|
Crisis en un país del G-7 Italia se sumerge en la decadencia económica y la parálisis política |
El mundo experimenta el mayor nivel de expansión de los últimos 30 años. Todas las regiones, y prácticamente todos los países, crecen al mismo tiempo. Italia no crece. El PBI italiano aumentó 0.0% en 2005, después de derrumbarse más de 1 punto tras el leve auge de 1.1% en 2004. El total estancamiento de la economía italiana no hace otra cosa que retomar el 0.0% del 2003. En los últimos 5 años, el PBI industrial de la península cayó 6.1%.
Sólo 12% del total de las exportaciones italianas son productos de alta tecnología, la mitad del promedio europeo; Italia, consecuentemente, gasta en investigación y desarrollo (I&D;) 1.1% del PBI, mientras la media del continente es 2%; es 3.2% en Japón y en EEUU casi 5%.
|
En estas condiciones, el crecimiento de la productividad (productividad de la totalidad de los factores-PTF) de la economía italiana es nulo o negativo, mientras aumentan los costos de la producción. El resultado es que Italia pierde posiciones en el comercio internacional y caen sus exportaciones en términos absolutos. Alemania es su principal mercado y está en depresión estructural desde hace más de 10 años. Asia, y en primer lugar China, compite abrumadoramente con sus exportaciones industriales en sectores que antes fueron prácticamente su exclusividad: textiles, calzados y muebles.
En los últimos 15 años, Italia ha sido el país de menor crecimiento de Europa, incluso por atrás de Alemania.
La tasa de natalidad es una de las más bajas de Europa Occidental: 1.3 niños por mujer. Italia pierde población en términos absolutos, mientras aumenta el nivel de envejecimiento de su población.
La tasa de actividad laboral es la más baja de Europa Occidental; sólo 57% de los italianos de entre 15 y 64 años de edad están empleados (la de Alemania es 66% y 73% en Gran Bretaña).
Italia enfrenta, como toda Europa, pero de manera cada vez más paradigmática, las nuevas reglas de la competitividad internacional. Su nulo aumento de la productividad cae frente al salto estructural de la productividad norteamericana y sus exportaciones industriales se ven crecientemente desafiadas por las chinas, que tienen el mismo grado de perfección en el diseño (a veces el mismo), pero con costos 10 veces inferiores.
El estancamiento económico italiano tiene su correlato en la parálisis de su sistema político. La crisis ahora afecta a la Segunda República, el régimen surgido tras el colapso de la Primera en 1992.
El fin de la Primera República (1946-1992) fue el resultado directo de la terminación de la Guerra Fría y la implosión de la Unión Soviética (agosto-diciembre de 1991). Fue cuando las 3 repúblicas eslavas (Rusia, Ucrania y Bielorrusia) dieron por terminada la URSS; y menos de tres meses después, en febrero de 1992, la Justicia de Milán descubrió el sistema de financiamiento de la estructura política italiana vigente y conocido desde la década del 50 (operación “Mani Pulite”). Así concluyó la Primera Republica, un régimen estable, encuadrado por el Mercado Común Europeo y la OTAN, en el que se desplegó el “milagro económico” italiano posterior a la Segunda Guerra Mundial; y en la que la Italia destruida por la guerra dio paso a un crecimiento que fue superior en varios años al 10% del PBI anual.
El “milagro económico” italiano fue resultado de la convergencia de los bajos costos laborales y el extraordinario aumento de la productividad que produjo el traslado masivo de la mano de obra del campo (Sur) a las ciudades (Norte). El “milagro” concluyó en la década del 90, junto con la Primera República. La Segunda, surgida en 1992, es un sistema bipolar, formado por dos grandes coaliciones de centro-derecha (La Casa de las Libertades) y centro-izquierda (Polo del Olivo), que concentran el 75% de las bancas del parlamento en Roma. El resultado es que los terceros partidos son irrelevantes; pero las pequeñas agrupaciones que integran las dos grandes coaliciones (4 de centro-derecha y 9 de centro-izquierda) tienen un peso decisivo, con derecho de veto sobre las decisiones políticas fundamentales. Por eso, las coaliciones italianas son amplias y relativamente estables, pero los gobiernos que forman son débiles e incapaces de gobernar.
La OCDE estima que, en los últimos 15 años, la capacidad de crecimiento potencial de largo plazo del PBI italiano ha caído 1.5%. La PTF es negativa; como consecuencia, los salarios reales no aumentan, mientras que los costos laborales crecen significativamente. El resultado es que Italia pierde competitividad dentro del área Euro y más todavía contra los países fuera del área. Así, la participación italiana en los mercados mundiales es cada vez menor y sus exportaciones caen año por año, incluso en volumen.
Italia experimenta una larga decadencia demográfica, económica y política. Una de las grandes civilizaciones del mundo se hunde, todavía lentamente, en una creciente irrelevancia. La historia de la península indica que Italia no cambia endógenamente. Requiere una crisis y la presión externa. La crisis se aproxima y “Cina e vicina” (China se acerca).
Publicado en el diario PERFIL el 12/3/2006 |
Jorge Castro , 13/03/2006 |
|
|