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El desafío iraní, eje de la política mundial. |
El 10 de enero de 2006, funcionarios iraníes rompieron los sellos puestos por los inspectores de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) en las instalaciones nucleares de Natanz, y retomaron el proceso de enriquecimiento de uranio, una de las dos vías -la otra es la separación de plutonio- capaces de producir armas nucleares.
Así terminaron dos años de negociaciones con la Unión Europea, a través de Francia, Alemania y Gran Bretaña, el denominado grupo 3/UE. También concluyó, el período de tres años en que la AIEA intentó verificar la naturaleza pacifica de los programas nucleares iraníes.
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El consenso de la AIEA es que, una vez completado el proceso de enriquecimiento de uranio, resulta técnicamente sencillo fabricar el uranio altamente enriquecido (HEB) que se necesita para construir un arma nuclear.
La inteligencia israelí estima que, en pocos meses, quizás en el transcurso de este año, Irán habrá dominado el proceso completo de enriquecimiento de uranio, y su programa nuclear habrá pasado “el punto de no retorno”.
La crisis desatada por el desafío nuclear de Irán se transforma así en el acontecimiento central de la política mundial, por encima de la guerra en Irak.
El salto cualitativo del 10 de enero obligó a las cinco grandes potencias (EEUU, China, Rusia, Gran Bretaña y Francia), más la UE y la RFA, a llevar el caso iraní al Consejo de Seguridad, medida aprobada por la AIEA el 1 de febrero.
Irán es firmante del Tratado de No Proliferación Nuclear (NPT), también de la Convención de Armas Químicas (QWC), y de Armas Biológicas (BWC), y del Tratado Comprensivo de Exclusión de Pruebas Nucleares (CTBT).
Dentro del TNP, Teherán suscribió en 1974 un acuerdo especial con la AIEA, por la que se obliga a aceptar la supervisión internacional de todo material fisionable en cualquier actividad nuclear de carácter pacifico que realice en su territorio.
El gobierno iraní señaló que su objetivo es generar 7000 megavatios de energía nuclear en 2020, lo que requiere construir al menos 7 plantas nucleares, incluyendo la central de 1000 megavatios de Bushehr, prácticamente terminada con asistencia rusa, a un costo de 800 millones de dólares.
Para eso, sostiene Teherán, necesita dominar la totalidad del ciclo nuclear, incluyendo el enriquecimiento de uranio. La AIEA estima que Irán ha completado, prácticamente, el dominio de la totalidad del ciclo.
Los ingresos petroleros iraníes ascenderán a 43 billones de dólares en el 2006. Es el cuarto productor mundial y el tercer exportador; y es el segundo en la OPEC, tras Arabia Saudita. Las exportaciones de crudo representan el 80% del total; son 43 billones de dólares sobre un total de 52 billones. Finalmente, más del 60% de los ingresos fiscales provienen de las ventas de crudo al exterior. La industria petrolera, en suma, es el núcleo de la economía iraní, de la que todo depende.
La razón del programa nuclear iraní no es económica, sino estratégica. Está basada en consideraciones de seguridad. Irán teme por su sobrevivencia nacional, a la que asimila con la continuidad del régimen establecido por la revolución islámica de 1979, liderada por el Ayatollah Khomeini. Irán es uno de los tres componentes del “Eje del Mal”, junto con Siria y Corea del Norte. Siria está cercada y su régimen político en proceso de descomposición, Corea del Norte, en cambio, hasta ahora está indemne, entre otras cosas porque dispone de 2, quizás 6, armas nucleares inmediatamente operativas.
La confrontación de Irán con el sistema mundial de poder (EEUU, la UE, Rusia y China) tiene lugar en una etapa de altos precios del petróleo, con un barril de crudo por encima de los 65 dólares. Esto le otorga enormes recursos -libertad de acción- al tercer exportador mundial. Por otra parte, la estimación iraní es que EEUU y sus aliados no tienen hoy una opción militar efectiva en su contra. Creen, ésta es su hipótesis estratégica, que no hay posibilidad de repetir el operativo “Osirak” de 1981, cuando los cazabombarderos de la fuerza aérea israelí aplanaron las instalaciones nucleares ubicadas en ese lugar, que el gobierno de Teherán construía entonces con tecnología y asistencia técnica francesas. Teherán cree también, y en primer lugar su presidente Mahmoud Ahmdinejad, que Estados Unidos y sus aliados están atrapados en el conflicto de Irak. Por eso, en un cálculo racional (medio-fin), es que tomó la iniciativa; y el 10 de enero sus funcionarios rompieron los sellos establecidos por la AIEA en la planta de enriquecimiento de uranio de Natanz.
Sólo EEUU puede aplastar militarmente el programa nuclear iraní. La fuerza aérea israelí, para alcanzar el territorio de Irán y sus plantas nucleares, necesita obligatoriamente pasar por el espacio aéreo controlado por Washington. Además, la totalidad del territorio israelí está al alcance de los misiles iraníes.
La crisis iraní es ya el acontecimiento central de la política mundial. Está en juego el poder, saber quien manda. No es sólo el poder de los Estados Unidos lo que está en cuestión; es la totalidad del sistema de poder mundial.
Publicado en el diario PERFIL el 5/2/06 |
Jorge Castro , 05/02/2006 |
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