|
Para China la política es lo primero . |
El producto chino creció 9.4% en los primeros nueve meses del año. Repite así la performance del 2004, en que creció a una tasa semejante. También alcanza un nivel igual al que ha tenido en los últimos 26 años, en los que su crecimiento promedio fue del 9.4% en el año.
A su vez, el comercio internacional chino excederá en el 2005 los 1.38 billones de dólares, con una tasa de incremento de 26%. De este forma, ocupa el tercer lugar en el mundo y será el primero en el 2010, de acuerdo a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). |
El crecimiento económico chino y su internacionalización creciente por la presencia masiva de la inversión extranjera directa (IED) de las empresas transnacionales, es inseparable de las modificaciones que experimenta su sistema político. El Consejo de Estado de Beijing acaba de publicar su White Paper titulado “Construyendo la Democracia Política en China”. El documento fija las líneas estratégicas de la reforma política para el mediano y largo plazo, y fomenta una transformación creciente del sistema político para tornarlo tan complejo y descentralizado como su sistema económico.
Las líneas fundamentales de esta reforma orientada a la construcción de una “democracia política” en China, son tres. En primer lugar, la creciente autonomía e institucionalización del Congreso Nacional del Pueblo, esto es, el sistema unicameral donde se encuentra reflejada la legitimidad política de la República Popular.
Los diputados que integran en la actualidad los sucesivos niveles del Congreso Nacional del Pueblo, desde los condados hasta la nación, son ya más de 2.800.000. La tendencia es incrementar su numero y profundizar su carácter representativo, vinculándolos, además, crecientemente, a los trabajadores urbanos y, ante todo, a los 800 millones de campesinos.
La segunda línea de acción de la reforma política en China se orienta a la construcción de organismos de autogobierno, tanto en las áreas urbanas como en las rurales. Son organizaciones de base surgidas a comienzos de la década del 80 y generalizadas en los últimos 15 años.
Los organismos de carácter rural, que son los “Comités de Pueblos y Villas”, están ya presentes con carácter experimental en 31 provincias, regiones autónomas y municipalidades. Se trata de 644.000 comunidades de base elegidas en forma directa por los ciudadanos y que abarcan, aproximadamente, el 85% de los pueblos chinos. Sus integrantes son elegidos directamente por sufragio universal y secreto, sin participación del Partido Comunista.
También se desarrollan crecientemente las comunidades de carácter urbano, que se comenzaron a experimentar en 1999 en 26 municipios y distritos, para luego extenderse a todo el país. A fines del 2004 eran 71.375 las comunidades urbanas establecidas en prácticamente todas las grandes ciudades chinas, principalmente en las provincias del sur y del este, la más directamente afectadas por el cambio económico y el proceso de globalización.
Desde que abrió su economía y se volcó al capitalismo en 1978, China, con un crecimiento de 9.4% anual promedio, ha multiplicado por cuatro su producto bruto interno, mientras duplica cada 9 años el ingreso real per capita de su población de 1300 millones de habitantes. En este mismo período histórico, la economía china ha experimentado un acelerado proceso de internacionalización: sólo en los últimos 5 años la inversión extranjera directa de las empresas transnacionales (ETNs) ha totalizado 270.000 millones de dólares.
El gobierno chino adoptó dos decisiones estratégicas fundamentales en el camino de reforma y apertura de los últimos 26 años. La primera fue cuando abrió su economía en 1978, cuando comenzaba a desplegarse la globalización como consecuencia de la revolución tecnológica del procesamiento de la información. En ese momento, Deng Xiao Ping, tras asumir el poder político y dar por terminada la “Revolución Cultural”, captó en sus grandes trazos el sentido de la nueva tendencia mundial y se abrazó a ella.
La segunda decisión estratégica fundamental tuvo lugar en 1997, cuando se desató la crisis financiera internacional del Asia-Pacífico. En ese momento, la globalización, como tendencia mundial, pareció retroceder en gran escala, debido a la crisis de la región que había sido la expresión de su mayor expansión en los 25 años previos, y que golpeó a Corea de Sur, Taiwán e incluso Hong Kong. Pero el liderazgo chino advirtió en el momento de la crisis que la globalización de la producción, núcleo de la nueva tendencia mundial, en vez de retroceder se aceleraba; y extrajo de este hecho la conclusión de que el ingreso en la OMC era la forma de participar más estrecha e irreversiblemente de la corriente de fondo de la época.
La decisión de incorporarse a la OMC tenía también, como beneficio secundario, su utilización como instrumento de reforma interna, ante todo de los bancos y de las empresas estatales, a través de la apertura de mercados, la desregulación generalizada y el drástico aumento de la competencia interna. Todo esto, sobre la premisa de que solamente una economía plenamente capitalista puede participar activamente de la globalización.
Dijo entonces Long Yong Tu, viceministro de Comercio Exterior y principal negociador chino en la OMC: “los países con economías planificadas nunca han sido parte de la globalización económica. La economía china debe convertirse en una economía de mercado para transformarse en parte del sistema económico global y del proceso económico de la globalización.”
El entonces presidente Jiang Zemin señaló, en 1998, tras la crisis del Asia-Pacífico que “la tendencia de la globalización económica reclama una participación activa de todos los países en la cooperación económica internacional. Una economía globalizada requiere cooperación global. Todos los miembros de la comunidad internacional deben trabajar juntos para mantener el crecimiento de la economía mundial, en el espíritu de compartir riesgos y responsabilidades.”
Lo que se advirtió entonces es que la globalización no es en sí misma el resultado del cambio tecnológico, sino que la tecnología del procesamiento de la información aumenta extraordinariamente la movilidad del capital y, consecuentemente, su rápida expansión en el mundo. Por eso, sostuvo el presidente Jiang Zemin en su informe al XV Congreso del Partido Comunista chino (PCch) de 1997, el año de la crisis, que “la tarea fundamental de la sociedad es desarrollar las fuerzas productivas; la apertura al mundo exterior es una política básica de largo plazo; enfrentados con la tendencia a la globalización en el desarrollo económico, científico y tecnológico, China tomará una posición todavía más activa en el mundo, profundizando la pauta de abrirse en todas las direcciones.”
China muestra que el crecimiento económico es una función de la continuidad del sistema político, en la medida en que éste realiza un diagnostico histórico acertado sobre las características y las tendencias de fondo de la época.
La prioridad es la política, y lo económico lo accesorio. Pero la política es un hacer eficaz y, sobre todo, estratégicamente inteligente.
Artículo publicado en el diario PERFIL el 23/10/05 |
Jorge Castro , 24/10/2005 |
|
|