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Detonación nuclear de Corea del Norte Alianza chino-japonesa |
Lo peor que podía ocurrir ocurrió. Corea del Norte es una nueva potencia nuclear. La estimación de la inteligencia rusa es que la explosión subterránea que tuvo lugar en la provincia de Hamgyong, en el norte del país, representó el estallido de una carga de entre 5.000 y 15.000 toneladas de TNT, semejante, en este último caso, a la bomba de Hiroshima lanzada por EEUU sobre Japón en 1945.
No se trata de una falla del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), sino una ruptura de uno de los vectores básicos del sistema de seguridad internacional, el de la no proliferación de armas de destrucción masiva. Con esta explosión, Corea del Norte adquiere capacidad de disuasión frente al mundo y, en primer lugar, respecto a Estados Unidos.
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Más importante que la guerra de Irak es el desafío del desarrollo de nuclear iraní. Pero más importante que el desafío iraní es ahora el estallido norcoreano. La prueba nuclear es un acontecimiento de tanta importancia que modifica las condiciones de la estructura de poder mundial.
El 5 de julio de este año, Corea del Norte lanzó una serie de misiles de alcance estratégico, incluido uno en condiciones de alcanzar el territorio norteamericano. Aquel hecho aceleró el actual acuerdo estratégico de largo plazo entre China y Japón, que adquiere carácter irreversible y se profundiza con la prueba nuclear realizada por Corea del Norte.
“La cooperación entre China y Japón es la fuerza impulsora detrás de la declaración unánime del Consejo de Seguridad que condena la prueba nuclear de Corea del Norte”, señaló esta semana el principal diario japonés, Asahi Shimbun.
Este acuerdo entre Beijing y Tokio, dado el peso de los dos países, la segunda y cuarta economías del mundo, que se encuentran además en un proceso acelerado de trasnacionalización e integración productiva, con el traslado masivo de industria japonesa a China continental, modifica la relación de fuerzas dentro del sistema mundial.
Estados Unidos es la superpotencia que, en términos de poder mundial, tiene hoy un carácter unipolar. Sin embargo, esa estructura unipolar es cada vez menos territorial. Y ahora, con el acuerdo entre China y Japón, acelera su desterritorialización, puesto que la estructura de poder mundial es cada vez más, combinadamente, norteamericana, china y japonesa.
El viaje del primer ministro japonés, Shinzo Abe, a China el pasado 8 de octubre es el primero de un premier nipón al exterior, tras asumir, que no se realiza a Estados Unidos desde 1954. Esta vez el primer país en ser visitado fue no fue Estados Unidos sino China. El presidente chino Hu Jintao afirmó que el acuerdo entre los dos países es un “punto de inflexión” en la historia de ambas naciones.
Hu Jintao y el primer ministro Weng Jiabao sostuvieron que, entre China y Japón existen ahora “opiniones idénticas” sobre la situación internacional, surgidas de una “premisa compartida” de que el vinculo bilateral es un asunto prioritario.
Por eso, al igual que Shinzo Abe sostuvieron que, en adelante, el vínculo entre los dos países se fundará en un “diálogo estratégico con una perspectiva de largo alcance”, destinado a fortalecer “los intereses estratégicos comunes”. Por su parte, Shinzo Abe, sostuvo que es necesario “acelerar, al mismo tiempo, las dos ruedas que vinculan a los dos países, la de la política y la de la economía”.
Esa afirmación explicita un hecho estructural: la recuperación de la economía nipona, tras trece años de depresión y cuatro de deflación responde fundamentalmente a su integración con el boom económico de China. La integración con China significa para Japón, por primera vez en su historia moderna, su inserción definitiva en la globalización, concebida como proceso de transnacionalización productiva.
La recuperación japonesa es producto de la transformación estructural que implica en la economía nipona el traslado de las empresas industriales japonesas a China. Las empresas japonesas producen en China y reexportan sus productos al mundo, ante todo a Estados Unidos. El crecimiento de sus exportaciones es más que un aumento del comercio exterior. Es un cambio en su naturaleza: mientras en 1995 las exportaciones de bienes de capital e intermedios era el 22% del total de las exportaciones japonesas a China, la cifra se elevó al 39% en el 2002 y ahora es más del 50%.
China, incluido Hong Kong, es el mayor mercado para las exportaciones japonesas, por encima de Estados Unidos. Las exportaciones japonesas a China y Hong Kong representan el 63% del total del crecimiento de sus ventas externas el último año.
Hegel dice que la historia avanza a veces por el lado oscuro. El desafío nuclear de Corea del Norte acelera lo inevitable: el entendimiento estratégico entre China y Japón, un país que, durante la gestión de su nuevo primer ministro, habrá de tomar, con el consentimiento de Estados Unidos, una mayor responsabilidad en la seguridad regional.
Estamos frente a la maduración política del proceso de globalización económica. El Asia Pacífico, principal locomotora de la economía mundial, empieza a compartir con Estados Unidos el liderazgo político global.
Publicado en el DIARIO PERFIL el 16 de octubre de 2006 |
Jorge Castro , 18/10/2006 |
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