Ley de Contrato de Trabajo Juvenil .
Derrota del Estado francés

 


El 9 de abril el Estado francés confesó su derrota, al anunciar el presidente Jacques Chirac el “reemplazo” del “Contrato de Trabajo Juvenil” (CPE), tras 9 semanas de gigantescas manifestaciones de hasta 3 millones de personas, que, en la última etapa, comenzaron a adquirir características insurreccionales. Todo el poderío del Estado francés retrocedió ante el poder de la democracia callejera, que movilizó a estudiantes, trabajadores, intelectuales, de todas las edades, y que contó con el respaldo de la opinión pública (63% de los franceses rechazan el CPE).
El histórico enfrentamiento entre la sociedad civil movilizada y el Estado galo, el más poderoso y centralizado de Europa, concluyó, una vez más, con la imposición de la voluntad de las calles. La grieta profunda que históricamente existe entre la sociedad francesa y su Estado, se profundizó en los últimos dos meses con una envergadura semejante a otras experiencias revolucionarias, como Mayo de 1968, Febrero de 1936, la Comuna de 1871, o las revoluciones burguesas de 1830 y 1848.

Desde la revolución de 1789, Francia ha tenido 13 regimenes políticos sucesivos. El actual, la Quinta República creada por el general Charles De Gaulle en 1958, culminó con las movilizaciones de mayo de 1968, cuando el poder del líder de la Francia libre, el presidente de mayor legitimidad y respaldo popular de la historia del país, vio desafiada su autoridad, hasta prácticamente desaparecer, por las multitudes encabezadas por los estudiantes de La Sorbona (Nanterre). Tras la renuncia de De Gaulle en 1970, luego de haber perdido el referéndum sobre la descentralización, el abismo entre el sistema de instituciones políticas y la sociedad civil se acrecentó paulatinamente. Desde entonces, en toda elección legislativa de la Quinta República, la mayoría gubernamental, ya sea de izquierda o de derecha, ha sido derrotada electoralmente.

En los comicios legislativos de 1993 (segundo mandato del presidente socialista Francois Mitterrand), la izquierda (Partido Socialista-PS/Partido Comunista-PCF) obtuvo el 29% de los votos, luego de que cinco años antes (1988), lograra el 49%; en esas elecciones, el socialismo de Mitterrand experimentó un verdadero colapso, con una perdida de 4 millones de votos (pasó del 34.9% al 18.8%).

Cuatro años más tarde ocurrió algo semejante con la centro derecha (Reunión del Pueblo Francés-RPF/ Unión Democrática Francesa-UDF) que, tras haber logrado 485 de los 577 escaños de la Asamblea Nacional en 1993, sufrió en 1997 un auténtico descalabro, con una perdida, en esa sola elección, de 216 bancas.

El 21 de abril del 2002, en la primera vuelta de las elecciones presidenciales, Jean Marie Le Pen (Frente Nacional-FN), candidato de la extrema derecha, obtuvo 4.8 millones de sufragios (16.9% de los votos), y expulsó de la segunda vuelta al Partido Socialista del primer ministro en funciones, Lionel Jospin.

Por último, en el referendo sobre la Constitución Europea del 29 de mayo de 2005, en que el “No” se impuso por el 55% de los votos; más del 92% de los que votaron “No” lo hicieron por motivos ajenos a la Constitución, ante todo por rechazo al gobierno, a las instituciones y a los dirigentes políticos (“ras-de-vol” - hartazgo) y el temor al desempleo. Tres meses antes, el proyecto de Constitución Europea había sido aprobado por más del 90% de los votos de los parlamentarios (Asamblea Nacional y Senado), con 730 votos a favor y 16 en contra. Es la misma Constitución que luego sería rechazada abrumadoramente por los ciudadanos franceses.

El análisis del referéndum sobre la Constitución Europea muestra una estrecha correlación entre el voto y la estructura social y económica. Votaron “No” 71% de los trabajadores temporarios y 69% de los que tenían contratos de trabajo a término fijo. La escala de los ingresos mensuales señala que votaron “No” más del 66% de los que ganan menos de 1500 euros mensuales, 55% de los que perciben menos de 3000 euros, 40% de los que obtienen ingresos inferiores a 4000 y el 25% de los que ganan más de 4500 euros mensuales.

Paris y en general la elites económicas, sociales y políticas; votaron por el “Si”, mientras que el norte industrial y el sur del país, donde se encuentra la masa de los desocupados, lo hicieron abrumadoramente en contra.

Lo característico del sistema político francés es no sólo el enfrentamiento entre la sociedad civil y el Estado, sino, además, la debilidad estructural de los agentes de la mediación política y social. Hay tres grandes centrales obreras, pero, en conjunto, no abarcan más del 10% de la fuerza de trabajo industrial, porcentaje semejante al del sindicalismo norteamericano. Los partidos políticos son de una extrema volatilidad, con una tendencia orgánica al fraccionamiento y la escisión, y sus vínculos con la sociedad civil son tenues.

“Francia prefiere hacer revoluciones antes que reformas”, le dice André Malraux al general De Gaulle en la Hoguera de Encinas; la respuesta del líder de Francia fue: “no es que prefieran hacer revoluciones en vez de reformas, sino que la única forma que tienen de hacer reformas es a través de revoluciones”.

Publicado en el Diario Perfil el 16/4/06
Jorge Castro , 17/04/2006

 

 

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