Nueva Estrategia de la República Popular
El auge del consumo chino cambia el mercado mundial

 


En el 2006 se eliminan totalmente los impuestos agrícolas en China. Significa que, a partir de este año, el sistema tributario de la República Popular será esencialmente una realidad urbana, industrial y de servicios, que deja exentos a los 750 millones de campesinos.
China tiene uno de los niveles de ahorro más altos del mundo (40% del PBI), depósitos en el sistema financiero que ascienden a 1.7 trillones de dólares y reservas internacionales por 845 billones de dólares, las segundas más importantes después de Japón.
Pero su extraordinario crecimiento económico de los últimos 25 años ha sido impulsado, fundamentalmente, por una gigantesca oleada de inversiones, que llega al 47% del PBI y ha sido acompañado por un bajo nivel de consumo individual. La debilidad del consumo se acentúa a partir de 1999, en que cae, ante todo en el campesinado, hasta llegar a un piso del 53% en el 2003, tras haber representado el 64.7% en los 80. Agrava este desnivel estructural el hecho de que la masa de la IED, que en 2005 ascendió a 61.000 millones de dólares, se dirige sobre todo al sector externo, que el año pasado creció 27%, casi tres veces más que el promedio mundial.

La nueva política económica, que coloca el énfasis en el aumento del consumo (XI Plan Quinquenal 2006-2010), prevé que experimentará un auge del 11.7% este año, casi 3 puntos por encima del crecimiento del producto. Este es el resultado de una mejora del ingreso per capita de los campesinos de 6.2% en el 2005 (402 dólares anuales); mientras el ingreso urbano promedio asciende a 1700 dólares.

“Resulta perentorio cambiar el modo de crecimiento económico”, sostiene el primer ministro Wen Jiabao: “la baja participación del consumo en el producto no favorece la ampliación estable de la demanda interna, ni tampoco el crecimiento continuo y relativamente rápido, ni el circulo virtuoso de la economía…por eso la nueva estrategia económica se orienta a aumentar por todos los medios el consumo inmediato.”

El resultado es sinónimo del cambio de las condiciones del campesinado. Además de la eliminación de los impuestos agrícolas, se creó un fondo especial de 42.400 millones de dólares para el desarrollo rural; y se aumentó 13.3% en el 2005 el gasto en programas para el agro, previéndose otro incremento de 14.2% en el 2006. Pero todas estas políticas destinadas a incrementar los ingresos campesinos, ocupan un segundo plano frente a la gran cuestión pendiente de la propiedad de la tierra.

En las ciudades chinas se permite desde la década del 90 la venta de propiedades, al punto de que el mercado inmobiliario se ha convertido en uno de los principales motores del crecimiento económico; y junto a la propiedad de sus viviendas ha surgido en las ciudades una clase media que las utiliza como garantías para obtener créditos.

A los campesinos, en cambio, se les permite alquilar lotes de tierra para producir como quieran, pero la propiedad permanece “colectiva”; en los últimos 15 años, el alquiler de estos lotes se ha extendido hasta tres décadas, pero los campesinos no pueden utilizarlos como garantías para préstamos hipotecarios ni tampoco venderlos.

El proceso de reformas lanzado por Deng Xiao Ping en 1978, se ha hecho esencialmente desde abajo y en forma experimental, por iniciativa de la propia sociedad, que luego el Partido-Estado convalida formalmente. El año pasado, en la provincia de más alto crecimiento de China, Guandong, que atrae el mayor porcentaje de IED, se autorizó a las villas rurales a vender tierra a los campesinos.

Fue en Guandong donde en 1992 Deng Xiao Ping dio el giro definitivo a la política de reformas en su “viaje al sur”; y es allí también donde comienza hoy una nueva revolución agraria.

El consumo de granos llegará en el 2006 a un record histórico de 500 millones de toneladas, lo que significa, en términos individuales, 386 kilos por año. De ese total, sólo el 5.1% es cubierto por las importaciones, aunque este porcentaje crece por encima del aumento del consumo.

La nueva estrategia china, al colocar el énfasis en el consumo, modifica gradualmente la estructura de las importaciones de commodities, con una caída en el tiempo de la demanda de minerales y energéticos y un aumento concomitante de los vinculados a los alimentos (granos y aceites).

En los últimos 15 años, con un crecimiento sustentado en la inversión y el comercio exterior, la demanda china de minerales y energéticos superó ampliamente la de los alimentos; y el precio de los primeros dejó atrás a los segundos desde 1993, con una diferencia en el mercado mundial de más del 76%. Esto es lo que comienza a revertirse ahora.

Los cambios de la acumulación China tienen un significado mundial. El énfasis en el consumo, en vez de la inversión, modifica el mercado mundial de commodities. Los grandes giros históricos en China tuvieron como eje al campesinado. Malraux le pregunta a Mao, como supo que el campesinado era la principal fuerza revolucionaria china, y la respuesta del creador de la Republica Popular fue la siguiente: “lo supe desde siempre”.

Publicado en el Diario PERFIL el 9/4/2006
Jorge Castro , 04/10/2006

 

 

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