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Crisis en la seguridad internacional El desafío Norcoreano |
Corea del Norte se apresta a lanzar un misil balístico de tres etapas (Taepodong-2), apto para transportar una cabeza nuclear y capaz de alcanzar Hawai y Alaska con dos etapas (6000 km) y la totalidad del territorio continental norteamericano con la tercera (15.000 km).
El 31 de agosto de 1998, Corea del Norte lanzó un misil de corto alcance (Taepodong-1) que sobrevoló Japón, desencadenando una crisis en el sistema de seguridad regional del noreste asiático.
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El probable lanzamiento del Taepodong-2 implica también una crisis, sólo que de naturaleza distinta; esta vez afecta al sistema de seguridad internacional en su conjunto y tiene, por lo tanto, un significado global.
Esta crisis golpea primordialmente al país eje del sistema – Estados Unidos-, cuando sus prioridades estratégicas están abrumadoramente concentradas en Medio Oriente (Irak, Irán, Afganistán); y en donde enfrenta también una situación de crisis, tanto sobre el terreno (multiplicación de los atentados en Irak, no obstante la muerte de Zarkawi; “irakinización de Afganistán”, con 600 muertos en las últimas dos semanas; y continuo, y hasta ahora exitoso, desafío nuclear iraní), como en la opinión publica norteamericana, que es el resorte final y decisivo del conflicto global que lo enfrenta con Al-Qaeda desde septiembre del 2001.
La respuesta de Estados Unidos a la audacia norcoreana ha sido tornar operativo, por primera vez, su sistema de misiles antimisiles, hasta ahora en la etapa experimental. Corea del Norte tiene más de 800 misiles balísticos, incluyendo 600 Scuds, similares a los que impactaron Israel en la Guerra del Golfo (agosto 1990-febrero 1991) y 200 misiles Nodong. Dispone también de un ejercito de 1.500.000 hombres, equipados con 11.000 piezas de artillería pesada (155mm), desplegados, sobre todo, en la frontera con Corea del Sur (Paralelo 38), a no más de 40 kilómetros de Seúl, dos veces capturada, dos veces destruida, en la guerra de Corea (junio 1950/ junio 1953).
Corea del Norte es también una potencia nuclear, que ha proclamado su condición en violación directa al Tratado de No Proliferación (TNP); y que posee entre 2 y 6 bombas de una capacidad destructiva varias veces superior a las de Hiroshima y Nagasaki.
El régimen de Pyongyang experimenta una severa crisis económica, con caída de la producción, perdida de cosechas e incluso, en el extremo, hace 10 años, hambrunas. Es el resultado del colapso del sistema de socialismo centralmente planificado, fundado en la industria pesada, tras la desaparición de los subsidios de la Unión Soviética.
Pero el régimen es más que una economía en crisis, en procura de reformas. Su sustento fundamental y el de su líder Kim Jong Il, hijo del fundador Kim Il Sung, es una elite científico-tecnológica/militar, cohesionada por el Partido de los Trabajadores de Corea (Partido Comunista). También lo es su arraigo en el nacionalismo coreano. La historia de Corea es la de un constante conflicto con dos enemigos extremadamente poderosos y letalmente cercanos: Japón y China. La respuesta a este conflicto asimétrico/dual fue la militarización y el aislamiento: “el Reino Ermita”. Luego, el aislamiento y la militarización del actual régimen norcoreano no es una anomalía histórica, una aberración de la naturaleza, sino la reaparición de una larga y honda tendencia histórica, transformado en rasgo idiosincrásico de un régimen y un pueblo.
Estados Unidos ha aceptado el desarrollo de la tecnología de las armas nucleares en India, Pakistán e Israel, todos países situados fuera del marco TNP. Lo hace porque considera compatible los propósitos estratégicos de estos países con sus objetivos de largo plazo que, ante todo, consisten en sustentar el sistema de seguridad internacional, en su condición de potencia hegemónica.
Al mismo tiempo, se opone drásticamente a la posesión de tecnología nuclear por Irán y Corea del Norte, en razón de que son países gobernados por regimenes autocráticos y hostiles.
Significa, en síntesis, dice Henry Kissinger, “que la política de antiproliferación de Estados Unidos no se refiere tanto al hecho de la proliferación, como a la naturaleza de los regimenes políticos”.
Después del 11/9, Estados Unidos decidió que la única forma de garantizar su seguridad interior es reestructurar al mundo de acuerdo a sus valores e intereses. Significa cambiar los regimenes políticos de los países que considera hostiles. Por eso lo novedoso de la guerra de Irak (2003) no fue la intervención militar, sino la eliminación del régimen de Sadam Hussein (“regime change”).
Cuando la misión principal del “hegemon” es reestructurar el mundo (“empire”), como sucede tras el 11 de septiembre del 2001, la cuestión del régimen político de los países del sistema adquiere un carácter crucial. Es lo contrario a lo que sucedía en la fase histórica previa, cuando la política internacional era lo que se hacia de las fronteras hacia afuera.
“Hoy todo es política internacional, ya sea que transcurra adentro o afuera de las fronteras de los países”.
Publicado en el diario PERFIL el 25/6/2006
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Jorge castro , 27/06/2006 |
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