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De la crisis del modelo a un modelo de crisis. |
En el mundo de los 80, un experimento de este tipo tardó una década en explotar. En el siglo XXI, las décadas vienen cada vez más cortas. Incluso pueden durar sólo unos meses. Hay que prepararse para lo que viene. |
Ante la nueva situación política y económica sólo cabe una certeza: A partir de la
devaluación, el país avanza inexorablemente hacia un nuevo y dramático pico de la
formidable crisis de confianza nacional e internacional que lo agobia a partir del
monumental fracaso y la estrepitosa caída del gobierno de la Alianza. No será esta vez
la remanida "crisis del modelo", sino algo verdaderamente inédito, nunca visto: Una
auténtica "crisis sin modelo", o un "modelo de crisis".
No se trata de un prematuro pronóstico apocalíptico, ni de una simple teorización de
carácter académico. Baste solamente mencionar cinco hechos, cada uno de ellos
suficientemente elocuente de por sí:
- Hay miles y miles de empresas argentinas, de todo tamaño, endeudadas en
dólares, que no están ahora en condiciones de saldar sus créditos. Más temprano
que tarde, la mayoría entrará progresivamente en convocatoria de acreedores.
- La deuda pública contraída por la mayoría de las provincias se torna
virtualmente impagable a partir de la devaluación. El "default" tiende a
propagarse rápidamente en casi todo el interior del país.
- Aún con las severas restricciones impuestas por el "corralito financiero", en los
últimos treinta días los depósitos bancarios cayeron aproximadamente cinco mil
millones de dólares. A ese ritmo de extracciones, en doce meses la discusión
sobre su posible levantamiento sería irrelevante, porque no habría ya en los
bancos más depósitos para retirar.
- El control de cambios, impuesto durante la agonía del gobierno de la Alianza,
generó como consecuencia que muchos exportadores dejaron de ingresar divisas
al país, para eludir el cerrojo bancario. Las reservas monetarias del Banco
Central tienden, entonces, a descender, con independencia del eventual
incremento de las exportaciones.
- La reaparición de la inflación y su consecuente impacto sobre los sectores de
ingresos fijos, en especial trabajadores y jubilados, incrementará los índices de
conflictividad social y erosionará las bases de sustentación política del gobierno.
Las estimaciones mensuales del INDEC sobre el aumento del costo de vida
constituirá uno de los indicadores fundamentales de la evolución de la situación
política.
Cualquiera de estos cinco hechos, aisladamente considerado, alcanzaría por sí mismo
para desencadenar una verdadera debacle. La combinación e interacción entre todos
ellos permite entrever que, muy probablemente, esa debacle adquiera la forma de
explosión. Como suele decirse en la jerga de los economistas, este programa "no
cierra". En realidad, podría afirmarse que ni siquiera "abre".
En el mundo de la década del 80, un experimento de características semejantes tardó
diez años en explotar. En ese lapso, el producto bruto interno de la Argentina descendió
un diez por ciento. En el siglo XXI, con las innovaciones propias de la revolución
tecnológica y la globalización productiva, los tiempos históricos se aceleran. Las
décadas parecen venir cada vez más cortas. Incluso pueden durar sólo unos pocos
meses.
Nuevamente, aunque desde un piso sensiblemente más bajo que el actual, la Argentina
tendrá que barajar y dar de nuevo. Ese replanteo inevitable estará basado en dos ejes
estratégicos fundamentales. El primero es una recomposición política dentro del
peronismo, que implicará una reversión del sistema de alianzas que sustenta al actual
gobierno, centrado hoy en el acuerdo con el radicalismo y el Frepaso. El segundo, un
nuevo mecanismo de inserción internacional de la Argentina. Hay que prepararse para
lo que viene. |
Jorge Castro , 12/01/2002 |
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