Globalización y justicia social . El peronismo en el siglo XXI .

 


Texto completo de los discursos pronunciados por Pascual Albanese, Jorge Castro y Carlos Saúl Menem en el acto de presentación del libro "GLOBALIZACIÓN Y JUSTICIA SOCIAL. El peronismo en el siglo XXI", que tuvo lugar el pasado martes 8 de abril.
DISCURSO DEL DR. CARLOS SAÚL MENEM

Cuando Sócrates le pregunta al joven ateniense Alcibíades cuál debe ser la virtud del político, éste le responde : "la virtud del político es prever". Desde aquel enunciado, formulado hace 2.500 años en la cuna de la democracia, lo político quedó definitivamente vinculado al pensamiento estratégico, a una visión acertada del presente y del porvenir.

Cuando en julio de 1989 nos tocó asumir por primera vez la conducción de una Argentina en ruinas, lo hicimos munidos de una convicción fundamental: el mundo cambiaba a pasos acelerados y la Argentina tenía que colocarse a tono con los nuevas circunstancias internacionales. Había que subirse al tren de la historia. Porque sabíamos que, como nos enseñó el general Perón, "en política, quien no tenga cabeza para prever, tendrá que tener espaldas para aguantar".

El tiempo no tardó en darnos la razón. Tres meses después de haber asumido el gobierno, caía el muro de Berlín, que durante décadas había constituido el símbolo físico de la guerra fría. Dos años más tarde, desaparecía la Unión Soviética. Estados Unidos emergía como la superpotencia triunfante. El autoritarismo político y el estatismo económico se batían en retirada en todas partes. La democracia y la economía de mercado se expandían como una mancha de aceite por el mundo entero. La revolución tecnológica y la globalización económica imponían su sello a una nueva época histórica de la Humanidad.

Todo lo que hicimos en esos diez años de grandes realizaciones puede sintetizarse en dos logros fundamentales. En primer lugar, rescatamos al país de una crisis terminal, provocada por el colapso hiperinflacionario y por la desintegración del poder político. En segundo lugar, una vez superada esa emergencia, insertamos exitosamente a la Argentina en este mundo globalizado. Porque aquí también habíamos aprendido del general Perón, quien hace más de treinta años ya nos decía que " la política puramente nacional es ya una cosa casi de provincias. Hoy todo es política internacional, que se juega adentro y afuera de los países".

En 1944, Perón creó el Consejo Nacional de Postguerra, que fue el organismo que elaboró la visión estratégica y los planes de gobierno que luego puso en marcha a partir de 1946. En diciembre de 1997, nosotros creamos la Secretaría de Planeamiento Estratégico de la Presidencia, que pusimos a cargo del doctor Jorge Castro, con la misión de elaborar las políticas de mediano y largo plazo que habrían de completar la etapa de transformación que iniciáramos en 1989. Lamentablemente, el gobierno de la Alianza disolvió a esa Secretaría de Planeamiento Estratégico, tal vez porque, como le ocurrió con tantas otras cosas, no tenía ni la menor idea de lo que se trataba.

Pero, afortunadamente, el doctor Castro y su equipo de colaboradores, encabezado por Pascual Albanese, continuaron desarrollando durante los tres últimos años, en constante comunicación conmigo y bajo mi directa supervisión, la tarea que les fuera encomendada oportunamente. Y este libro que presentamos hoy representa la síntesis de un trabajo de elaboración que establece con claridad las grandes prioridades estratégicas para la Argentina de los próximos años.

Porque una vez más, a partir del próximo 25 de mayo, nos tocará asumir, al igual de lo que nos sucediera en el 89, una doble responsabilidad. Por un lado, tendremos que volver a rescatar a la Argentina de una situación de emergencia, tan o más grave que la que enfrentamos y resolvimos desde julio de 1989. Por el otro, tendremos también que proyectar una transformación de fondo, a partir de una visión estratégica renovada, que sea acorde con las exigencias que nos plantea este nuevo siglo.

SALIR DE LA EMERGENCIA

Una crisis política exige, en primer lugar, una respuesta política. Por ello, la prioridad absoluta en la Argentina de hoy es la inmediata reconstrucción de un fuerte poder político, fundado en la legitimidad democrática, que sea capaz de garantizar la gobernabilidad del país.

En el corto plazo, la recreación de la gobernabilidad está indisolublemente unida a la recuperación inmediata y la defensa a ultranza de la estabilidad monetaria, para poner término a la incertidumbre que genera esta Argentina devaluada y sin rumbo.

Porque la estabilidad monetaria, como se comprobó en la década del 90, no solo constituye un factor indispensable para el restablecimiento de la confianza nacional e internacional. Tiene también una profunda dimensión social. Implica la preservación del poder adquisitivo del salario de los trabajadores, del ingreso de los jubilados y del precio de los alimentos básicos de consumo de los sectores más humildes de la sociedad.

En este punto, la prioridad es una reforma monetaria orientada hacia el establecimiento de una moneda fuerte. En términos inmediatos, esa alternativa constituye una respuesta efectiva y contundente a la crisis de confianza.

En términos estratégicos, la moneda fuerte representa también la adecuación estructural de la Argentina a la tendencia hacia la globalización monetaria, que se caracteriza por el surgimiento de monedas mundiales. Se trata, aquí también, de adelantarse al curso de los acontecimientos. Como decía Charles De Gaulle, "la política es el arte de conducir lo inevitable".

Pero la existencia de una moneda fuerte tiene además un profundo sentido social. Más aún, es un instrumento de justicia social. Porque termina con el dualismo monetario, que favorece a los sectores más pudientes, que pueden colocar sus activos en dólares, y perjudica a los sectores socialmente más postergados, que viven en pesos y son siempre los más golpeados con la devaluación de la moneda argentina.

A la par que la reforma monetaria, resulta indispensable poner en marcha una amplia reforma financiera. Ningún sistema económico puede vivir sin bancos. Hay que reconstruir el sistema financiero, de modo de permitir que en la Argentina vuelva a existir el crédito.

Esto requiere impulsar una reforma integral del actual régimen legal de entidades bancarias, que incentive la utilización de la formidable solvencia de las casas matrices de los bancos transnacionales como garantía para la recuperación de la confianza en el sistema financiero argentino.

Esa recreación de la confianza nacional e internacional indispensable para salir de la crisis demanda, además del afianzamiento de la gobernabilidad y de la recuperación de la estabilidad monetaria, la creación de otras dos condiciones básicas. En primer lugar, es necesaria una transformación a fondo del Estado y del conjunto de las instituciones públicas argentinas, en primer lugar en materia de descentralización política y de responsabilidad fiscal. En segundo término, corresponde encarar una política firmemente orientada hacia la reinserción internacional del país.

El afianzamiento de la gobernabilidad, la recuperación de la estabilidad monetaria y del funcionamiento del sistema financiero, la reinvención del Estado y la reinserción internacional son cuatro condiciones básicas para enfrentar y resolver la crisis, pero requieren una quinta condición igualmente importante: la preservación por todos los medios de la paz social.

Este objetivo irrenunciable implica, antes que nada, la implementación de medidas urgentes para atender la emergencia social. Hay que constituir una amplia Red Nacional de Solidaridad Social, con la participación de la Iglesia Católica, de las demás confesiones religiosas, de los sindicatos, de las cámaras empresarias y de las decenas de miles de organizaciones no gubernamentales que canalizan las inagotables energías creadoras del pueblo argentino. La prioridad fundamental es la resolución inmediata del problema del hambre y de la desnutrición infantil. No puede haber hambre en el país de los alimentos.

En segundo término, la paz social requiere también el restablecimiento de la seguridad y el orden público, sobre la base de la restauración de la autoridad del Estado y del estricto cumplimiento de apotegma de Perón, que señalaba "dentro de la ley todo, fuera de la ley, nada".

A partir de estos lineamientos básicos, es posible desarrollar los puntos centrales de un plan de gobierno orientado a generar una drástica reversión de las expectativas negativas sobre la Argentina. Esto nos permitirá recrear el círculo virtuoso del consumo y la inversión productiva, para retomar la senda del crecimiento económico, requisito insustituible para avanzar en el camino de la justicia social.

PRIORIDADES ESTRATÉGICAS.

El peronismo es una gran fuerza política revolucionaria. Como tal, es capaz de enfrentar y dar respuesta a los desafíos propios de cada época. No miramos hacia atrás. Miramos siempre hacia adelante. Así como en 1989 no nos quedamos aferrados a lo que hicimos a partir de 1945, en el 2003 tampoco nos vamos a quedar atados a aquello que realizamos a partir de 1989.

Porque no se trata solamente de salir de esta tremenda catástrofe económica y social. Tenemos que proyectar la Argentina hacia adelante. Hay que definir las grandes prioridades estratégicas que habrán de guiar el rumbo de la Argentina de los próximos años.

La primera de estas grandes prioridades estratégicas es el acceso de la Argentina a la sociedad del conocimiento. En el mundo de hoy, la diferencia entre la inclusión y la exclusión social estará dada cada vez más determinada por la capacitación, por parte de toda la sociedad, en el uso de las nuevas tecnologías derivadas de la revolución en el terreno de la informática y las telecomunicaciones.

Así, para la Argentina, el ingreso a este nuevo mundo del conocimiento será la herramienta principal para la integración social de nuestra Patria, en el terreno de la lucha contra el desempleo, la pobreza y la marginalidad social.

Ello requiere abandonar el concepto de educación como una etapa de la vida, para concebir a la educación como una dimensión permanente de la existencia humana.

En lo inmediato, se trata de impulsar un salto cualitativo en los actuales niveles de capacitación y de formación profesional del conjunto de la fuerza de trabajo de la Argentina, para adecuarlos a las exigencias cada vez más apremiantes del sistema productivo.

Por eso hablamos de un Plan Nacional de Alfabetización Informática, enderezado a posibilitar el acceso a las nuevas tecnologías de la información a los argentinos de todos los sectores sociales y de todos los rincones geográficos del país.

La segunda de estas prioridades estratégicas es la revolución de los alimentos, orientada a un constante esfuerzo de mejoramiento de la productividad, para convertir en nítidas ventajas competitivas a las inmensas ventajas comparativas que en este terreno tiene la Argentina.

Tenemos que aprovechar la circunstancia de que el gigantesco proceso de industrialización que protagonizan actualmente los países del área Asia-Pacífico, empezando por China, crea un nuevo mercado que abre formidables posibilidades para las exportaciones de las economías regionales argentinas.

En tal sentido, tenemos que avanzar en las obras de infraestructura necesarias para impulsar una Argentina bioceánica, con múltiples salidas al Océano Pacífico a través de Chile, y para ampliar sustancialmente la frontera agropecuaria del país, de modo de incorporar otras diez millones de hectáreas a la actividad productiva, para generar allí millares de nuevos emprendimientos, que puedan proporcionar trabajo a varios centenares de miles de compatriotas.

La tercera de estas prioridades es el avance en la descentralización política, que supone avanzar en la regionalización del país y propender a una progresiva transferencia de poder desde el Estado Nacional hacia las provincias, hacia los municipios y hacia las propias organizaciones sociales.

En este sentido, el principio rector es llevar lo más cerca posible de la base el poder de decisión sobre los asuntos concernientes a cada sector y a cada comunidad local. Se trata de impulsar una verdadera profundización de la democracia, reinstaurada para siempre en la Argentina a partir de 1983, a través de una amplia reformulación del sistema institucional y político del país.

Esta es la única manera efectiva de avanzar en el camino de las denominadas reformas de segunda generación, en especial a las relacionadas con la educación, la justicia, la seguridad, la salud pública y la acción social.

En última instancia, estamos planteando la construcción de la comunidad organizada del siglo XXI, que como nos decía el general Perón se basa en la conjunción entre "un gobierno centralizado, un estado descentralizado y un pueblo libre".

En cuarto lugar, la plena inserción de la Argentina en la nueva sociedad mundial, a partir de su transformación económica y de un decidido protagonismo en el sistema mundial.

Desde ese gigantesco logro histórico que significó la puesta en marcha del MERCOSUR y la asociación con Chile, que constituyó la realización del proyecto del ABC planteado por Perón en la década del 50, tenemos que avanzar hacia la configuración de una amplia asociación de libre comercio de toda América.

Esto pondrá en juego la propia fortaleza del MERCOSUR, cuyo eje es la alianza estratégica entre la Argentina y Brasil. Juntos, ambos países tenemos que afrontar la más trascendente negociación para nuestro destino como naciones dentro de la nueva sociedad mundial: el acuerdo con el NAFTA, en especial con los Estados Unidos, para poner en marcha el más dinámico espacio económico integrado a la economía global. Completaremos así la fase del continentalismo. Como decía el general Perón en 1953, una América unida "desde el Artico al Antártico".

De esta forma, la Argentina podrá estar presente en la gran discusión del mundo del siglo XXI, que es la discusión referida a las reglas de juego y el sistema de poder de esta nueva sociedad mundial que emerge hoy a escala planetaria.

Para el justicialismo, la sociedad mundial no puede ser sinónimo del predominio de los países más poderosos. Desde la Argentina, buscamos construir un poder suficiente como para encarar la vasta tarea histórica orientada hacia la democratización del sistema de poder de esta nueva sociedad mundial.

Somos un país que tiene un mensaje propio que trasmitir al mundo. Por eso queremos tener voz y voto en la discusión sobre los valores y el sistema de poder que habrá de configurarse en este mundo que viene.

GLOBALIZACIÓN Y JUSTICIA SOCIAL

El título de este libro que presentamos hoy, "Globalización y Justicia Social ", sintetiza acabadamente el núcleo de nuestra visión sobre el presente y el futuro de la Argentina. Porque ese título alude con exactitud al centro mismo de la problemática que la Argentina y el mundo tendrán por delante en los próximos años.

La globalización es una realidad propia de nuestro tiempo. La justicia social es la impronta que el peronismo pretende imprimir a esta nueva época histórica.

Una vez más, vamos a volver a cambiar la historia. Sabemos perfectamente qué hacer, sabemos muy bien cómo hacerlo y sabemos también con quiénes vamos a hacerlo.

Faltan sólo diecinueve días para el 27 de abril. Ese día callarán los opinadores y hablarán las urnas. Desde aquí, quiero convocar a todos para realizar el último esfuerzo para alcanzar la victoria definitiva. A trabajar barrio por barrio, casa por casa, voto por voto. A llevar nuestro mensaje de esperanza hasta el último rincón de la Argentina.

Muchas gracias, que Dios los bendiga, los abrazo sobre mi corazón.
Carlos Saúl Menem , 11/04/2003

 

 

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