Fotografía de plaza.

 


El 25 de mayo, finalmente, Néstor Kirchner se dará el gusto de tener una manifestación propia en la plaza histórica. Hace ya algunas semanas que él y su entorno organizan minuciosamente ese acto en el que ("inevitablemente", al decir del ministro de Interior) se le requerirá al Presidente que se presente en 2007 para un nuevo período.
La intención del oficialismo es que todo impresione como algo espontáneo: no quieren, por ejemplo, que los chasiretes registren la clásica foto de hileras de micros estacionados en los alrededores del escenario, una imagen que siempre evoca la idea de públicos arreados. En esta ocasión los micros pararán bastante lejos de la plaza y tendrán el refuerzo de los medios públicos gratuitos.
Ricardo Jaime, el subsecretario a cargo de las regulaciones, los controles y los subsidios al transporte sugirió esa idea a los concesionarios de ferrocarriles y subterráneos y tuvo la buena fortuna de que se la aceptaran vertiginosamente.

Para contribuir al éxito de la convocatoria, conocidos dirigentes que convergen en el respaldo al doctor Kirchner y su nueva política aportarán voluntarios: los gremialistas Hugo Moyano y Luis Barrionuevo; los líderes piqueteros con el flamante subsecretario de Vivienda y Tierras, Luis D'Elía, a la cabeza; la señora Hebe de Bonafini; la mayoría de los intendentes del Gran Buenos Aires, tanto los que constituían hasta hace unos meses el llamado "aparato duhaldista" como muchos de origen radical; el sector gremial conducido por los denominados "gordos" de la CGT, con Armando Cavallieri como referente principal. A todos ellos se sumarán las organizaciones kirchneristas "puras" y una pléyade de gobernadores que también han prometido respaldo y disciplinada asistencia. En fin, que en la fiesta soñada del Presidente estará representado, aparentemente, casi todo el país. ¿O no?

En rigor el paisaje luce un poco menos idílico.

En principio hay un deseo íntimo que el doctor Kirchner ha optado por postergar: no hablará desde un balcón de la Casa de gobierno. La idea de emular al Juan Perón de los grandes actos ha tentado a más de un presidente (civil o militar) y el doctor Kirchner no es una excepción, aunque algunos de sus consejeros de imagen lo ayudaron a resistir el deseo. "El gesto puede ser contraproducente tanto entre los ciudadanos justicialistas como en la opinión pública independiente", le explicaron. Y puesto que el acto tiene como objetivo final una aspiración electoralista, el balance de costos y beneficios fue disuasivo.

Habrá que ver, en cualquier caso, si esos sectores a los que se trata de no espantar evitando el discurso del balcón no se echan hacia atrás con menos que eso, con el mero espectáculo del acto y de sus protagonistas. Con algo de preocupación uno de los organizadores porteños de la demostración kirchnerista analizaba el viernes una encuesta reciente que detecta la creciente penetración de las críticas de la señora Elisa Carrió al acto del 25 de mayo. "Están expropiando una fiesta patriótica y transformándola en una demostración partidista", viene puntualizando la jefa del ARI que cuestiona, además, el empleo de recursos públicos para la reunión de Plaza de Mayo. Agrega la diputada que "este es el gobierno más corrupto de la historia contemporánea argentina". Aunque esta última observación no ha calado aún hondo en la opinión pública, aquellos otros cuestionamientos parecen compartidos por un porcentaje nada despreciable de la sociedad porteña (esa encuesta se hizo sólo en Capital Federal), que también exhibe una considerable suspicacia ante algunos de los personajes y organizaciones que probablemente pugnarán por exhibir su presencia en las vecindades del palco central.

Precisamente esa previsible pugna por un lugar visible es otro de los puntos que desvelan al entorno de Kirchner. Temen, con alguna lógica, que esos sectores –varios de ellos con historias de tensiones recíprocas- puedan chocar entre sí en la búsqueda de los lugares más destacados. Aunque se activarán todos los mecanismos de seguridad, no se excluye que ocurran "provocaciones" (para decirlo en los términos de los organizadores).

Lo que no representa ningún motivo de angustia para ellos es el número de participantes: dan por sentado que las organizaciones comprometidas aportarán no menos de 100.000 personas. Si esos vaticinios se cumplen no sólo estará llena la porción de la Plaza habilitada para el acto sino unos 100 metros de las diagonales Norte y Sur y de la Avenida de Mayo.

Mientras la manifestación del 25 absorbe tantas energías oficialistas, hay problemas importantes de la realidad que permanecen abiertos. El gobierno no consigue, por ejemplo, tranquilizar al campo. No contribuyó a mejorar esa situación el expeditivo procedimiento que usó el oficialismo para apartar a la diputada María del Carmen Alarcón de la presidencia de la Comisión de Agricultura y Ganadería de la Cámara baja. Peronista de Santa Fe, una provincia en la que la actividad agropecuaria tiene gran importancia y ocupa a muchas personas, la diputada se había caracterizado por defender a los productores y cuestionar medidas como la prohibición de exportaciones de carne. Su desplazamiento –así como el discurso del oficialismo legislativo para fundamentarlo- fue recibido por el campo como una nueva señal de hostilidad de parte del gobierno. Las asambleas de productores que se suceden en distintos puntos del interior proponen cada vez con mayor énfasis medidas de fuerza contra la política ganadera en vigencia.

Tampoco están en calma los restantes sectores empresarios. Esta semana todas las organizaciones del empresariado (las que agrupan a la industria, a la banca, al comercio y a la actividad rural) se unieron para suscribir una declaración conjunta cuestionando algunas iniciativas legislativas impulsadas por el oficialismo. La circunstancia de que se agruparan para señalar esas críticas da cuenta de la atmósfera enrarecida que reina en las relaciones con el gobierno. Aunque no lo mencionaron explícitamente, el manejo de la política de precios que ejecuta el secretario Guillermo Moreno y, particularmente, el brusco estilo que este impone (motivo por el que, precisamente, fue elegido por Kirchner) es uno de los factores que colabora en el enrarecimiento atmosférico. Si bien con una notable cautela, los empresarios han comenzado a dejar atrás el silencio.

Más allá de la foto de la Plaza, hay otras imágenes que están en movimiento
Jorge Raventos , 23/05/2006

 

 

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