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China abre una oportunidad. |
La demanda total de alimentos importados en China podría llegar a duplicarse en la próxima década. Además, el incremento de los ingresos y la rápida occidentalización de la dieta, hacen que la población china aumente su consumo de alimentos de mayor valor agregado como carne y lácteos. "Una oportunidad histórica para Argentina", asegura Castro. |
China tiene solo el 10% de la tierra arable y solo un cuarto de los recursos de agua por persona del planeta. Su actividad agropecuaria se caracteriza por la escasez de tierras, la abundancia de mano de obra, y por la producción en pequeña escala con escasa mecanización. De hecho, el campo chino esta compuesto por mas 200 millones de familias campesinas con un promedio de solo 0.65 hectáreas por unidad rural. Estas características hacen que China tienda a ser un importador neto de cultivos tierra y capital—intensivos como granos y aceites vegetales, pero también, y en forma creciente, de carnes, lácteos y alimentos procesados.
Por ello, la demanda de China será cada vez más importante para Argentina y brindará una oportunidad fenomenal de ir desde, y con, la soja y sus derivados a la producción de alimentos de alto valor agregado. La carne y los lácteos podrían ser los puntales de esta inserción argentina en China, motorizada por el aumento de los ingresos en ese país, la occidentalización de la dieta china, y la competitividad del complejo agroalimentario argentino.
En China, en los últimos 25 años los ingresos promedio se multiplicaron ocho veces y la población urbana se duplicó. Como resultado, el consumo per cápita de alimentos aumentó casi un 30% en las ciudades, colocando a China como el tercer importador mundial de productos agrícolas, superado por EE.UU. y Japón.
De acuerdo a la OCDE, en los próximos cinco años la demanda total de alimentos importados en China podría llegar a duplicarse, pasando de los actuales 42 mil millones de toneladas a más de 82 mil millones en 2010. Por ejemplo, las importaciones de maíz llegarían a los 20 millones de toneladas en 2010 y alcanzarían cantidades cercanas a los 40 millones en 2025.
Más allá de los granos, las perspectivas de la demanda alimenticia de China son fenomenales. La progresiva occidentalización de la dieta china, dinamizada por un proceso de urbanización acelerada, el crecimiento de los ingresos y la "supermercadización" de las redes de distribución y venta, ha llevado a un fuerte incremento en el consumo de carnes, lácteos y alimentos procesados, que se espera aumente aún más en las décadas venideras.
Entre 1980 y 2002, el consumo de carne bovina se quintuplicó y el de carne de pollo aumento por un factor de cuatro en China. Sin embargo, el consumo de carne bovina en kilos por persona es aún dos veces inferior al japonés (4.6 vs. 8.6), y casi tres veces menor que el coreano (13.1 Kg), lo que sugiere amplios márgenes para aumentos futuros mayores. Según el FAPRI, China dejaría de ser un exportador neto para pasar a ser un importador neto de carnes en la próxima década, con importaciones por más de 200 millones de toneladas.
Con respecto a lácteos, el consumo chino medido en kilos por persona permanece aún por debajo del de países asiáticos similares culturalmente. Mientras el consumo en Japón se acerca a los 70 Kg por persona, en China es solo apenas superior a los 10 Kg.
De continuar creciendo los ingresos a este ritmo y confirmarse la tendencia reciente de China a convertirse en un importador neto, la demanda china podría seguir aumentando explosivamente. De hecho, China ya importa anualmente lácteos por un valor cercano a los U$S 350 millones.
La implementación de los compromisos contraídos por China a su ingreso a la Organización Mundial de Comercio (OMC) en 2001, implican que el mercado agroalimenticio chino podría ser mucho más abierto que el de Estados Unidos y la Unión Europea en la próxima década.
Para el 2010, la caída en la protección arancelaria para ciertos productos será dramática: mas del 70% para quesos y manteca, del 69% para la carne, el 55% para la leche, y del 44% para los pollos. Al mismo tiempo, los márgenes para imponer discrecionalmente medidas no-arancelarias, se reducirán significativamente, y se ampliaran las cuotas de importación para productos como el maíz (60%) y el trigo (32%)
De gran relevancia de cara a la reunión de Hong Kong de la OMC, los subsidios al agro en China son significativamente inferiores a los de los países desarrollados. En 2002-2003, este apoyo fluctuó alrededor del 6% de los ingresos rurales; poco menos de un quinto del promedio de los países de la OCDE (31%).
Esta realidad contrasta con las dificultades que experimenta Argentina para penetrar los subsidiados y protegidos mercados agroalimenticios de Estados Unidos y los países europeos. Desde y con la soja al supermercado del mundo. Con una frontera agrícola disponible para aumentar su producción que, con la de Brasil, es 11 veces superior a la superficie de Francia, sumada a un sector rural de competitividad internacional, Argentina esta ubicada en un lugar inmejorable para aprovechar las oportunidades abiertas por China.
Según un estudio del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, las casi 142 millones de tierras dedicadas actualmente a la ganadería de baja productividad en Argentina podrían constituir en el futuro una nueva frontera para la expansión de la producción agropecuaria. Ese mismo estudio asevera que la competitividad exportadora del complejo sojero argentino esta por encima de la de los productores rurales norteamericanos, con costos de exportación de solo un tercio de los de EE.UU..
Un indicador un tanto rudimentario de la productividad agropecuaria, la producción por trabajador rural, ilustra también la competitividad argentina. Mientras en promedio un trabajador rural argentino produce US$ 8.670 anuales, uno chino sólo produce US$ 2.040.
Para Argentina, el futuro en China ya es hoy. Más del 66% de la soja que China importa, es exportada por Argentina. Nuestro país es el segundo exportador al mercado chino de América Latina, con ventas por 3,300 millones de dólares en 2004. Por ello, el acelerado aumento de los ingresos por habitante sumado a la creciente apertura del mercado agroalimenticio en China brindan una oportunidad histórica a Argentina para, desde el complejo de la soja, convertirse en un verdadero supermercado del mundo, especializado, entre otras actividades, en la exportación de alimentos procesados.
Artículo Publicado en CLARIN RURAL el 18/12/05 |
Lucio Castro , 20/12/2005 |
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