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La globalización se acelera. Caída de las bolsas y boom mundial |
En menos de 10 días, los valores de los mercados bursátiles del mundo entero cayeron 10% o más; los más golpeados, como siempre, fueron los commodities y los mercados emergentes. El cambio de los vientos fue tan súbito como impactante; el Down Jones cayó 5% en Wall Street, tras haber alcanzado su máximo histórico el 10 de mayo (11.642, 65 puntos). El SENSEX de India se desplomó 16% en sólo dos semanas, tras haber subido 34% entre enero y mediados de mayo.
Esta turbulencia generalizada, según estimación común, es consecuencia del temor a un aumento de la inflación en Estados Unidos, con el consiguiente incremento de sus tasas de interés.
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Pero la semana pasada, la onza de oro cayó más del 10%. Si el problema fuera una perspectiva de auge de la inflación, el precio del oro, en vez de bajar, debería subir; y ha ocurrido lo contrario.
Detrás de esta volatilidad generalizada parece estar ocurriendo un choque entre la aceleración de la globalización y los mercados financieros. Los mercados financieros internacionales son una gigantesca estructura de percepción del riesgo. Crece la percepción del riesgo porque se acelera la globalización. Los mercados son un mecanismo autoinducido absolutamente descentralizados, no controlados ni regulados por ningún banco central, ni siquiera la Reserva Federal; en ellos se cruza una determinada tasa de retorno (tasa de interés) con una cierta percepción del riesgo. La aceleración de la globalización modifica la estructura de cada uno de los mercados que integran el mercado mundial.
La economía mundial creció 5.3% anual en el primer trimestre del 2006. Ha crecido más de 4% anual promedio por 11 trimestres consecutivos; es el mayor nivel de crecimiento en 30 años. Este auge coincide con una inflación del 2% anual, virtual estabilidad, y en este nivel se ha mantenido en los últimos 10 años.
El crecimiento es record, la inflación es baja, y esto ocurre cuando el precio del petróleo se triplicó en tres años. Atrás de esta formidable paradoja, dos son las fuerzas estructurales en acción. Una es la duplicación de la oferta global por la incorporación de China, India y los países del exbloque comunista de Europa Oriental al mercado capitalista mundial. Es la mayor ampliación del mercado mundial desde la Revolución Industrial de 1780. Tiene un significado histórico semejante al descubrimiento del oro en California (1847), sólo que multiplicado por 10. Marx le escribe a Engels en 1847: “esto no lo habíamos previsto; el descubrimiento del oro en California implica la aparición de un mercado de la nada que equivale a la mitad de Europa”.
El resultado es una caída generalizada de los precios de los bienes, sobre todo industriales; es lo que se denomina la “deflación asiática”.
La otra fuerza estructural es la hiperliquidez global; la respuesta de Greenspan al estallido de la “burbuja tecnológica” en el 2001 fue reducir drásticamente las tasas de corto plazo, y las llevó del 5% al 1% anual. Como la Reserva Federal actúa como banco central mundial, las tasas de interés de corto plazo de los países centrales (G-7) cayeron en el 2003 al menor nivel histórico, y se mantuvieron allí hasta junio del 2004.
La caída de las tasas de interés de corto plazo arrastraron las de largo; los “Treasuries” a 10 años, que son “sin riesgo”, están en su menor nivel histórico (4.2%; 4.7%).
Los dos vectores principales que encabezan las fuerzas de la globalización se aceleraron en los primeros tres meses del año: Estados Unidos y China.
La economía norteamericana creció 5.3%, y la inflación subyacente se redujo a 0.2% en abril (+2.1% en los últimos 12 meses). El déficit comercial cayó 5.5% en marzo, y había caído en febrero 4.1%. Es consecuencia del aumento de las exportaciones, sobre todo bienes industriales y equipos de capital, dirigidas a América Latina, la Unión Europea y especialmente a China. Sumado a una baja de las importaciones, en especial de petróleo. El déficit fiscal cayó 30% en lo que va del 2006; y cerraría el año en poco más de 300 billones de dólares, un nivel muy inferior a los 433 billones previstos en el presupuesto. Sería, así, 2.3% del PBI, semejante al que logró Clinton recién en su cuarto año de mandato (1996). Por último lo decisivo: la productividad laboral norteamericana creció 3.2% en el primer trimestre, a pesar de que, en el último trimestre del año pasado, se redujo 0.3% anual.
El boom de productividad estadounidense, en síntesis, que comenzó hace 11 años, no sólo no se frena sino que se acelera; y es obra, en más de un 60%, de la productividad de la totalidad de los factores (PTF), pura innovación.
La economía china creció 10.2% en el primer trimestre del 2006, y se orienta en el año a una tasa de 9.5%, quizás 10%, con un comercio internacional que aumenta 26% anual, tres veces más que el promedio mundial.
Se acelera la globalización, en lo que constituye, probablemente, una nueva onda larga del capitalismo; y crece la volatilidad de los mercados, esa estructura cibernética, autoinducida, descentralizada, de percepción de riesgo.
Todo en el capitalismo es cíclico; y crece no sin crisis, sino a través de ellas.
Publicado en el diario PERFIL el 28/5/06
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Jorge Castro , 06/05/2006 |
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