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Conflicto en Oriente Medio Una guerra diferente |
Estados Unidos y Francia, los adversarios en la crisis política-diplomática internacional que derivó en la intervención militar norteamericana en Irak, presentaron esta semana en conjunto un proyecto de resolución al Consejo de Seguridad que llama al “pleno cese de las hostilidades” en el Líbano, en el conflicto desatado hace 4 semanas entre Israel y Hizbollah.
Francia y EEUU coinciden en ubicar el origen del conflicto en el ataque de Hizbollah contra Israel que tuvo lugar el 12 de julio, al atravesar la organización política-militar chiíta la frontera internacionalmente reconocida (“Blue Line”), secuestrar a dos integrantes de la Fuerzas de Defensa (IDF) y matar a otros 8. Por eso llaman a un “pleno cese de las hostilidades”, una convocatoria que adquiere un significado drásticamente distinto según que se trate de uno u otro contendiente; a Hizbollah le reclaman “un inmediato cese de todos los ataques”; a Israel, en cambio, le exigen que “cese en forma inmediata todas las operaciones militares ofensivas”. O, lo que es igual, no le reclaman al Estado hebreo que retire sus fuerzas militares del sur del Líbano. |
El nuevo eje diplomático París-Washington enfatiza también la necesidad “de extender el control del gobierno del Líbano sobre todo el territorio libanés,” de acuerdo a lo previsto por la Resolución 1559 (2004) del Consejo de Seguridad (desarme de las milicias libanesas y control del ejercito libanés del sur del Líbano).
Estos son los términos que Washington y Paris estiman esenciales para un “permanente cese al fuego y una solución a largo plazo del conflicto”.
Por eso requieren, “para prevenir la reanudación de las hostilidades,” establecer entre la “Blue Line” y el río Litani una área libre de efectivos armados, salvo los del ejército libanés y los de las fuerzas internacionales de la ONU que se desplieguen en el área. Esto exige el desarme de todos los grupos armados del Líbano (Hizbollah), de acuerdo a la decisión del gabinete libanés del 27 de julio del 2006, que afirma que, “en el Líbano, no debe haber otras armas y autoridad más que las del Estado libanés”.
Este proyecto de resolución probablemente sea revisado y ampliado en atención a los reclamos del Líbano y la Liga Árabe; y se establecería un mecanismo de “progresiva” retirada israelí del territorio libanés, a realizarse simultáneamente con el despliegue de su ejército en el sur del país, reforzado por un cuerpo militar internacional integrado fundamentalmente por tropas francesas. Como parte del acuerdo, aunque sin mencionarlo en la resolución, Hizbollah se retiraría al norte del río Litani.
Mientras se desarrollaban estas tratativas político-diplomáticas, Israel decidió ampliar su ofensiva terrestre, y lanzó otros 40.000 soldados en la línea general río Litani/ciudad de Tiro.
El objetivo israelí es impedir el lanzamiento de un promedio diario de 100/200 misiles de corto alcance de Hizbollah a su territorio; y establecer, para eso, una zona de seguridad (“Buffer zone”) en el sur del país, a ser patrullada por fuerzas internacionales y tropas libanesas. Israel también intenta prevenir que la organización chiíta se rearme después de la crisis, en referencia a su arsenal misilístico.
Israel, en síntesis, no persigue un objetivo espacial/territorial, sino político-estratégico: reestablecer la vigencia del principio de disuasión frente a sus enemigos, hoy quebrado o debilitado por los 3400 misiles que han golpeado su territorio.
“Los israelíes no hablan en términos de victoria, sino de objetivos”, dice Michael Herzog, brigadier general de las IDF y ex Jefe de su sistema de Planeamiento Estratégico.
“Esta es una guerra de carácter diferente, en la que se utiliza el terror individual, los ataques suicidas y el uso de misiles. Es una guerra en que el espacio no es importante”, dice Shimón Peres. “Es la primera vez que un grupo terrorista tiene cohetes y misiles, incluso de largo alcance; y que lanza 100/200 misiles por día sobre nuestro territorio…El tiempo de las guerras clásicas pasó. La mayor parte de las guerras tuvieron por objeto al territorio; y aquí el territorio es irrelevante.”
La cuestión en este conflicto, como en todos, no es el “plan de guerra” (coherencia, temporalidad) que intentan los antagonistas. Ningún “plan de guerra” resiste mas allá del primer choque; luego, lo que impera, es la vinculación antagónica entre los adversarios. En el conflicto lo decisivo no son los polos que se enfrentan, sino la unidad que establecen en su antagonismo. Por eso no hay “doctrinas” sobre como pelear una guerra. Cada guerra es única y especialmente esta.
En el cuadro que muestran los términos del proyecto de resolución estadounidense-francés, pareciera que Israel tiene el mayor espacio político, regional e internacional, de toda su historia de 58 años de guerras con el mundo árabe.
Pero el espacio, en términos políticos-estratégicos, es una posibilidad que se abre, no una certeza que se otorga. Para Hizbollah, evitar ser destruido equivale a la victoria. Y hasta ahora no ha sido destruido.
Publicado en el diario PERFIL el 13/8/06
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Jorge Castro , 14/08/2006 |
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