Las cifras fuerzan un giro táctico.

 


Jorge Raventos analiza la evolución de la situación política nacional
Los estrategas de la campaña permanente oficialista se han visto forzados a ensayar un giro táctico en el proselitismo del gobierno, tras asimilar sorpresivas conclusiones de los estudios demoscópicos que constituyen su obligada lectura cotidiana. Las cifras de las encuestas les han revelado que la intensa ofensiva de agresiones lanzada desde la Casa de Gobierno contra sus adversarios electorales (principal, pero no exclusivamente, el duhaldismo bonaerense) lejos de fortalecer a los candidatos oficialistas y al propio Presidente, los ha hecho retroceder en la opinón pública.

Por cierto, hay encuestas para todos los gustos. El gobierno es cliente de casi todas las consultoras, pero mientras alienta la publicación de los estudios más triunfalistas, reserva para su consumo interno los más realistas, los que hurgan en sus flancos más débiles y le vuelven aconsejable modificaciones tácticas o estratégicas: desea que sus contradanzas no aparezcan como fruto de una adecuación a las necesidades electorales, sino como fruto de decisiones espontáneas.

Sin embargo, es difícil no vincular los cambios del comportamiento oficial ante los piqueteros con el rechazo que registran las encuestas a la actitud largamente ausente del gobierno en materia de orden urbano. Aunque las calles siguen tan intransitables como antes, el gobierno consideró redituable impulsar una gran presencia policial en ellas cada vez que los piqueteros se movilizan para revertir su imagen de pasividad en esa cuestión, ampliamente cuestionada.

Un estudio que ha sido escrutado meticulosamente por el oficialismo muestra que la imagen positiva del Presidente ha descendido de los más de 70 puntos que supo exhibir en algún momento a algo menos de 34 puntos, es decir, se ha encogido a la mitad Para colmo del disgusto, contrariando la hipótesis plebiscitaria de Néstor Kirchner de que los candidatos oficialistas podían aumentar su caudal si los ciudadanos comprendían que votarlos a ellos era respaldarlo a él, el mismo estudia revela que sólo un 15 por ciento votará para apoyar al Presidente. Más malas noticias: por cada persona consultada que juzgó positivamente la situación del país, hubo 2 personas que la juzgaron como "mala".

Muy probablemente esos datos son los que impulsaron al Presidente a reducir el impacto mediático de sus apariciones de campaña y, en general, a reducir el tenor agresivo de sus intervenciones y las de su señora esposa.

Impulsado por el mapa que dibujan las encuestas, el oficialismo ensaya lo que en otras épocas se hubiera descripto como un "giro a la derecha" para tratar de ubicar su campaña en algún punto del centro, un espacio que hace tiempo empezó a transitar Elisa Carrió, por el que circulan con comodidad Mauricio Macri, Ricardo López Murphy o Patricia Bullrich y que, en virtud de su tono moderado, supo conseguir de movida Hilda González de Duhalde. Por momentos da ahora la impresión de que los choques abundarán precisamente por esa intención compartida de marchar todos por carriles que se enciman.

El gobierno, con todo, cuenta en exclusividad con un recurso que tiene su cara y su ceca: la gestión. Esta es una ventaja cuando se trata de volcar la caja sobre los distritos electorales, prometiendo a gobernadores o intendentes decenas, cientos o miles de millones en subsidios u obras. Alguien dijo que hay pocos dirigentes que no sean vulnerables a un cañonazo de un millón de dólares (tres millones de pesos devaluados) y el gobierno, en ese sentido, no escatima cañonazos. El lado mal de la gestión es el juicio de la ciudadanía, cuando los que consideran mala la situación duplican a los que la estiman buena. Con la mitad de la población ocupada ganando sueldos inferiores a los 500 pesos (datos del INDEC), parece que son muchos los que tienen motivos para una mirada negativa.

Un informe reciente del economista Agustín Monteverde señala otros puntos flojos, que se proyectan hacia el futuro: "la tasa anualizada de creación de empleo ha venido cayendo a lo largo de cuatro trimestres consecutivos. En el segundo trimestre del año pasado fue 8,7 %; en el tercero, 6,2 %; en el cuarto, 4,5 %. Alcanzó sólo 2,3 % en el primer trimestre de este año mientras que en el mismo período de 2004 había sido 8,3 %.". El "rebote" económico posterior a la crisis del 2001-2002 y el "crecimiento inducido" posterior, basado en el stock de capital acumulado en la década del 90, encuentra un límite. La falta de inversión y el estancamiento de la productividad siguen siendo sus columnas de arena. Aunque estas realidades estén más lejos de la visibilidad general que la espantosa distribución del ingreso o la escualidez salarial, de algún modo ensombrecen la gestión oficial y conforman su lado de la sombra. Habrá que ver cuál es su incidencia en el momento de las urnas. Por el momento, empujado por las revelaciones de los estudios demoscópicos y por la dura realidad, el gobierno buscará concentrar más su discurso en el costado asoleado de la gestión. el manejo de la caja- asordinará las denuncias de complots improbables, disimulará los aspectos más sombríos o polémicos de su política (el encarcelamiento de oficiales de las Fuerzas Armadas) y se hará el distraído ante las malas noticias (como la probable citación indagatoria de su aliado porteño Aníbal Ibarra). Habrá que ver si puede contener su propia naturaleza.Todo sea por el plebiscito.

Jorge Raventos , 05/09/2005

 

 

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