Guerra, conflicto y más globalización
Violencia en el mundo

 


En las últimas dos semanas, Israel se sumergió en una guerra en dos frentes –al sur, en Gaza, enfrentado a Hamas convertido en la Autoridad Nacional Palestina, y al norte, en el Líbano, con Hizbollah y el Estado del Líbano-; es el mayor compromiso convencional de Israel en 20 años.
Atrás de Hizbollah, en el Líbano, está Siria, la segunda potencia militar del mundo árabe después de Egipto, con la que Israel se enfrentó en la guerra del 80-82 en combates aéreos y de blindados.
En estas dos semanas, Israel tiene 3 soldados secuestrados, más de 10 muertos y muchos heridos. Experimentó dos severas derrotas tácticas, al capturar Hamas y Hizbollah tres soldados israelíes en operaciones ofensivas que tomaron por sorpresa a las Fuerzas de Defensa (FDI).

Hizbollah escaló el conflicto, al utilizar misiles “Katiusha” modernizados con tecnología propia y avanzada que pueden golpear en los principales centros urbanos de la civilización israelí, con un alcance de más de 60 kilómetros.

La ofensiva misilística de Hizbollah, que puede alcanzar Haifa, Tel Aviv y Jerusalén, adquirió un significado estratégico que modifica la relación de fuerzas entre Israel y sus enemigos. Es un cambio cualitativo de características históricas. Una novedad en el largo conflicto entre Israel y sus vecinos.

En el anochecer del 11 de julio, 7 bombas de alto poder estallaron coordinadamente en la hora de mayor congestión del sistema de trenes de la ciudad más relevante económica, comercial y financieramente de la India: Bombay (“Mumbay”). Provocaron la muerte de casi 200 personas y heridas a otras 700. El gobierno de Nueva Delhi no culpó a Pakistán.

Corea del Norte lanzó la semana pasada 7 misiles de alcance estratégico en la dirección general del Mar del China y Japón. Incluso uno en condiciones de alcanzar el territorio de Estados Unidos. Lo hizo en desafío directo a la totalidad del sistema internacional (Estados Unidos, Japón, China, Rusia, la Unión Europea y otros).

El resultado fue que Japón, segunda economía del mundo y el mayor presupuesto militar después del norteamericano, modificó la doctrina estratégica que mantenía desde mediados de 1950, que subordinaba su defensa, esto es, su sobrevivencia al paraguas militar de Estados Unidos (Tratado de Seguridad de 1953, sumado a la renuncia a la guerra de la Constitución de 1947, en su artículo 9).

Esta semana el Jefe de Gabinete japonés, Shinzo Abe, probable sucesor del premier Junichiro Koizumi, señaló que, a partir de los tests misilísticos de Corea del Norte, Japón se reserva el derecho de realizar ataques preventivos contra las instalaciones militares de Pyongyang, con todos los medios disponibles para ello, actuales o futuros, lo que incluye, previsiblemente, armas nucleares. Si Japón decide fabricar un arma nuclear, con sus capacidades económicas, científicas y financieras, está en condiciones de hacerlo en 6 meses o menos.

Finalmente, el 12 de julio, los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad, más Alemania, anunciaron que su paciencia con Irán y su programa nuclear “está a punto de agotarse”.

Afganistán se ha convertido en un segundo Irak, con los talibanes que controlan el sur del país y provocan entre 300 y 400 bajas por semana a las fuerzas del gobierno de Kabul y, crecientemente, al contingente de la OTAN. Sudán y su crónica guerra civil (cristiana, islámica y animista) se extiende y generaliza, y se acercan los combates a la capital: Jartum.

Todo esto mientras se intensifica la globalización. En el segundo trimestre del año, la economía china creció 10.6%, y su participación en el comercio internacional es cada vez mayor; ya es la tercera del mundo y en cuatro años será la primera. Estados Unidos, entre enero y marzo, creció a un ritmo anual de 5.6%, el nivel más alto de los últimos 6 años.

El mundo parece atravesar una situación de caos generalizado, en el que los conflictos se multiplican y agravan (tensiones, fricciones, choques, guerras), al mismo tiempo que la globalización se acelera y amplia. Se trata de un hecho objetivo y de un proceso civilizatorio de alcance planetario; como tal es un esfuerzo gigantesco de homogeneización fundado en una lógica instrumental y cuantitativa. Este poder aplasta las particularidades y destruye las diferencias. Pero estas se resisten. Y son también de la época; y saben hacer uso de la ciencia, la técnica y la racionalidad instrumental (medio-fines), de una forma limitada pero efectiva. Osama Bin Laden no es un hombre del medioevo irracional, sino un guerrero cibernético que encarna una diferencia irreductible con las categorías instrumentales y técnicas de la civilización planetaria.

La aldea global se achica por la revolución tecnológica de las telecomunicaciones y el transporte, fundada en el principio de la instantaneidad; al hacerlo, las particularidades dejan de estar aisladas; se vinculan y se conocen; y de allí nace la hostilidad.

El mundo experimenta un nivel cualitativamente superior de conflictividad; y la globalización se acelera.

Publicado en el diario PERFIL el 16/7/06
Jorge Castro , 17/07/2006

 

 

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