UNA NUEVA OPORTUNIDAD HISTÓRICA, BASES PARA UNA ALTERNATIVA POLÍTICA -

 

Documento de trabajo elaborado por Jorge Raventos, Pascual Albanese y Jorge Castro
Viene de
6 )EL EJEMPLO DE BRASIL.

En Brasil, las diez principales organizaciones empresarias vinculadas al sector agroalimentaria han fijado públicamente una posición crítica acerca de ciertas posiciones defensivas asumidas por Itamaratí en torno a las tratativas del ALCA. En la misma dirección se han expresado el Ministro de Hacienda brasileño, Antonio Palocci, de Desarrollo Industrial, Luis Furlan, titular de la empresa agroalimentaria SADIA, y de Agricultura, Roberto Rodríguez (ex presidente de Sociedad Rural Brasileña y de la Asociación Brasileña de Agronegocios), quienes aconsejan replantear aspectos centrales de la posición brasileña en esas negociaciones.

Lo que ocurre en Brasil es paradójico pero de ninguna manera incomprensible. Los sectores empresarios brasileños menos competitivos internacionalmente enarbolan la reivindicación de los subsidios agrícolas como motivo para frenar la negociación del ALCA. En cambio, el sector agroalimentario, que sí es internacionalmente competitivo, presiona para que se avance en la negociación de la integración económica del continente americano, a pesar de los subsidios agrícolas.

Por su naturaleza, esta nueva burguesía nacional internacionalmente competitiva, que empieza a emerger en la Argentina a partir de la década del 90, que no se encuentra solamente en el moderno empresariado agropecuario, ni que tampoco se circunscribe al gran conjunto económico agroindustrial, no ve en la globalización sólo las amenazas que encierra sino también las oportunidades que abre.

Por eso es que, con empresas como Aceitera General Deheza, otra compañía cordobesa, ésta de la familia Urquía (uno de cuyos dueños, Roberto Urquía, es hoy senador nacional por Córdoba), han conseguido convertir a la Argentina en el principal exportador mundial de aceite comestible. Por eso es que, con el liderazgo de emprendedores de la pujanza de Víctor Trucco, titular de la Asociación Argentina para la Siembra Directa (AAPRESID), la Argentina ocupa hoy un lugar de vanguardia mundial en la tecnología agrícola. Por eso es que, con ejemplos como el de Gustavo Grobocopatel, de Carlos Casares, se ha revolucionado el negocio de la soja. Por eso es que un grupo de empresarios tucumanos innovadores han llegado a erigirse en pocos años en los principales exportadores mundiales de jugo de limón. Por eso es que una extensa red de productores medianos y pequeños han transformado a la Argentina en la principal exportadora mundial de miel.

Pero este fenómeno excede al sector agroalimentario. Incluye a muchos grupos empresarios que en la década del 90, frente al agotamiento del anterior modelo prebendario, impulsaron un drástico proceso de reconversión de sus negocios, acorde con los cambios mundiales y con las reformas estructurales realizadas en la Argentina. Involucra inclusive al sector financiero nacional, que aún en medio de su profunda crisis intenta ahora reagruparse en torno a la Asociación de Bancos de la Argentina (ADEBA), presidida por un empresario del interior como Jorge Brito.

Esta nueva tendencia está necesariamente asociada al fortalecimiento del sistema científico-tecnológico y a la incorporación de la Argentina a la sociedad del conocimiento. La revista Fortune, en su último ranking de los hombres más ricos del mundo, ubica a un sólo empresario argentino: Gregorio Pérez Companc. El grupo Pérez Companc, un holding empresario volcado hoy a la producción agroalimentaria, cuenta con un equipo de profesionales y científicos de primera línea, que tienen a su cargo la investigación y el desarrollo empresario en materia de biotecnología, un campo de innovación en que el país presenta ya notables signos de desarrollo, encarnados por laboratorios especializados de reconocido prestigio internacional.

No se trata, por supuesto, de prescindir del indispensable concurso de los grandes actores económicos transnacionales, sin cuya activa participación resulta totalmente ilusoria cualquier posibilidad de crecimiento sustentable para la Argentina como para cualquier otro país del mundo emergente. En la actualidad, puede decirse que casi todos los países emergentes, desde la China del Partido Comunista hasta el Brasil de Lula y el PT, incluyendo al comunismo vietnamita, compiten afanosamente por atraer las inversiones extranjeras directas de las corporaciones transnacionales.

Lo que importa es que esta nueva burguesía nacional, que como es internacionalmente competitiva no le tiene miedo al mundo, sólidamente asociada a un poder político que garantice la gobernabilidad, asuma la responsabilidad histórica de impulsar la inserción productiva de la Argentina en este nuevo escenario de la economía mundial.


Continúa
Jorge Raventos, Pascual Albanese, Jorge Castro , 03/05/2004

 

 

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