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LA SITUACIÓN ESPAÑOLA LA CRISIS DEL PACTO DE LA MONCLOA |
El mensaje del teniente general José Mena, Jefe de la Fuerza Terrestre del Ejército Español, durante la ceremonia de la Pascua Militar realizada en Sevilla la semana pasada, en la que rechazó el proyecto de Estatuto de Cataluña, y advirtió, fundándose en el artículo 8 de la Constitución de 1978, sobre una probable intervención castrense en caso de que fuera aprobado “tal como ha sido planteado”, desató una crisis política de envergadura en España.
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La drástica sanción impuesta al jefe castrense por el gobierno del presidente José Rodríguez Zapatero -8 días de arresto y remoción de su cargo-, es la más grave medida tomada contra un alto mando militar en 28 años de democracia.
La crisis política española -“subita irrupción de lo nuevo”-, en este caso las declaraciones del principal mando operativo del ejército, no es “un rayo en un día de verano”. Expresa la acelerada disolución del consenso político en que se fundó la transición democrática tras la muerte de Franco (noviembre de 1975), cuyo símbolo es el Pacto de la Moncloa del 25 de octubre de 1977.
El “tejerazo”, golpe intentado por el teniente coronel Antonio Tejero el 23 de febrero de 1981, fue nítidamente una expresión antisistema que motivo la reacción unánime del espectro político español, con el rey Juan Carlos a la cabeza. El caso del general Mena parece distinto. Habló en representación del monarca y basó sus polémicas declaraciones en la defensa de la Constitución del 78, que define a España como una “nación” (art.2), y le impone a las fuerzas armadas el deber de “garantizar la integridad territorial y el orden constitucional del país” (art.8). Tejero naufragó en la más absoluta soledad, mientras que Mena ha recibido el apoyo público de muchos militares españoles y el opositor Partido Popular (PP) no compartió la actitud del gobierno socialista.
La victoria de Zapatero en las elecciones del 14 de marzo del 2004 nunca fue digerida por el PP, que denunció el impacto aparentemente decisivo de los atentados de Atocha (11 de marzo) sobre el resultado electoral. Zapatero, probablemente por el mismo motivo, desarrolló desde entonces una política de confrontación y polarización.
El resultado fue que la política española se ha caracterizado en los últimos dos años por una “crispación” generalizada en todos los órdenes de la vida del país. El episcopado español, en las movilizaciones de protesta contra la ley de uniones civiles sancionada por el parlamento, llegó a convocar a la “desobediencia civil” y el PP apoyó ese llamamiento.
La transición en España no surge de una ruptura con el régimen de Franco. Es el resultado de un proceso de negociación, garantías recíprocas y pactos. El gobierno de Adolfo Suárez, que asume en julio de 1976, decide restaurar la democracia en pleno acuerdo con el rey Juan Carlos. El país se encontraba frente a una profunda crisis económica y social producto del shock petrolero del 73. Suárez convocó a un acuerdo social y económico, que contó con el apoyo de todas las fuerzas políticas y sindicales. Fueron los Pactos de la Moncloa.
La Moncloa fue firmado, entre otros, por dos figuras arquetípicas de la política española: Santiago Carrillo, líder del Partido Comunista de España, y Manuel Fraga Iribarne, ex ministro de Franco y cabeza de la Alianza Popular.
Dijo Santiago Carrillo más tarde: “llegar a un pacto así entre gentes y fuerzas dramáticamente enfrentadas en el pasado, demostró hasta que punto habían madurado en España las condiciones para un régimen democrático (…) todos obrábamos convencidos de enterrar una época de guerras civiles y de tiranía (…) a veces siento una cierta nostalgia de ese espíritu de responsabilidad, al observar la ligereza con que algunos de los actuales gobernantes tratan problemas de Estado.”
La diferencia entre lo político y lo económico es analítica y no orgánica. La crisis política de España coincide con un momento crucial para su economía. Tras experimentar el ciclo de crecimiento más largo de su historia, la economía española pierde competitividad constantemente y su nivel de productividad es uno de los más bajos de Europa. La inflación es creciente, y se mantiene un punto por encima del promedio europeo en los últimos 5 años. El resultado es que es el país de Europa con mayor déficit comercial y de cuenta corriente, que en el 2005 superó el 7% del PBI, record histórico.
El crecimiento español, es cierto, está por encima de la media europea, con altas tasas de creación de empleo (en el 2005, España creo 1 millón de puestos de trabajo, el 65% del total europeo). Pero el motor de su crecimiento es el dinero barato (Euro), en relación con la tasa de inflación. Por eso se expande a través de la construcción y el consumo; y depende, absolutamente, del costo del dinero. Si las tasas de interés aumentan, la expansión española se agota.
España es uno de los países más exitosos del mundo de los últimos 25 años. Pero el “destino” en el mundo moderno, ya se sabe, es sinónimo de política. Lo que fue la razón del éxito español, hoy está en crisis; y lo que está en crisis es aquel “espíritu de responsabilidad” acordado en el Pacto de la Moncloa, que añora Santiago Carillo.
Publicado en PERFIL el 15/1/06 |
Jorge Castro , 15/01/2006 |
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