamente conocida en la Argentina. Tampoco se suficiente con la articulación de de acuerdos políticos transversales que en algunas ocasiones pueden resultar necesarios, en otras útiles y en otras totalmente contraproducentes. Lo fundamental es contar con una fuerza política organizada y desde allí desarrollar una política de unidad nacional. A partir del colapso del gobierno de la Alianza, en la Argentina esta característica remite directamente al peronismo. En las actuales circunstancias, si el peronismo no consigue volver a funcionar como un actor políticamente unificado algo que no ocurre aproximadamente desde 1998, será imposible consolidar una masa critica de poder político suficiente como para aprovechar la oportunidad.

Es imprescindible, desde esta perspectiva, encarar la situación interna que llevó al peronismo, por primera vez en su historia, a concurrir en las últimas elecciones presidenciales con tres fórmulas presidenciales distintas. En términos políticos, la profundización de la fractura del peronismo es sinónimo de una inevitable crisis de gobernabilidad. Para no lamentarse tardíamente con sus consecuencias, como ya sucediera en diciembre de 2001, conviene anticiparse a los acontecimientos. Perón decía: “el que no tenga cabeza para prever, deberá tener espalda para aguantar”. Esto requiere empezar a actuar ya mismo, con prudencia pero también con firmeza.

En la Argentina de hoy, y a esto nos referíamos en la reunión anterior de Segundo Centenario, el punto central de la situación política es la relación entre el peronismo y el gobierno de Kirchner. Porque, como decíamos al principio, es el peronismo y su reunificación la condición política para salir de la crisis y aprovechar la oportunidad que la Argentina tiene por delante.

En este contexto. pasan cosas todos los días, cosas producidas por el gobierno y cosas producidas por el peronismo. Desde el gobierno, lo que se impulsa es una política tendiente a profundizar este esquema llamado de “transversalidad”, cuya expresión fotográfica se dio en esta última reunión en la Casa Rosada con Kirchner y el intendente de Córdoba, Luis Juez, el intendente de Rosario, Lichwitz, y el ex candidato a gobernador de Santa Fe por el FREPASO, Hermes Binner, y el Jefe de Gobierno porteño Anibal Ibarra.

Desde el lado del peronismo, se advierten otras expresiones, después de la eclosión que significó el Congreso de Parque Norte el 26 de marzo pasado. Muy a vuelo de pájaro, podemos citar cuatro o cinco ejemplos. El primero de ellos fueron las impresiones de Eduardo Duhalde y de la Sra. De Duhalde en relación a los juicios iniciados contra el ex presidente Carlos Menem. Ambos anotan que probablemente nos encontremos no ante un caso de judicial normal, sino ante un caso de persecución política, algo que para muchos puede resultar obvio, pero que en boca de Duhalde y su esposa tiene una significación política de otras características. En esas mismas declaraciones, Duhalde se refería a que Argentina todavía no es “confiable” , algo que fue dicho antes todavía de que la ruptura del Protocolo de Integración Energética con Chile, que agrega un factor más, y no más chico, a la historia de incumplimiento de contratos en la Argentina de los últimos tiempos.

Inmediatamente después de las declaraciones de los Duhalde, podríamos citar, por ejemplo, el seminario que se llevó a cabo el viernes pasado en el Congreso Nacional, convocado por el senador Antonio Cafiero, para conmemorar el 30° aniversario del discurso del general Perón el 1° de Mayo ante el Congreso Nacional y en particular la definición de los que fue el Modelo Argentino para el Proyecto Nacional. Porque ese 30 de abril en ese seminario en el Congreso Nacional, con independencia de sectores internos del peronismo, nos encontramos ante un evento en el cual no hubo representación del gobierno nacional. Hubo sí una apertura de Antonio Cafiero, un cierre a cargo del vicepresidente Daniel Scioli y varios discursos, entre ellos el del gobernador de Santa Fe, Jorge Obeid.

Cito esto porque al día siguiente, sábado 1° de mayo, en la ciudad de Santa Fe, hubo un acto para la inauguración de las habituales sesiones legislativas ordinarias. Habló, como corresponde, el gobernador Obeid, quien en su discurso hizo una encendida defensa del rol cumplido por el gobernador Reutemann en relación a las inundaciones, en clara colisión con la interpretación que el gobierno nacional había realizado sobre la ayuda del poder central en esas circunstancias. Y agreguemos también un hecho inusual en ese acto: al lado del gobernador Obeid estaba el vicepresidente Scioli.

Por si esto no alcanzara para caracterizar a este hecho como políticamente significativo, tenemos que añadir que, en la puerta de la Legislatura, un grupo de militantes peronistas, cantaba un slogan: “Y ya lo ve, y ya lo ve, es para Kirchner que lo mira por T.V.”. Esto fue el sábado 1° de mayo. Hoy es martes 4. Ayer, el lunes 3, en San Vicente, en la residencia del doctor Duhalde, hubo una reunión, precedida por un almuerzo, en que estaban Duhalde, el gobernador de Córdoba, José Manuel De La Sota, Obeid, el vicepresidente Scioli, el presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Camaño. Después, por la tarde, fueron llegando más dirigentes peronistas , entre otros Cafiero, Hugo Curto y otros. Esta mañana, Cafiero dio una interpretación de lo que había sucedido en esa reunión. Señaló que, a su juicio, la idea de la “transversabilidad”, que según él era acariciada por un sector del entorno presidencial, era rechazada por el peronismo y estaba más asociada con la visión de la socialdemocracia más que con el peronismo.

Al señalar todos estos hechos, registrados con tan poca diferencia de tiempo, uno puede darse una cierta idea de cómo y hasta qué punto comienzan a darse, con todas las contradicciones propias de este proceso, una suerte de reagrupamiento político dentro del peronismo que, a nuestro juicio, es una condición indispensable para avanzar en la conformación de este bloque histórico necesario para aprovechar las oportunidades histórica que se presenta para la Argentina. Con un apartado más a esto, y es que en las actuales circunstancias, hay que decir que esta lucha por la reunificación del peronismo demanda también, a nuestro juicio, la defensa del gobierno provincial del San Luis, atacado no por sus errores sino por sus aciertos, en tanto y en cuanto esa ofensiva sí condice políticamente con la estrategia de la “transversalidad” que habita, según el doctor Cafiero, en un sector del entorno presidencial y no coincide en absoluto con las necesidades que tiene el peronismo de asumir su condición de actor político unificado.

Todo esto se produce en un contexto donde no pueden pasar desapercibidos hechos que no suceden dentro del peronismo, pero que tienen una importancia en su desarrollo interno, como el éxito de la segunda movilización del Sr. Blumberg, esta vez frente al Palacio de Tribunales, cuando todos los pronósticos anunciaban fracaso, y - en segundo lugar - la información que brinda la Universidad Di Tella acerca de que, en el mes de abril, el índice de aprobación del gobierno cayó un 15% con respecto al mes de marzo y, a su vez, la imagen presidencial haya caído en ese lapso un 21%.

En este marco, hay dos precisiones adicionales que en las actuales circunstancias políticas adquieren mucha importancia. La primera precisión es que esta reunificación del peronismo no se logrará mirando por el espejo retrovisor, cualquiera fuera, sino sobre la base de un proyecto en común, anclado en el presente, pero orientado hacia el porvenir.

La segunda de esas precisiones es que lo contrario de una estrategia política de confrontación permanente, basada en un jacobinismo ideológico, no puede ser nunca un jacobinismo de signo ideológicamente inverso, sino una política de unidad y de integración nacional, volcada al mundo. Este es el sentido fundamental de este documento de trabajo, titulado “Una nueva oportunidad histórica”, que hoy ponemos a disposición de todos ustedes.
Jorge Raventos, Pascual Albanese, Jorge Castro , 27/05/2005

 

 

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