|
Ya comenzó la transición post Fidel en Cuba. |
La transición a la era post Fidel Castro ha comenzado ya en Cuba inexorablemente. Un plazo imperioso imposible de soslayar ha sido establecido por las leyes de la biología y, este imperativo cronológico, es también un dato político que pone en movimiento a todos los actores que participan de la situación cubana, ya sea que estén dentro o fuera del régimen gobernante. |
Cuba tiene 11 millones trescientos mil habitantes y un 75% de la población nació después de 1959. También casi 1.000.000 de cubanos inmigraron entre 1959 y 1963, y el millón que emigró fue la clase alta y la clase media, y lo hizo fundamentalmente a los EEUU, en especial, a Miami. Al mismo tiempo, en la isla se produjo una profunda e irreversible revolución social, protagonizada entre otros por el campesinado y la comunidad negra, históricamente marginada en la vida del país y que había sido uno de los sostenes políticos del gobierno de Fulgencio Batista. Eso sectores se incorporaron a la sociedad a través de canales de ascenso social extraordinariamente rápidos, como la educación, y se transformaron en protagonistas de la vida social del país. Han pasado 45 años desde el triunfo de la revolución y la llegada de Fidel Castro a La Habana. La sociedad cubana es ahora completamente distinta a la de entonces, y ha experimentado verdaderos “cambios antropológicos”, como sostiene la Iglesia, que modifican de manera irreversible sus condiciones de vida y su cultura.
El eje del sistema político cubano es Fidel Castro. La característica del sistema político de la isla es que ninguna institución, ni siquiera el Partido Comunista o las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FARC), tienen una existencia independiente de Fidel. El régimen cubano no es la típica estructura comunista cuyo eje es el partido; al contrario, el partido es una correa de trasmisión de las decisiones tomadas por el “comandante en jefe”; y lo mismo ocurre con las FARC. Por eso, el régimen cubano ha sido caracterizado no como un régimen burocrático-totalitario, sino como un régimen carismático-totalitario con eje en la figura de Fidel Castro, en los términos de Eusebio Mujal-León.
Una segunda característica del régimen cubano es la continua vitalidad que tiene su ideología, a diferencia de lo que sucedió en los otros sistemas comunistas. Una ideología que es obra del propio Fidel y que tiene componentes nacionalistas anti-norteamericanos, anticapitalistas y, sólo subsidiariamente, y en forma residual, de carácter comunista. El ideólogo de la revolución, que es el propio Fidel Castro, reformula el contenido de la ideología del régimen de acuerdo a las distintas etapas históricas y los diversos desafíos que debe enfrentar.
Por eso, tras el colapso soviético de 1991, el régimen dejó de lado la formulación ideológica de raíz marxista-leninista y asumió plenamente una ideología nacionalista anti-norteamericana, fundada en el reclamo de la “justicia social” y la “solidaridad latinoamericana”, todo dentro del marco de la lucha contra la globalización del sistema capitalista y el denominado “modelo neoliberal”.
El régimen posee, además, nítidos rasgos militares, surgidos de su propia historia de conflicto y guerra, y de la acción militar nacida como guerrilla en Sierra Maestra transformada luego en columnas convencionales, una de ellas lideradas por Ernesto Guevara de la Serna, que terminaron derrotando al Ejército de Batista.
Por eso Fidel Castro es ante todo “el comandante”. Actualmente, la estructura militar de las FARC ocupa el primer lugar en el sistema político cubano, por encima incluso del propio Partido Comunista. En la historia de las FARC, hay un antes y un después tras la ejecución del General Arnaldo Ochoa y del Coronel Antonio de la Guardia en junio de 1989.
Las FARC estuvieron fundamentalmente desplegadas en el exterior de Cuba en los 16 años previos, en las denominadas “misiones internacionalistas”, es decir, Angola, Etiopia, Yemen del Sur y apoyando a las guerrillas sudamericanas. En especial, la presencia cubana en Angola le dio a Fidel Castro no sólo una extraordinaria capacidad para incidir en el destino de ese país, sino que, además, transformó a las tropas cubanas en la fuerza militar extranjera más importante de África.
Terminada la Guerra Fría en 1989/1991 y también, por consiguiente, las “misiones internacionalistas”, se produce la crisis que lleva al enjuiciamiento y ejecución de Ochoa y De La Guardia, dos figuras centrales de la etapa exterior de la historia militar cubana (el General Arnaldo Ochoa fue el comandante de las fuerzas militares cubanas en Angola). A partir de ese momento, no solo Fidel toma el control absoluto de las FARC, sino que, además, Raúl Castro se hace cargo del instrumento militar y de las instituciones de seguridad e inteligencia del país que pasan a estar completamente militarizadas.
La transición post Fidel se ha puesto ahora en marcha. Sucede algo semejante a lo que ocurrió en la etapa final del gobierno de Francisco Franco en España, a principios de la década del 70. Aunque el generalísimo sobrevivió biológicamente varios años, el juego político español se puso a funcionar antes de 1975 de acuerdo a la dinámica post-Franco. Es lo que ocurre en Cuba actualmente.
Todo indica que en la Cuba post Fidel Castro, el Ejército cubano estará en el eje del proceso político. Es una fuerza nacionalista, institucional, pero a la que faltará la clave del sistema: el líder carismático, totalitario, que subordinó la totalidad de las instituciones cubanas a lo largo de 45 años.
Al final se vuelve al principio: una experiencia revolucionaria militar, concluido el largo periodo carismático totalitario, vuelve a encontrar su condición castrense.
Cuba es un país extraordinario, capaz de grandes hazañas, pero también apto para protagonizar gigantescas tragedias. “Es asombroso, pero una pequeña isla del Caribe un poco mas grande que Jamaica fue en el contexto de la Guerra Fría un protagonista de la política mundial”, señaló Henry Kissinger en sus “Memorias”.
Pero han surgido dos Cubas en los últimos 45 años: la nacionalista anti-norteamericana, revolucionaria social que intentó, y logró por etapas, convertirse en una protagonista de la política internacional al precio del totalitarismo, y la otra Cuba, donde está la mayor y más pujante burguesía de América Latina, la de Florida, convertida en una de las corrientes fundamentales de la sociedad norteamericana.
La cuestión es cuando, tras el largo periplo carismático totalitario de Fidel Castro, las dos cubas se encuentren. Va a ser algo digno de ver, y probablemente, ese encuentro se convertirá en un acontecimiento mundial.
*Presidente. Instituto de Planeamiento Estratégico
Artículo publicado en el diario LA NACIÖN
|
Jorge Castro , 28/12/2004 |
|
|