La campana y la procesión

 


Los publicistas del Presidente (y algunos diplomáticos y funcionarios que piensan como publicitarios) urdieron la brillante idea de exhibir al doctor Kirchner y a la primera dama en el corazón bursátil del mundo, en la Bolsa de Nueva York, tocando la campana que da inicio a la rueda. Una bien cotizada empresa de relaciones públicas norteamericana se encargó de gestionar la escena y , algunas gestiones y algunos altos honorarios mediante, el doctor Kirchner y su esposa consiguieron su invitación, lograron su oportunidad fotográfica.
¿Alguien puede suponer que es suficiente ese ardid propagandístico para recuperar la confianza de los inversores, objetivo prioritario del viaje a Estados Unidos, al decir de algunos de los numerosos funcionarios que acompañaron al Presidente? Los relacionadores públicos venden caro el sueño de que esas ocurrencias son eficaces. Pero lo cierto es que la gente que invierte su propio dinero y el de terceros suele tomar en cuenta hechos, antes que imágenes y palabras. Y la Argentina que preside el doctor Kirchner, que sin duda puede mostrar buenos números en materia de producto bruto interno y superávit fiscal, también exhibe algunos rasgos que inquietan a empresarios e inversores. Por si esto no hubiera estado claro, los medios neoyorquinos se encargaron de ponerlo negro sobre blanco. El diario Wall Street Journal editorializó bajo el título "¡Vaya campanero!" recordando que el doctor Kirchner, el hombre que tocaba la campana de la Bolsa, preside un gobierno que dista mucho de ser amigo del mercado, puesto que aplica controles de precios, presiona a las empresas y deja clavados a los acreedores. Precisamente un día antes el Presidente le había dicho al jefe del gobierno italiano que su gobierno no está dispuesto a tratar la deuda que Argentina mantiene con los bonistas que no aceptaron el canje compulsivo, al tiempo que un comité de bonistas iniciaba una desesperada acción jurídica ante el Centro Internacional de Arreglo de Dferencias del Banco Mundial. En el mismo diario lucía una gran foto de Kirchner y su esposa caminando por Nueva York con la leyenda: "¿Pueden dos manzanas malas envenenar la gran manzana?", con un fuerte cuestionamiento a los Kirchner suscripto por The Latino Coalition, centrado particularmente en su vínculo con el mandamás venezolano, Hugo Chávez. Esa relación con Chavez fue también puesta en cuestión por los representantes de entidades judias americanas que se entrevistaron con Cristina de Kirchner. La primera dama les replicó que "nadie nos elige los amigos". El tono de la conversación motivó el título de la crónica del diario Clarín: "Duro encuentro de Cristina con la comunidad judía de Nueva York".

Las repercusiones periodísticas de la visita amargaron la estadía del Presidente. Hubo sonrisas para los fotógrafos, pero la procesión iba por dentro.

Las reuniones destinadas a seducir empresarios, inversores y analistas estuvieron habitualmente despobladas, una circunstancia que también había experimentado la ministro de Economía, Felisa Miceli, en Singapur, en el marco de una asamblea del FMI, donde debió suspender con una excusa una exposición a la que habían sido invitados banqueros y financistas y sólo habían asistido cuatro personas. En Nueva York, consigna La Nación el jueves 21 de septiembre, "·los observadores de Wall Street brillaron por su ausencia hasta ahora en la gira presidencial. Sólo dos asistieron a la exposición que ofreció anteayer De Vido en el Business Council of Internacional Understanding(…) Los analistas de bancos que suelen redactar informes sobre la economía argentina (Bear Stearns, JP Morgan, Golman Sachs, Morgan Stanley, Citibank y UBS, entre otros no asistieron al desayuno con Kirchner en la bolsa, al igual que un ejecutivo del Deutsche Bank, cuya presencia anunció la comitiva, pero luego desmintió." En rigor, sólo seis ejecutivos de corporaciones internacionales asistieron a ese desayuno. La gira fue una nueva manifestación del relativo aislamiento que ha ido construyendo el oficialismo.

Pese a que los voceros del gobierno, en primer lugar el Presidente y su esposa, se empeñaron en realizar gestos y pronunciar palabras de elogio al capitalismo, la acogida obtenida en Nueva York fue escéptica y muy modesta, quizás porque los empresarios e inversores tomaron al pie de la letra un consejo que Kirchner les dio a los hombres de negocios españoles hace algunos meses: "No me juzguen por lo que digo, sino por lo que hago".

Una de las cosas que el Presidente dijo durante la gira fue que esta no es hora de pensar en elecciones, sino de gobernar. Una vez más, la evocación de aquella advertencia a los empresarios de España estuvo a la orden del día. Todo en el gobierno parece proyectado a la problemática electoral del año próximo. Hasta la presencia de Carlos Reutemann en la caudalosa delegación que escoltó a la pareja presidencial fue conectada con la problemática situación política que atraviesa el oficialismo en Santa Fé, donde todas las encuestas avizoran una victoria del socialismo de Hermes Binner. El Presidente, al parecer, intenta seducir a Reutemann para que este admita correr como candidato en la escudería K.

La Casa Rosada, que ya registra cambios en el humor social y una reserva creciente de la opinión pública frente al gobierno en temas prioritarios como el de la seguridad, teme que los mecanismos con los que ha venido controlando la situación le resulten insuficientes el año próximo para evitar una segunda vuelta electoral. Los caminos para eludir esa cruel encrucijada del cuarto oscuro son dos: trabajar para mantener dividida a la oposición y sumar votos, maíz por maíz, en cada uno de los distritos. Con esta última finalidad ha construido ese corral llamado "concertación" donde aspira a juntar ganado de distinto pelo y marca, sin demasiadas preguntas sobre el origen ni sobre los detalles de las transferencias.

En cuanto a la oposición, más allá de los recursos que el oficialismo dedique a mantenerla dividida, la responsabilidad de construir una alternativa fuerte, capaz de forzar una segunda vuelta, depende ante todo de ella misma. Por el momento sus líderes – Mauricio Macri, Roberto Lavagna, Jorge Sobisch- han emprendido caminos separados. Lo que importa es saber si, en algún punto, esos caminos son convergentes, si andan o no en el mismo rumbo.
Jorge Raventos , 26/09/2006

 

 

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