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Negociar con Estados Unidos. |
La imposibilidad de pago de la deuda externa no se puede constituir en una opción ideológica de no pago. Su renegociación pasa por concertar un acuerdo estratégico, político y económico, entre la Argentina y los Estados Unidos.
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No hay ninguna salida viable en el corto plazo para la crisis del país sin una visión de futuro que contribuya a fijar un horizonte capaz de restablecer la confianza nacional e internacional en las posibilidades de crecimiento de la Argentina. Esa visión estratégica no puede sino tener un carácter mundial. Requiere partir de una lúcida comprensión de los acontecimientos y de las tendencias estructurales propias de esta época histórica, para definir con nitidez las características de la inserción del país en el nuevo escenario internacional del siglo XXI.
En este contexto, la anunciada suspensión del pago de la deuda externa no es una medida opinable. Más que una decisión política, constituye el reconocimiento franco y explícito de una realidad sobradamente conocida en el mercado financiero internacional: la Argentina no está en condiciones de afrontar sus próximos vencimientos externos.
Lo que sí puede constituir un error estratégico de dimensiones irreparables es la conversión del "default", entendido en principio como un hecho que acredita la actual imposibilidad de pago, en una opción ideológica, concebida como voluntad de no pago. La Argentina necesita imperiosamente reestructurar su deuda externa. Pero no puede desconocer sus obligaciones internacionales.
En un mundo económicamente globalizado, el aislamiento externo ya no constituye una alternativa para ningún país. La defensa del interés nacional impone articular, siempre y ante cada circunstancia, la firme reivindicación de un nacionalismo acendrado y cabal con el desarrollo de una cultura de la asociación, tal como lo demanda esta época histórica.
En las actuales circunstancias, la inevitable renegociación de la deuda externa tiene que encuadrarse dentro de la perspectiva de una negociación política de carácter estratégico entre la Argentina y los Estados Unidos. Se trata de avanzar rápidamente hacia la concertación de un acuerdo político, que incluya el aspecto fundamental de la seguridad hemisférica y global, y también económico, que contemple la integración comercial y financiera y asegure el respaldo norteamericano ante los organismos multilaterales de crédito, en particular el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, de modo de conseguir toda la asistencia financiera externa que sea necesaria para salir de la crisis.
Las circunstancias son hoy más que propicias para intentarlo. La Argentina protagoniza hoy el "default" más grande de la historia. El gobierno republicano está embarcado en una propuesta de reformulación del sistema financiero internacional orientada a resolver las crisis de la deuda en el mundo emergente. Ya dio señales contundentes acerca de su predisposición a colaborar activamente en la búsqueda de una solución negociada. Incluso admitió públicamente que dicha solución debe implicar, obligadamente, una pérdida para los acreedores.
Hasta la semana pasada, todos los mensajes provenientes de Washington indicaban que la Casa Blanca condicionaba su respaldo a la Argentina en esta materia al previo cumplimiento de dos exigencias muy concretas: poder político y existencia de un plan económico sustentable. Desde entonces, hemos avanzado. La asunción del nuevo gobierno peronista constituye un principio de respuesta a ese primer interrogante. Falta responder al segundo.
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Jorge Castro , 26/12/2001 |
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