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Parálisis de Lula y auge de Chávez Retroceso brasileño |
En diciembre de 2004 se lanzó en Cuzco, Perú, la Comunidad Sudamericana de Naciones (CASA). Impulsada por Brasil, con el liderazgo del presidente Lula, CASA abarcaba dos proyectos de integración regional y una nación (Chile) del espacio sudamericano. Los proyectos de integración eran el Mercosur (Brasil, Argentina, Uruguay, Paraguay) y la Comunidad Andina de Naciones (CAN), integrada por Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia. |
El objetivo de CASA era “la convergencia, concertación y coordinación política y diplomática del espacio sudamericano integrado”. Un año y medio después, Venezuela anunció su salida de la CAN, y va a ser acompañada en ese camino por Bolivia, en cualquier momento.
El presidente Hugo Chávez de Venezuela mantiene conflictos de envergadura de tipo diplomático con Colombia, Perú y México, entre otros.
Bolivia nacionalizó el 1° de mayo los activos de las empresas transnacionales (ETNs) de petróleo y gas radicadas en el país; de ellas la más importante es la empresa estatal brasileña Petrobras, responsable de casi el 60% del total de inversión transnacional realizada allí en los últimos 10 años.
Venezuela, Cuba y Bolivia sellaron en La Habana un acuerdo comercial, el ALBA (“Alternativa Bolivariana de las Américas”), opuesto al ALCA y claramente diferenciado del Mercosur y la CAN.
Colombia, Perú y, próximamente, Ecuador, suscribieron o se aprestan a hacerlo acuerdos de libre comercio de carácter bilateral con los Estados Unidos, tal como lo hizo Chile en el 2003.
El Mercosur experimenta la mayor crisis de su historia, desde el Tratado de Asunción de 1991. El conflicto entre Uruguay y la Argentina por las papeleras se transformó en un enfrentamiento entre naciones y, en la relación Brasil/Argentina, virtualmente ha desaparecido la zona de libre comercio, tras el establecimiento de un sistema de salvaguardas (restricciones administrativas a las exportaciones del otro).
Todos los sistemas de integración de América del Sur, están en crisis, recorridos por una tendencia generalizada a la fragmentación.
Enfrente, y como sustituto del papel federador que cumplió Brasil, surge Venezuela con el liderazgo de Chavez. Impulsa un megagasoducto de 8000 kms de extensión que recorra el continente, como un hilo rojo de potencia energética. También quiere crear un Banco del Sur que financie los proyectos de infraestructura de la región. Ha puesto en marcha, una cadena regional de televisión (Telesur), para que compita con las redes norteamericanas de información. Por último, propone el establecimiento de una Organización del Tratado de Atlántico Sur (OTAS), que coordine la defensa de la región frente a “amenazas externas de tipo convencional de carácter asimétrico”.
Este cuadro de fragmentación generalizada tiene varios significados, como todo fenómeno histórico. Uno de ellos, no necesariamente el más importante en el largo plazo, pero ciertamente crucial hoy, es la crisis del liderazgo brasileño en América del Sur.
Hace un año se reveló en Brasil el sistema de financiamiento de la coalición oficialista en el congreso, instaurado por el partido gobernante (PT) y el gobierno de Lula (“Mensalao”). Desde entonces, la acción externa de Brasil está prácticamente paralizada y lo mismo sucede, en gran parte, con la acción interna del gobierno de Lula.
La mitad del fenómeno político es físico. La ausencia de un país hegemónico crea una situación de vacío que invita a otros protagonistas. “Folha de Sao Paulo” titulo ayer: “Morales (Evo) acusa a Petrobrás y ataca a Brasil”, en referencia a la declaración del líder boliviano que calificó de “contrabandista” a la empresa creada por Getulio Vargas en 1950.
La fragmentación que recorre América del Sur es, ante todo, una derrota política de envergadura para Brasil. Este retroceso coincide, paradójicamente, con un salto en la internacionalización de sus principales empresas.
El stock de inversión directa de Brasil en el exterior alcanzó hasta el 2004 los 93.000 millones dólares, con un flujo anual de 15.000 millones de dólares, promedio. La IED brasileña es de lejos la mayor de América Latina. La mayoría de las transnacionales brasileñas invierten en América Latina, en primer lugar en el Cono Sur, aunque muchas también lo hacen en al menos otro continente. Entre las 10 principales transnacionales brasileñas, 6 eran previamente estatales, o con fuerte participación estatal. Creación, en suma, de la etapa de industrialización sustitutiva de importaciones (ISI), con fuerte intervención del Estado, de Getulio Vargas/Juscelino Kubistchek/Ernesto Geisel. Dice la CEPAL: “se logró (en la década del 90) una reestructuración de las firmas brasileñas que supuso un intenso proceso de innovación tecnológica y organizacional (…) lo que significó un estimulo para la internacionalización”.
La apreciación del Real, que sólo este año (2006) se valorizó 18% con respecto al dólar, acentúa la tendencia hacia la internacionalización de las empresas brasileñas, al aumentar su liquidez.
Brasil invirtió en la Argentina U$S 5141 millones entre el 2002 y el 2005, lo que triplica el monto del periodo 1991-2001 (convertibilidad).
Publicado en el Diario Perfil el 14/5/2006
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Jorge Castro , 15/05/2006 |
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