UNA NUEVA OPORTUNIDAD HISTÓRICA, BASES PARA UNA ALTERNATIVA POLÍTICA -

 

Documento de trabajo elaborado por Jorge Raventos, Pascual Albanese y Jorge Castro
Viene de
3 ) EL CAMINO DE CANADÁ Y AUSTRALIA .

En esta economía mundial globalizada, irreversiblemente abierta, resulta cada vez más dificultoso desarrollar industrias que no sean inmediatamente competitivas a escala internacional. Sólo es posible crear ventajas competitivas sustentables sobre la base de ventajas comparativas reales, en base a las cuales se puedan introducir continuas mejoras de productividad.

De allí que el perfil y las características propias que adquiere la industrialización de cada país surgen básicamente de los requerimientos del mercado mundial. La estrategia de industrialización de un país emergente resulta entonces algo cada vez más alejado del voluntarismo político de los burócratas estatales y más indisolublemente ligado a los flujos de la inversión extranjera directa de las grandes empresas transnacionales, que constituyen los principales actores del proceso de globalización.

No hay que temer entonces a la especialización productiva de la Argentina en el negocio de los alimentos. Al contrario, hay que apostar a su profundización. Porque, en una economía globalizada, esa estrategia de especialización agroalimentaria es la base para alcanzar superiores niveles de productividad. Y en ese camino, la diversificación de la economía tiende a sobrepasar los límites de la industria alimentaria, para proyectarse hacia el conjunto del sistema económico, a través de una variadísima gama de actividades que florecen al calor de su efecto multiplicador de la cadena agroalimentaria. En términos históricos, y salvando las obvias diferencias de época, ése fue el camino que cimentó la industrialización de países como Canadá, Australia y Nueva Zelanda, que hace un siglo presentaban similitudes estructurales con la Argentina.

Una vez más, la formidable clarividencia estratégica de Perón se ve corroborada por los hechos. Hace sesenta años, en septiembre de 1944, en el mensaje de constitución del Consejo Nacional de Posguerra, equivalente a la Secretaría de Planeamiento Estratégico de aquella época, Perón señalaba que "la técnica moderna presiente la futura escasez de materias primas perecederas y orienta su mirada hacia las producciones de cultivo. En las pampas inagotables de nuestra patria se encuentra escondida la verdadera riqueza del porvenir".

En las condiciones planteadas por la globalización de la economía, el esfuerzo de voluntad política - noción esencial que hace a la sustancia del Estado - consiste en establecer una inteligencia estratégica sobre el marco de lo posible. La cuestión reside en diseñar y ejecutar una estrategia de especialización agroalimentaria de la Argentina, basada en una continua incorporación de valor agregado a la producción, que abarque desde la producción primaria hasta lo más avanzado de la biotecnología.

La prioridad estratégica está en la producción de alimentos como instrumento de inserción en la economía mundial. A partir de allí, se trata de precisar cómo, de qué manera y en qué condiciones, la cadena agroalimentaria se puede transformar en la fuente y la base principal para una estrategia de diversificación económica e industrialización del país.

Las fuentes de esa diversificación económica no se limitan por supuesto a lo agroalimentario, ni se agotan en la amplia gama de la agroindustria, sino que se proyectan a todo el conjunto de actividades vinculadas con el aprovechamiento integral de la dotación de recursos naturales de la Argentina. Esto implica el empleo intensivo de las ventajas que tiene la Argentina en materia de energía, particularmente de gas, de la industria forestal, de la minería y también del turismo, que en gran parte constituye una actividad derivada del aprovechamiento de los recursos naturales.

Todo esto supone una enorme oportunidad estratégica para la Argentina. Lo que resta por definir, nada más y nada menos, son las condiciones políticas necesarias para capitalizar esta nueva oportunidad, que tiene una dimensión aún mayor que la que se nos abriera a principios de la década del 90, con la desaparición de la Unión Soviética y el avance irrefrenable de la globalización económica, y culminara con el estallido de la crisis del sudeste asiático, a mediados de 1997, propagada luego a Rusia en agosto de 1998, después a Brasil en enero de 1999 y luego al conjunto del mundo emergente, incluido la Argentina.

La creación de esas condiciones políticas supone encarar la construcción de un nuevo bloque histórico, cuya base de sustentación posible es una alianza estratégica entre el peronismo como actor político principal, en su condición -por ahora indiscutida - de única fuerza capaz de garantizar la gobernabilidad del país, y las nuevas fuerzas sociales, económicas y culturales de avanzada, que tienen su expresión más notoria y más significativa, aunque por supuesto que no la única, en el extraordinariamente dinámico complejo agroalimentario argentino.


Continúa
Jorge Raventos, Pascual Albanese, Jorge Castro , 03/05/2004

 

 

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