HEMOS APRENDIDO A PESCAR.

 


Con la riqueza que supone un pensamiento forjado en la acción, Gustavo Grobocopatel, titular del Grupo Los Grobo, en el suplemento rural de Clarín del 20 de agosto, expresa una lúcida y renovada visión del aporte del complejo agroalimentario como paradigma del desarrollo productivo de la Argentina.
La agroindustria genera el 56 por ciento de las exportaciones argentinas. Sin embargo, su mayor aporte fue desallorar un sistema productivo que puede servir para entender como se hacen competitivas y ricas, las naciones y sus pueblos. Cabe destacar, además, que este fue el sector que más tecnología incorporó en las últimas décadas.

El mayor aporte de la agroindustria no son los productos o las divisas que genera (56% de lexportaciones argentinas) sino que ha desarrollado un sistema productivo que puede servir para entender como se hacen competitivas y ricas las naciones y sus pueblos. Probablemente, después de muchos años, este sea el motivo por el cual recordemos este período. Durante los últimos 15 años el sector viene construyendo un diseño que le permite competir con tipo de cambio alto y bajo, relaciones insumo —producto varias, impuestos a las exportaciones aquí y subsidios para nuestros competidores, shocks permanentes por cambios en las reglas de juego, precios altos y bajos— aunque conviene recordar que la suerte estuvo del lado Argentino ya que los precios internacionales no cayeron lo suficiente y permitieron resistir hasta ahora estos vaivenes.

Se sabe muy bien que fue el sector que mas tecnología incorporo — siembra directa, biotecnología, información satelital, TICøs—, pero lo que se sabe menos es el grado de innovación en los diseños organizacionales. Los últimos premios nobeles de economía tendrían en la agroindustria argentina un caso modelo para ver sus teorías funcionar.

Algunas características de estos diseños son:

Desarrollo de un mercado dinámico de tierras y servicios con lo que se puede hacer agricultura sin tierra, conformando un diseño extraordinariamente democrático de acceso a los recursos. Da cuenta de ello la tercerización ya que el 70% de la agricultura se hace contratando a proveedores de servicios. Esto estimula la especialización y la calidad de los mismos.

El desarrollo de empresas red que dan lugar a extensas integraciones multidimensionales de cooperación. Podría esperarse que las redes tengan en el siglo XXI el mismo impacto que el cooperativismo en el siglo XX.

El empleo aumenta pero de trabajadores por cuenta propia, de pymes especialistas, con trabajo a tiempo flexible, deslocalizado, de los trabajadores del conocimiento de Drucker.

Los nuevos ricos de este modelo son los trabajadores (gerentes) y probablemente los menos ricos sean los dueños (accionistas). En esta economía del conocimiento, en la puja entre el capital y el trabajo, lleva las de ganar quien maneje el conocimiento. La disputa por estos trabajadores será tal que pierde sentido la lucha de clases y los sindicatos pasan a cambiar de rol.

En los últimos años, se crearon nuevas organizaciones que no son corporativas. Este es un hecho único en argentina. Las cadenas y las redes reemplazan a las corporaciones. Los ejemplos son las de cadenas del girasol (ASAGIR), Maíz (MAIZAR) y Soja (ACSOJA) donde intervienen desde los productores hasta los consumidores pasando por los industriales, científicos y proveedores de productos e insumos, del sector publico y privado.

Hay muchas interacciones del sector público con el privado y un alto stock de capital social. Muchos de los conflictos de la crisis del 2001 fueron arreglados satisfactoriamente para las partes porque "La palabra vale". No obstante hay desafíos por delante:

Habría que procesar alimentos, formar mas empresas trasnacionales de capital económico y social argentino, tener posiciones fuertes y conducentes en las negociaciones internacionales —y la soja nos da el poder para hacerlo— fortalecer la regionalización y desarrollo de subculturas y, por otra parte, la integración a los bloques regionales.

Invertir en infraestructura de todo tipo, urgente. Invertir en ciencia y tecnología y, por sobre todo, aplicarla al campo y generar valor para la sociedad.

Hay que realfabetizar a los trabajadores para transformarlos a la nueva economía del conocimiento. A los que vienen con valores diferentes como el entusiasmo, la innovación, la creatividad y la generosidad hay que educarlos para compartir, y en habilidades nuevas como el trabajo en equipo, el liderazgo, la comunicación efectiva, en pasar de los conocimientos a la sabiduría.

Debemos encarar una intensa lucha contra la marginalidad, la pobreza y la exclusión, propongo que la gente vuelva al interior, y en el interior debe haber trabajo y buenas condiciones de vida. Debemos ser, en definitiva, federales en la constitución y en los hechos. Mi ideología es que quiero una patria más federal y sin villas miserias. Hay que resolver los problemas de corto plazo sin perder de vista el largo plazo. En estos tiempos turbulentos y de alta velocidad de procesos, el largo plazo es urgente. Nuestra riqueza dependerá de las posibilidades que tengamos de producir, generar valor, exportar e intercambiar bienes y servicios en el mundo globalizado.

Mi ideología es que quiero un país rico, con gente rica material y espiritualmente, una inmensa clase media y consumidores beneficiados por costos y calidades globales. Para enfrentar los tiempos nuevos se necesita una nueva educación, que nos integre al trabajo y de un sentido hondo al vivir y permanecer y así trascender. El asistencialismo clásico no favorece este proceso.

Mi ideología es que el asistencialismo es bueno mientras libere a las personas y no las haga mas dependientes. Que para que haya una industria nacional que de trabajo y genere riqueza son necesarias instituciones y organizaciones que generen reglas de juego claras. Es necesario debatir, generar consensos, integrarse a procesos colectivos, ser parte de una gesta cívica de transformación y no solo de cambios.

No estoy seguro que el capitalismo sea el mejor modelo, lo que se es que no podemos NO SER. En la historia de la humanidad y mas aún de la vida les fue bien a los que se adaptaron, los que desde el profundo conocimiento conceptualizaron estos cambios para poder modelarlos, preveerlos y construirlos.

En el sector agroindustrial hemos comenzado este camino y queremos compartirlo con la sociedad, necesitamos sumar al resto. No por caridad, sino porque el desarrollo es sustentable si es entre todos. Porque en este sector no solo tenemos pescados, hemos aprendido, con dolor y esfuerzo, con esperanza y optimismo, a pescar. Y este es un secreto que, humildemente, nos gustaría compartir.
Gustavo Grobocopatel , 23/08/2005

 

 

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