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Las reservas dependen del nivel de inversión |
El PBI chino creció 9.5% en el 2005, pero su demanda de crudo se incrementó el doble (18%), con un alza de las importaciones del 45%. Según “World Energy Outlook”, con este ritmo de crecimiento chino-asiática, la demanda energética mundial se multiplicará por dos en las próximas dos décadas. Asia-Pacífico, con China a la cabeza, representa hoy el 30% del consumo energético mundial, y alcanzará el 43% en el 2030, en tanto los 32 países de la OCDE disminuirán su participación del 58% actual al 47%.
La Agencia Central de Inteligencia (CIA) estima (“Global Trends 2015”) que Asia encabezará la demanda energética mundial en los próximos 10 años, y reemplazará a Norteamérica (EEUU/Canadá) como la principal región consumidora. La CIA, en breve, estima que la demanda mundial de energía crecerá 50% en 30 años, y se llegará a un consumo de 100 millones de barriles diarios en 2015, por encima de los 81 millones de los barriles por día que se consumieron en el 2004 y de los 84.072 millones de los primeros diez meses del 2005.
Según British Petroleum (BP), las reservas globales probadas de crudo ascendían a 1188 billones de barriles en el 2004, lo que incluye 11 billones provenientes de las arenas petrolíferas canadienses en activo desarrollo. Otra estimación (“World Oil”), es que esas arenas son 17 o 18 veces superiores al cálculo de BP; serían 175 billones de barriles.
No hay diferencias significativas entre las principales estimaciones sobre los años de reserva que quedan en el mundo (R/P= reservas/producción), BP: 40.5 años, World Oil: 36 años y O&GJ;: 44. Son reservas concentradas abrumadoramente en Medio Oriente, más del 65% del total. La OPEC posee 75% del total. Arabia Saudita, según BP, es el principal país del mundo en términos de reservas petroleras, con 263 billones de barriles; Estados Unidos, por su parte, principal consumidor mundial (21 millones de barriles diarios), tiene sólo 31 billones de barriles; y Venezuela, tercer proveedor del mercado norteamericano, posee 78 billones de barriles.
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El nivel de reservas está directamente vinculado a la tasa de inversión. Está comprobado que un aumento del 10% del precio del crudo lleva a un incremento del 5% en los gastos de exploración y producción. En los últimos 15 años, indefectiblemente, la elasticidad de los gastos de exploración y producción en relación al precio del crudo ha oscilado en 0.5%; aumenta el precio del petróleo y crecen los gastos de exploración y producción, y también se incrementan las reservas.
Las reservas mundiales de petróleo, probadas y probables (nivel de recursos petroleros recuperables), no son fijas. El nivel de reservas es una función que depende de dos factores: crecimiento económico e innovación. Por eso las reservas se revisan siempre hacia arriba según los descubrimientos, los cambios de precios y los avances tecnológicos.
Por eso el nivel de reservas ha aumentado incluso por encima del incremento de la demanda. En los 35 años posteriores a 1971, 1500 billones de barriles se sumaron a las reservas, mientras que, en igual periodo, sólo 800 billones de barriles fueron consumidos.
El mundo ha entrado en una etapa altos precios del crudo, con una previsión de U$S 67 el barril este año, comparado con U$S 57 del año pasado; y el pronostico de los mercados a futuro (10 años) es un precio de U$S 37/40 el barril.
En este cuadro, el hecho más relevante es que la economía estadounidense utiliza crecientemente menos petróleo por unidad de producto. Es una economía cada vez menos intensiva energéticamente y que se sustenta cada vez más en la utilización intensiva del conocimiento científico y tecnológico. En Estados Unidos, la oferta de energía creció 1.8% anual promedio en el década del 90, un auge inferior al aumento del PBI, que trepó 4% anual, en promedio, desde 1993 hasta 2000. Esto indica que EEUU ha experimentado una marcada reducción estructural de la intensidad energética (proporción de energía por unidad de producto medida en dólares). La razón de esta novedad histórica –estructural-, que coincide con la revolución tecnológica y el boom de productividad de la década del 90, es la conversión de EEUU en una economía de la información, que requiere para producir cada vez más menos insumos.
Dentro de estas tendencias de fondo, la caída de las reservas de la Argentina por falta de inversión, producto, a su vez, del congelamiento de precios de los últimos cinco años, es un error estratégico fundamental, de alto costo para el país en su posicionamiento internacional de largo plazo.
Publicado en LA NACIóN de 5/2/06 |
Jorge Castro , 05/02/2006 |
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