Crisis del sistema post-PRI
Ingobernabilidad mexicana

 


México tuvo la elección más disputada de su historia, con un país divido por mitades. Felipe Calderón, del oficialista Partido de Acción Nacional (PAN) logró la más mínima de las victorias con el 35.88% del total de sufragios (14.9 millones de votos), frente al 35.31% (14.74 millones) que obtuvo Andrés López Obrador, candidato del Partido de la Revolución Democrática (PRD).
Territorialmente, el PAN y el PRD se repartieron por partes iguales la totalidad del territorio mexicano, con 16 estados cada uno, de los 32 que integran la federación mexicana.
El reparto territorial, además, se manifestó espacialmente por la división del país entre el norte, en el que se impuso prácticamente en su totalidad el PAN, y el sur, incluyendo el Distrito Federal (62% de los votos) en el que triunfó abrumadoramente el PRD.

Felipe Calderón es el presidente con menos votos de toda la historia mexicana y, a su vez, el Congreso de México, se muestra nuevamente dividido en tres tercios entre el PAN, el PRD y el PRI (Partido Revolucionario Institucional). Este último, con su candidato Roberto Madrazo, obtuvo 22.27% de los votos (9.3 millones), el peor resultado desde que fuera fundado en 1929; tampoco logró triunfar en ninguno de los 32 estados de la federación.

El PAN logró 139 de los 300 escaños de diputados uninominales, y se adjudicó 43 de las 93 senadurías elegidas directamente. El PRD logró 99 bancas uninominales y 26 escaños en el Senado. El PRI obtuvo 113 curules, con una perdida de 125 escaños.

El resultado electoral profundiza la crisis del sistema político vigente en México tras la derrota del PRI en el 2000. Una presidencia débil y un Congreso dividido en tres tercios, ninguno de los cuales puede imponer su agenda, pero si está en condiciones, junto con uno de los otros dos, de vetar el tercero. Esta es la historia del sistema político mexicano de los últimos 6 años (presidencia Vicente Fox).

La derrota del sistema del PRI no se debió a una alternativa más poderosa, sino a la quiebra de las antiguas alianzas dentro del partido hegemónico y al debilitamiento de sus vínculos corporativos con la sociedad civil, que le habían otorgado a México, unos y otros, estabilidad y gobernabilidad a lo largo de 7 décadas.

Lo que ocurrió allí fue el colapso de una coalición política y socioeconómica, de un bloque de poder, sin que en su lugar se erigiera una alternativa viable que reuniera la doble condición de efectividad y legitimidad.

La transición a la democracia en México nace de la crisis del PRI, no de un acuerdo nacional (“pactos y coaliciones”), como ocurrió en Chile, Uruguay y Brasil, sino de una crisis del sistema de poder gobernante, como sucedió en la Argentina del régimen militar en Malvinas.

El resultado es un sistema que tiende a la parálisis y, en el límite, a la ingobernabilidad. La formula de gobernabilidad del PRI, a lo largo de 72 años, fue una presidencia fuerte, sustentada en el control del Congreso y en una densa estructura corporativa de vinculación con la sociedad civil.

Con esta estructura de gobernabilidad, el PRI desarrolló el proceso de industrialización sustitutiva (ISI) más completo de América Latina, después de Brasil. Lo hizo a lo largo de 40 años (1940-1980). En este período, México creció 5.5% anual promedio, en condiciones de estabilidad política.

Luego, tras su crisis de 1982 (default de la deuda externa), el PRI intentó revertir en 180 grados la industrialización sustitutiva que exitosamente desarrollara a lo largo de 40 años; y lo hizo a través del apertura de la economía y la integración con Estados Unidos (NAFTA-1994).

Con esta segunda transformación, el PRI modificó la inserción de México en el sistema mundial, y también su estructura económica, social y cultural; por ultimo, también cambió en sus raíces el sistema político. El PRI, en síntesis, se autodestruyó.

El comercio internacional entre México y Estados Unidos fue en 1993, U$S 88.146 millones (México exportó U$S 40.000 millones) y, en el 2002, fue de U$S 249.000 millones, con un crecimiento de 183%.

La inversión extranjera directa (IED) alcanzó un promedio de U$S 10.000 millones anuales desde 1994, con un pico de U$S 27.000 millones en el 2001. La IED era menos de U$S 1000 millones anuales entre 1970 y 1985. Las exportaciones mexicanas se multiplicaron por cinco desde 1993; y México exporta, sólo, más que el resto de los países de América Latina sumados. Es la octava potencia comercial mundial.

La parálisis del sistema político mexicano post-PRI, agudizada el domingo pasado, es una forma de ingobernabilidad pasiva. La irrupción probable de la acción directa en las calles, a la que convocó Andrés Manuel López Obrador en el Zocalo, es el paso de la ingobernabilidad pasiva a la activa.

La cuestión es como y en qué condiciones la macroestabilidad surgida de la incorporación de México al NAFTA controla y contiene el llamado a la acción directa de López Obrador.

Publicado en el Diario PERFIL el 11/7/06
Jorge Castro , 07/12/2006

 

 

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