La agenda internacional del nuevo canciller.

 


Todo América del Sur crece a tasas superiores al 4/5% en el 2005. Incluso países que experimentan severas crisis orgánicas de su sistema político, como Haití, Ecuador y Bolivia, están creciendo por arriba del 4% este año.
Pero en la región sudamericana el crecimiento económico y la crisis política corren por caminos separados. La cuestión en lo político es la crisis de gobernabilidad que recorre a la región como un hilo rojo. Ahora, el epicentro de esa tendencia crucial está en Bolivia, sumergida en un proceso electoral en que los candidatos principales (Evo Morales y Jorge Quiroga) no superan porcentajes del 25/28% y, en ambos casos, el voto tiene un carácter estrictamente regional. En definitiva, todo indica que nuevamente el Congreso de La Paz será el que deberá elegir el próximo presidente de Bolivia, como ha ocurrido desde 1982 en adelante. Ese Congreso está ampliamente deslegitimado sobre todo en el Altiplano y, en especial, en La Paz y El Alto.

Lo segundo es Brasil, cuyo gobierno está virtualmente paralizado tras el escándalo desatado por la confesión/denuncia de Roberto Jefferson, que puso de relieve un sistema de pagos entre los integrantes de la coalición gobernante en el Congreso de Brasilia coordinado por la dirección del partido oficialista (PT) y ligado a empresas estatales.

La parálisis del gobierno de Lula ha borrado prácticamente el liderazgo brasileño en la región, que fue la característica central de la política sudamericana de los últimos dos años. En ese periodo, el liderazgo brasileño actuó como sustituto de la hegemonía norteamericana en retirada, tras la reformulación realizada por Washington de sus objetivos estratégicos mundiales como consecuencia del 11/9. Hoy, en América del Sur, hay repliegue norteamericano y parálisis brasileña. O, lo que es igual, una situación de vacío estratégico, creada por la ausencia de ejercicio de la función hegemónica.

Resta Venezuela con el liderazgo del presidente Hugo Chávez. Chávez no es sólo el precio del petróleo. Es una visión revolucionaria de carácter continental que se ha consolidado internamente desde octubre del año pasado y que ha reinterpretado su predica ideológica. Con una definición ahora de nítido carácter socialista, la primera surgida en la región después del fin de la Guerra Fría y la caída de la Unión Soviética. Chávez es ahora una predica antinorteamericana, antiglobalización y anticapitalista, sustentada en un elevadísimo nivel de liquidez derivado de la renta petrolera.

Frente a este cuadro, lo esencial es cerrar los conflictos secundarios con los países de la región, ante todo con los vecinos. Con Chile, el gas; con Uruguay, las papeleras; con Brasil la parálisis del MERCOSUR. Con Bolivia, nada, porque todo depende del proceso político interno.

Y frente a Estados Unidos también muy poco o nada, porque lo poco que EEUU le reclama a la región está en el terreno de la seguridad y allí lo que hace es suficiente.

Artículo publicado en el diario PERFIL el 24/10/05
Jorge Castro , 24/10/2005

 

 

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