|
Advertencia del Partido Comunista chino . EEUU, eje de la globalización |
“Hay, inequívocamente, una aceleración decisiva de la economía mundial en los comienzos del 2006”, señala Morgan Stanley, quien advierte “un crecimiento del 3.4% en el producto industrial mundial en el primer trimestre del año, que es 70% mayor que el anémico 2% del cuarto trimestre del 2005”.
El impulso central de este auge generalizado de la economía mundial – todas las regiones del mundo crecen al mismo tiempo sin excepción – es el empuje de la economía norteamericana, que creció a una vibrante tasa del 5.3% (la primera estimación era 4.8%) en los primeros tres meses del año, el nivel más alto en los últimos dos años y medio.
|
La mayor parte de los analistas estiman que tendrá lugar una nueva revisión, que llevará el crecimiento del primer trimestre más allá del 6% anual. La razón de este optimismo es una inesperada reducción del déficit comercial estadounidense, que ha caído por dos meses consecutivos (abril/mayo) más de 4% mensual, sumado a una baja todavía más significativa del déficit fiscal, que ha disminuido 30% en relación al de los últimos doce meses.
El ciclo de la economía estadounidense determina el de la economía mundial; y, consiguientemente, el ritmo que adquiere su crecimiento fija el del conjunto. En estos términos, la globalización sigue siendo, en sus raíces, un fenómeno esencialmente norteamericano, que se ha abierto en los últimos 15 años al mundo emergente/Asia-Pacífico/China.
La globalización, en síntesis, es hoy un fenómeno global de raíz estadounidense. Esta es, precisamente, la visión del gobierno de la República Popular China. Señala el “Diario del Pueblo” de Beijing, órgano oficial del Partido Comunista chino (PCCh), en su editorial del 26 de mayo (“¿La revaluación del renminbi podrá eliminar el desequilibrio de EEUU?) que “…si se juzga desde el ángulo visual del equilibrio macroecónomico mundial, bajo la globalización, el enorme déficit comercial de Estados Unidos significa que gigantescos ahorros del mundo entero son utilizados por la economía norteamericana. Se puede decir, en este sentido, que la distribución de los ahorros mundiales está también en proceso de internacionalización. Bajo las condiciones de la globalización, el movimiento de los ahorros, antes muy afectados por las fronteras nacionales, está sometido a una creciente redistribución dentro del marco global.”
Esta disminución significativa y persistente del “home bias” (inversión sólo dentro de las fronteras nacionales), ya advertida por Alan Greenspan en 1993, es el rasgo principal de los mercados financieros internacionales en esta fase de la globalización, según el Partido Comunista Chino.
Por eso subraya que, “…en la redistribución global de ahorros (…), los Estados Unidos absorben la mayor parte de los ahorros del mundo”. Esta redistribución global tiene como fundamento macroeconómico el déficit comercial norteamericano. De esta forma, el mundo se divide en dos sectores, uno, Estados Unidos, con su gigantesco déficit comercial y, el otro, el resto del mundo, que aporta sus ahorros.
Así, el déficit comercial norteamericano no es una manifestación de “desequilibrio macroeconómico”, sino el primero y más decisivo de los rasgos estructurales de esta fase de la globalización: su condición necesaria.
Dice el “Diario del Pueblo”: “si se juzga con una descripción altamente simplificada la actual configuración mundial, esta es así: Estados Unidos es el área del consumo; Asia, el área de la producción (industrial); y Europa, el área del capital. La actual configuración mundial (en síntesis), favorece a los Estados Unidos.”
Agrega el PCCh: “el superávit comercial de China con Estados Unidos es producto del reajuste de la estructura industrial mundial bajo las condiciones de esta globalización. Las fuerzas impulsoras de la emergencia de China en el mercado mundial son la enorme demanda de su mercado interno y la competitividad de su gigantesca mano de obra.”
Por eso indica el PCCh que, “…si se juzga a nivel global el superávit comercial chino con Estados Unidos, que alcanzó los 114.200 millones de dólares en el 2005, este tiene esencialmente un carácter estructural”, surgido de la emergencia de China en el mercado global, que es, ante todo, consecuencia de la incorporación de su fuerza de trabajo de 700 millones de trabajadores a la economía capitalista internacional.
El PCCh denomina “reajuste de la estructura industrial mundial” a la emergencia en gran escala de la transnacionalización productiva, núcleo de la globalización. El dato central, en este sentido, es el traslado de la industria de Corea del Sur, Japón y Taiwán, incluyendo la de alta tecnología, a China continental, que es, precisamente, lo que la convierte en la “fabrica global”.
Por eso, dice el PCCh, al trasladarse las industrias de Corea del Sur, Japón y Taiwán a la República Popular, llevan con ellas, como una mochila dorada, su superávit comercial con los Estados Unidos.
Y es en “esta configuración totalmente nueva de la economía mundial que los Estados Unidos se han convertido en su mayor beneficiario,” concluye el órgano del PCCh, fundado por Mao Tse Tung.
Publicado en el diario PERFIL el 4/6/06
|
Jorge Castro , 06/05/2006 |
|
|