El triunfo de Koizumi transformó el poder en Japón.

 


El resultado de las elecciones japoneses marca un punto de inflexión en la segunda economía del mundo. La amplia victoria del primer ministro Junichiro Koizumi le otorga un gran margen de maniobra para avanzar en las reformas demoradas por la parálisis política ocasionada por la resistencia existente en su propio partido, el Partido Liberal Demócrata (PLD), que gobierna Japón ininterrumpidamente desde hace 50 años, salvo un breve período de nueve meses en 1993. En lo inmediato, el resultado electoral destraba la reforma de la empresa estatal de correos, erigida en un conflicto político emblemático, cuya no resolución parlamentaria impulsó a Koizumi a convocar a estas elecciones anticipadas que le confirieron una abrumadora mayoría legislativa.
El correo de Japón (“Japan Post”) es la máxima acumulación de ahorros del mundo actual. Los ahorros postales, con garantía estatal, ascienden a 2 trillones de dólares (220 trillones de yenes), mientras los fondos de los seguros del sistema suman 1.1 trillones de dólares (120 trillones de yenes). Esto significa que, sumados los dos (3.1 trillones de dólares), representan más del 25% del total de los activos financieros de Japón que, en conjunto, totalizan 12.7 trillones de dólares (1400 trillones de yenes), más de tres veces el producto bruto interno del archipiélago nipón. Sólo los ahorros postales, sin contar el sistema de seguros, superan la masa de depósitos de los cuatro principales grupos bancarios del país, que a su vez integran el ranking de las primeras 20 entidades financieras del mundo. Este gigante financiero está afuera del mercado y constituye un mecanismo de provisión de fondos al Estado de importancia equivalente al cobro de impuestos. Es también el mayor recipiente de bonos emitidos por el gobierno de Tokio, cuya deuda pública supera el 160% del PBI.

La “privatización” del “Japan Post” fue el eje de las elecciones del 11 de septiembre, convertidas por Koizumi en un referéndum sobre la reforma postal, en el que obtuvo un éxito resonante, al lograr el 61,5% del total de los escaños de la cámara baja. A ellos se suman las 31 bancas obtenidas por su aliado, el partido Komeito (religioso budista), lo que le otorga al premier una mayoría de más de dos tercios en la Dieta.

La propuesta de Koizumi es que “Japan Post” sea dividida en cuatro unidades a partir de abril del 2007: una de servicios (“Post Office Company”), una de entrega de correspondencia (“Mail Service Company”), un banco de ahorros (“Postal Savings Bank”) y la unidad aseguradora (“Postal Insurance Company”), todas controladas por un holding 100% estatal. Solo 10 años después, en abril del 2017, el Banco de Ahorros y la Unidad de Seguros dejarán de ser controlados por el Estado y colocarán la totalidad de sus acciones en el mercado bursátil, mientras las otras dos seguirán siendo estatales. Surgirá allí, dentro de 12 años, el mayor banco privado del mundo, con depósitos por más de 2 trillones de dólares.

El PLD está ahora en condiciones de aprobar cualquier ley, incluso con la oposición de la Cámara de Consejeros, el Senado japonés. La vida política en Japón está dentro del PLD, no fuera de él, y asume la forma de facciones permanentes y organizadas en su seno. Hoy las principales son cuatro. La oposición - después de 1955, el Partido Socialista, hoy el Partido Democrático de Japón (DPJ), es simbólica. Constituye un coro griego inofensivo y ajeno al verdadero juego del poder, que se da dentro del PLD.

Japón es un país que resiste el cambio hasta que surge un consenso nacional sobre la necesidad de modificar el rumbo para sobrevivir. Cuando esto ocurre, lo hace rápida y drásticamente, como sucedió en la Restauración Meiji (1868) y en la transformación industrial después de la Segunda Guerra Mundial.

La economía japonesa experimentó 12 años de depresión, tras el estallido de la burbuja especulativa de 1989. También, desde 1996 en adelante, sufrió un proceso de deflación. El resultado es una brecha entre el producto potencial y el actual de su economía (“output gap”), con un extraordinario excedente de capacidad productiva y oferta laboral, acompañada de una deuda pública gigantesca, una vez y media superior al tamaño del PBI. Por eso, una vez recuperado el crecimiento económico en los últimos tres años por el “factor China”, Japón puede crecer a una tasa de 2 o 3% por varios años. Es el resultado directo del “output gap” surgido de la depresión.

Durante los 30 años de crecimiento que tuvo Japón después de la Guerra de Corea (1950-53), a una tasa anual del 8%, en los que el producto per capita creció 460%, con un incremento anual de 8.2%, el PLD se transformó en el eje de un sistema político donde las decisiones económicas quedaron en manos de la alta burocracia del Estado, a través de dos ministerios clave: el MITI (Ministerio de Comercio Internacional e Industria) y el de Finanzas.

Mientras tanto, el PLD asumía la tarea de legitimar el sistema mediante las elecciones y la distribución de la riqueza creada en los grandes centros urbanos, sobre todo Tokio, hacia todos los rincones del país rural y tradicional, a través de un gigantesco programa de obras públicas, financiado precisamente por “Japan Post”. El sistema de partido dominante y construcción de obras públicas alcanzó su culminación al asumir en 1972 como primer ministro Kakuei Tanaka, el líder más importante en la historia del PLD, antes de Koizumi.

La economía surgida en los 30 años del “milagro japonés” fue estructuralmente “dualista”. Por un lado, un sector externo altamente competitivo internacionalmente, con fuertes niveles de incremento de la productividad. Por el otro, un mercado interno protegido y subvencionado, con baja productividad, y un tipo de cambio real 3 o 4 veces superior al nominal, con su propio sistema de precios. Tras el estallido de la burbuja especulativa de 1989, y al intentar mantener el sistema durante la depresión de los años 90, la deuda pública aumentó sideralmente.

El “Japan Post”, con activos superiores a dos tercios del producto nipón, se transformó en el banco oficioso, en la fuente de financiamiento del sistema político hegemonizado por el PLD. En esos años, el corazón de la estrategia de construcción de poder del PLD fue el “Estado Constructor”. Japón promovió una proliferación de autopistas, puentes, diques, trenes de alta velocidad, que recorren las islas de un extremo a otro, y muchas veces hacia ningún lado, pero sirvieron para trasladar la riqueza de los grandes centros urbanos, Tokio ante todo, hacia el interior tradicional y rural.

El gobierno japonés gastó en 1993 más de 320.000 millones de dólares en obras públicas. Comparado con la población, es dos veces y medio más de lo que invirtió EEUU en proyectos de igual naturaleza. Cuando la comparación se hace sobre el tamaño de los dos países, el gasto japonés fue ese año treinta y dos veces el norteamericano.

La economía nipona volvió a crecer sostenidamente desde el 2002. La recuperación es resultado del aumento de las exportaciones, en especial las dirigidas al Asia Pacífico. China es hoy el principal socio comercial de Japón, antes que EEUU. Japón creció 0.8% en el segundo trimestre del 2005, lo que implica un crecimiento anualizado de 3.3%, con un promedio de aumento en los primeros 6 meses del año de 4.6%, el mayor en 15 años.

Lo esencial de las elecciones del 11 de Septiembre no se refiere entonces a la “privatización” del “Japan Post”, que sólo culminará dentro de 12 años, sino al hecho, históricamente decisivo, del triunfo de Koizumi sobre las distintas facciones dirigentes del PLD. Esto modifica, probablemente de manera irreversible, el sistema de decisiones japonés, con eje en el PLD, que se traslada desde las facciones internas del partido dominante a un líder carismático, respaldado por la opinión pública. La sociedad japonesa ha cambiado profundamente en los últimos 15 años y Koizumi encarna esa modificación. Quizás emergió en las elecciones del 11 de septiembre un nuevo consenso favorable al cambio, la modernización y la globalización.
Jorge Castro , 19/09/2005

 

 

Inicio Arriba