Guerra en Medio Oriente
La batalla decisiva

 


Los 15 países y organizaciones reunidos esta semana en la Conferencia de Roma (Naciones Unidas, Unión Europea, Banco Mundial, Estados Unidos, Alemania, Francia, Gran Bretaña, Rusia, Canadá, Egipto, Arabia Saudita, Jordania, España, Turquía, Grecia y Chipre), junto al Primer Ministro del Líbano, Fuad Siniora, señalaron en forma unánime: “…su determinación de trabajar inmediatamente con el fin de lograr un cese al fuego en el Líbano, que ponga fin a la actual violencia y hostilidades. El cese del fuego debe ser duradero, permanente y sostenible.”
La Conferencia precisó también sus requisitos: “La condición fundamental para establecer una seguridad duradera en el Líbano, es la plena capacidad del gobierno de Beirut para ejercer su autoridad sobre todo su territorio.” Los participantes agregaron que “la declaración del G-8 del 16 de julio y las resoluciones del Consejo de Seguridad 425, 1559, y 1680 (…) representan los principios que gobiernan los esfuerzos de la comunidad internacional para ayudar al gobierno y al pueblo del Líbano.”

Estas resoluciones implican: “el despliegue de las fuerzas armadas del Líbano a todas partes del país y el desarme de todas las milicias (Hizbollah).” Kofi Annan, Secretario General de la ONU, señaló que: “…la fuerza internacional que eventualmente se envíe a la región para ayudar a estabilizar al Líbano, debe otorgar al gobierno de Beirut el tiempo y el espacio necesarios para preparar sus propias tropas y ser capaz de desplegarlas en todo el país, y para poner bajo su autoridad todas las armas que existan en su territorio (“one gun, one authority”).”

En Roma se acordaron, en síntesis, tres puntos. El retiro de Hizbollah del sur del Líbano y su desarme (Resolución 1559); el envío de una fuerza internacional que ayude a las fuerzas armadas del Líbano a retomar el control de la zona sur del territorio; y el reclamo de un cese del fuego, no inmediato, sino a alcanzar con la “máxima urgencia”.

Esta es la situación político-estratégica de la guerra 18 días después de su estallido.

Hizbollah, no obstante los severos y repetidos golpes de las fuerzas de defensa israelíes (IDF), mantiene plenamente su capacidad combativa. Desde el 12 de julio, ha lanzado unos 1700 misiles sobre el norte de Israel, entre 80 y 100 por día, promedio que nunca ha disminuido. Dos sobre Haifa y 6 sobre Afula fueron misiles de largo alcance (hasta 150 kilómetros), de fabricación iraní, capaces de transportar hasta 600 kilos de explosivos, y cargas químicas y bacteriológicas.

Hizbollah es la mejor fuerza combatiente que ha enfrentado Israel en 6 guerras convencionales, a lo largo de 58 años de vida independiente. En la batalla de Bint Jbail, esta semana, entre 200 y 300 de sus combatientes se enfrentaron durante dos días y dos noches con los soldados de la Brigada Golani, unidad de elite de la IDF, que recuperó los Altos del Golán en la Guerra del Yom Kipur (1973) y tiene su origen en el Palmach, la fuerza de choque de la Haganah. La Golani fue emboscada en Bint Jbail y tuvo 9 muertes y 35 heridos, muchos de ellos graves.

No obstante la intensificación de los combates, la guerra no ha alcanzado su punto culminante. Probablemente lo haga si los misiles que cayeron ayer en Afula elevan su trayectoria y se dirigen a Tel Aviv.

El operativo israelí en el sur del Líbano es diferente al de 1982; entonces hubo una invasión en todo la escala, utilizando blindados e infantería en forma masiva en el primer escalón; esta vez los operativos son puntuales, en acciones únicas terrestres/aéreas.

Si los misiles iraníes golpean Tel Aviv, es probable que la IDF eleve la trayectoria de sus asaltos terrestres/aéreos; y se dirija al puerto de Tiro, centro operativo de Hizbollah, desde donde lanza los misiles de largo alcance.

Israel enfrenta una encrucijada estratégica; no puede no vencer. El empate estratégico con Hizbollah (reestablecimiento del status quo previo al 12 de julio) equivaldría a la derrota del Estado Hebreo. Por eso, la respuesta israelí a los arduos combates terrestres, y sobre todo, a la escalada estratégica de Hizbollah, si se decide a golpear Tel Aviv, va a ser una ofensiva más rápida, más letal y más contundente, todavía. Por eso Israel persistirá, hasta que ocurran en el Líbano cambios fundamentales y una modificación cualitativa de la relación de fuerzas con Hizbollah.

La guerra hoy en Medio Oriente tiene un carácter sistémico: Irak, Afganistán, Líbano. Lo que suceda en el frente libanés, en uno u otro sentido, trasmitirá sus consecuencias al conjunto. Tanto en lo militar como en lo político-estratégico; esto último implica o un aislamiento de Irán o una afirmación de su pretensiones hegemónicas (programa nuclear).

Medio Oriente es hoy la región más estratégica del sistema mundial, por su ecuación de dos términos: petróleo más conflictos.

Lo que suceda en la próxima semana, o quizás dos, en el sur del Líbano, en el choque extraordinario de coraje y capacidad operativa de Hizbollah y las IDF, tendrá consecuencias mundiales. Lo que está en juego allí es la ecuación estratégica central de la región más estratégica del mundo.
Jorge Castro , 30/07/2006

 

 

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