DE CRISIS POLÍTICA A CRISIS DEL ESTADO NACIONAL

 


Texto de las exposiciones de Jorge Raventos , Pascual Albanese y Jorge Castro en la primera reunión mensual del ciclo 2003 del centro de reflexión para la acción política Segundo Centenario, llevada a cabo el día 3 de marzo de 2005
JORGE CASTRO

En Bolivia, Santa Cruz de la Sierra conmemoró la fecha nacional, el aniversario de la declaración de la independencia de España. Hubo, sin embargo, en esta conmemoración histórica una novedad: esta vez, la conmemoración no fue la de la independencia de Bolivia en 1825 de las autoridades españolas, sino que conmemoraron exclusivamente la independencia declarada ese día por Santa Cruz de la Sierra.

En el sur de Perú se produjo una insurrección cívico-militar encabezada por dos figuras del ejército peruano, los hermanos Zumaga, un teniente coronel y un mayor del ejército peruano que se identifican con una visión y una propuesta nacionalista, étnica, esto es indigenista y “bolivariana” o, lo que es lo mismo, muestran su adhesión al presidente venezolano, el comandante teniente coronel de paracaidistas Hugo Chávez. La insurrección que llevó a la captura de una ciudad de cierta importancia en los Andes del sur peruano fue uno de los acontecimientos más previsibles, más anunciados y más conocidos de la vida política y cívica peruana. Dos meses antes, los medios de comunicación de Lima, de Arequipa, informaban hasta en los detalles la acción insurreccional que estaba en marcha, encabezada por los hermanos Zumaga. El Ejército peruano nada hizo, los organismos de inteligencia del Perú no actuaron. Simplemente, en una madrugada esta organización insurreccional militar-cívica se apoderó de una ciudad del sur peruana.

Son tres también los municipios del sur de Perú que, después de que Santa Cruz de la Sierra declaró su autonomía, han reclamado un régimen semejante respecto a Lima. Exigen la constitución de autoridades propias que ejerzan plenamente la soberanía. Entre ellos, está el principal distrito peruano vecino a Bolivia, que es Puno.

América del Sur es un sub sistema político en el sistema de la política mundial. Esto que significa que cuanto un acontecimiento de relevancia ocurre en uno de los países principales del sub sistema, luego se reproduce inexorablemente en el resto. Doce presidentes constitucionales no terminaron su mandato en América del Sur desde los últimos 15 años, crisis de gobernabilidad que parece haber mudado, adquirido una nueva forma y, en vez de arrasar simplemente en el terreno del sistema político, se ha profundizado, ahora golpea directamente la estructura de los estados nacionales.

En realidad, en el conocimiento político es más importante, más esclarecedor el intento de comprender las excepciones que las reglas. Lo nuevo en el conocimiento político aparece no tanto en aquello que confirma una regla preexistente, sino en la anomalía que la discute. La anomalía en América del Sur no son los presidentes constitucionales que caen ante situaciones de crisis de gobernabilidad que les resulta imposible resolver. La anomalía en América del Sur es que existen algunos países donde esta crisis recurrente de gobernabilidad no tiene lugar. La regla en América del Sur es Bolivia, es Perú, es Venezuela, es la Argentina. La excepción en América del Sur es Chile, es Uruguay, en los últimos 10 años es Brasil. Estos son los países excepcionales en el sentido estricto y técnico de la palabra.

Ahora, ¿cuál es la característica que tienen estos países excepcionales, éstos que son la excepción de la regla en América del Sur ? Pareciera que hay en estos tres países un elemento común y es que, por debajo de los sistemas políticos tan débiles como el resto de la región, tan vulnerables como los restantes integrantes del sub sistema denominado América del Sur, hay acuerdos nacionales, esto es sistemas deliberadamente creados por el consenso de los actores políticos y sociales destinados a encontrar fundamentos comunes y límites en los conflictos.

Hoy asumió en Uruguay Tabaré Vázquez. Los medios de comunicación dicen que es el primer presidente de izquierda o centro izquierda en la historia de Uruguay. En realidad, es el segundo presidente. El primero es José Batlle y Ordóñez, el creador del batllismo, del Uruguay moderno, el Uruguay laico, el de las leyes sociales, profundamente anticlerical. Hoy asumió Tabaré Vázquez y hace dos días Tabaré Vázquez convocó a los dirigentes del Partido Blanco y del Partido Colorado, a Julio María Sanguinetti, con la intervención del presidente actual Jorge Batlle, a Luis Lacalle Herreras, a firmar un acuerdo nacional que establece reglas de consenso entre la totalidad de las fuerzas políticas de Uruguay.

En Chile ocurre lo mismo, sólo que en Chile el acuerdo nacional es más antiguo y abarca fundamentalmente no sólo a los partidos políticos, tanto de la Concertación demócrata cristiana - socialista como de la oposición de centro derecha, sino que abarca fundamentalmente a los sectores emprsarios y a las Fuerzas Armadas. Por eso es que Chile es el país de la previsibilidad y de la continuidad, porque por abajo del sistema político, un sistema político que experimentó una catástrofe institucional, una guerra civil en todos los términos como fue la gran crisis de 1973 que terminó con el suicidio del presidente Salvador Allende y con la ejecución desaparición de al menos 3000 personas, hay un acuerdo nacional.

Los elementos del pacto nacional en Chile son, primero, la profunda, absolutamente acordada continuidad de la política económica iniciada por el gobierno militar, de apertura de la economía, desrregulación generalizada, inserción en las corrientes de fondo de la economía mundial en su etapa de globalización, privatización y desregulación generalizada. A la cabeza de este sistema está una de las figuras más importantes políticamente del sistema sudamericano. Es el presidente socialista Ricardo Lagos, esto es, el embajador en la Unión Soviética nombrado por Salvador Allende, expresión de la corriente de izquierda entonces del Partido Socialista, es hoy el primer presidente sudamericano que ha firmado y puesto en ejecución un acuerdo de libre comercio con los Estados Unidos.

El otro caso muy significativo es Brasil. Gabriel Valdez Subercazó en su libro “Chile, es loca geografía” dice que la Argentina es el espejo de Chile, esto es Chile ve el mundo mirándose en el espejo argentino. En los últimos 15 años, Brasil se ha transformado en el espejo de la Argentina y lo que sucede en Brasil es esto: llegó al poder político un partido de izquierda, originariamente marxista-leninista, con componentes de ese signo ideológico más las comunidades de base de la izquierda católica, encabezados todos ellos por esta figura excepcional que es el presidente Luis Inacio Lula Da Silva, cuatro veces candidato a presidente, tres veces derrotado y triunfante la cuarta vez.. Y lo que ha ocurrido con este gobierno de izquierda y con este líder de izquierda en Brasil es que no solo ha mantenido las reformas neoliberales de Fernando Henrique Cardozo sino que ha ido mucho más allá de lo que Cardozo se atrevió a ir.

Pero cuál es el elemento de continuidad profunda entre Fernando Henrique Cardozo, ocho años de gobierno, y Luis Inacio Lula Da Silva ? Es que los dos le otorgan carácter de causa nacional a la defensa del crédito público.Esto es, la consigna que impera en la totalidad del sistema político brasileño es que Brasil nunca y en ninguna circunstancia debe ir al default de su deuda pública. Brasil tiene una deuda pública que sumando la deuda pública interna de 302 mil millones de dólares, más la deuda externa de 118 mil millones de dólares es una deuda de casi 420 mil millones de dólares, que es de lejos la más grande de todo el mundo emergente. Es casi el doble la deuda brasileña que la del país emergente en materia de deuda que lo sigue en orden de importancia.

Profunda continuidad entre el gobierno de Luis Inacio Lula Da Silva y el gobierno de Fernando Enrique Cardozo. Entonces surge en este sub sistema peculiar de la política mundial que es América del Sur una segunda peculiaridad y es ésta: en América del Sur en este momento son tres los regímenes de izquierda que gobiernan países significativos de la región. Uno es el de Chile, con un presidente socialista como Ricardo Lagos, otro es el de Brasil, con un presidente de izquierda y un partido de izquierda como es Luis Inacio Lula Da Silva y el Partido de los Trabajadores, y el tercero es Uruguay con Tabaré Vázquez y el Frente Amplio.

El ministro de economía de Tabaré Vázquez es Camilo Astori, al lado del cual la política ortodoxa de Jorge Batlle era de una extrema moderación. Se da por lo tanto la situación curiosa siguiente: son cinco en América del Sur los regímenes que, supuestamente, tienen una actitud crítica frente al establishment internacional. Uno es Chile, según dicen los medios argentinos, con Ricardo Lagos, otro es Uruguay con Tabaré Vázquez y el tercero es Luis Inacio Lula Da Silva en Brasil, acompañados de otros dos regímenes que son el del presidente Hugo Chávez en Venezuela y el del presidente argentino Néstor Kirchner. Sin embargo, entre estos cinco regímenes políticos hay tres que son de izquierda. Los tres, Brasil, Uruguay y Chile, tienen políticas ortodoxas en lo económico, neoliberales en su orientación general, de completa y plena inserción en el sistema internacional y, ante todo, en el sistema financiero internacional de completo y total acuerdo y respaldo con los organismos financieros multilaterales y, en primer lugar, el Fondo Monetario Internacional. Luego hay dos regímenes que sí tienen una actitud de enfrentamiento con el establishment internacional. Son Venezuela con el presidente Hugo Chávez y es la Argentina con el presidente Néstor Kirchner. Ahora, lo curioso es que Venezuela está encabezado por una figura que es la expresión de una insurrección milita. El presidente Chávez es el teniente coronel de paracaidistas Hugo Chávez, que en febrero de 1992 dirigió la insurrección de los paracaidistas de Maracaibo en contra del presidente constitucional Carlos Andrés Pérez. En cuanto a la Argentina, el presidente Néstor Kirchner es la expresión de una facción minoritaria del Partido Justicialista, si ustedes prefieren del Movimiento Nacional Justicialista, que debido a las características de lo que puede caracterizarse objetivamente como su mal de origen, esto es, ser el primer presidente de la historia constitucional argentina que llega al poder después de haber perdido las elecciones, ha buscado un acuerdo y el respaldo de la opinión pública de clase media de los grandes centros urbanos, como señalaba Raventos, y además un acuerdo y el respaldo de las organizaciones de izquierda, en primer lugar en la ciudad de Buenos Aires y también en el movimiento piquetero.

Una conclusión provisoria y, con esto termino, es la siguiente: el sistema político argentino actual, por abajo de su funcionamiento no tiene ningún acuerdo nacional. Además, este sistema político argentino que no se sustenta en ningún acuerdo nacional parece mostrar tres características. En primer lugar, era un sistema político bipartidista desde 1983 en adelante. A partir de ese momento, 1983 debido al triunfo inequívoco, indiscutible, absolutamente legítimo en términos democráticos, de legitimidad democrática, de Alfonsín sobre el peronismo, el sistema político argentino adquirió esta característica bipartidaria que se manifestó a lo largo de ese período que va desde el 83 al 2001 como la posibilidad actual o virtual de que una fuerza política no peronista triunfara en elecciones libres de carácter nacional contra el peronismo. Así había ocurrido en 1983 y así volvió a ocurrir en 1999. Pero esta característica, que parecía estructural y por lo tanto esencialmente irreversible del sistema político argentino a partir de 1983, desapareció en diciembre de 2001. Había dos fuerzas que contendían por el poder en forma actual o virtual y una desapareció, esto es, desapareció la Unión Cívica Radical y sus aliados como alternativa de poder en el orden nacional o, lo que es igual, el sistema político argentino se transformó esencialmente en el Movimiento Nacional Justicialista, más del 60% de los votos en las elecciones del 2003, 16 gobernaciones controladas por el Movimiento Justicialista sobre 23. Lo que sucedió a partir de entonces es que el Movimiento Nacional Justicialista se transformó en sinónimo del sistema político argentino. En esas condiciones, el justicialismo volvió a un elemento que es constitutivo de su identidad originaria: cuando no hay una opción que lo enfrente por afuera con alternativas reales de éxito, el justicialismo vuelve a su vocación profunda y originaria que es ser gobierno y oposición al mismo tiempo.

Tercera característica del sistema político argentino actual: la primera es que por abajo del sistema político argentino no hay ningún acuerdo nacional y la segunda es que el sistema político argentino se ha transformado en sinónimo de Movimiento Nacional Justicialista y, por lo tanto, de su contienda interna. La tercera característica del sistema político argentinoes que el presidente que llega al ejercicio del poder en el año 2003, que es el actual presidente argentino, desarrolla de manera sistemática, coherente, aparentemente sin excitaciones, una política de confrontación, de polarización y de enfrentamiento. Concluyo, por lo tanto, con una sugerencia: cuando nos referimos a Bolivia, a Perú y hablamos de las excepciones por contrario imperio de la región como Chile, Brasil y Uruguay, lo que decimos siempre y en todos los casos con respecto a la Argentina es lo que los romanos decían cuando hablaban de la historia de otros pueblos: “recuerda siempre que de tí estamos hablando.”.
Jorge Castro , 04/04/2005

 

 

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