La productividad de EEUU es la clave de su déficit de cuenta corriente.

 


El Producto Bruto Interno de los EEUU creció a una tasa anual promedio de 5.8% durante la segunda mitad del 2003, con un crecimiento en el año superior al 3%. En el 2004, el PBI norteamericano aumentó a una tasa del 4.5% anual en el primer trimestre, del 3.3% en el segundo y 3.9% en el tercero. El auge de la economía estadounidense en los últimos cuatro trimestres, a contar desde el segundo del 2004, es el más alto de los últimos 20 años.


Por Jorge Castro*

El resultado es una fuerte expansión económica, un aumento considerable del PBI industrial y un elevado crecimiento del empleo que, desde agosto del 2003 a noviembre del 2004, llevó a la creación de 2.400.000 puestos de trabajo. Sólo en el mes de octubre fueron creados 336.000 empleos. El mismo mes, el PBI industrial creció 5.2% por arriba del promedio del último año, la construcción de viviendas se incrementó por encima del mes previo y 2.2% más allá del nivel de octubre del 2003. La confianza de los consumidores nuevamente está en alza y los precios de las acciones han adquirido un nivel cercano a la euforia. Al mismo tiempo, el déficit de cuenta corriente norteamericano alcanzará en el 2004 los 594.000 millones de dólares, más del 5.3% del PBI de ese país.

En términos históricos, el déficit de cuenta corriente estadounidense, medido como porcentaje del PBI, era 1% en 1990, fue 4% en el 2000 y supera el 5% en la primera mitad de este año. En otros términos, el fenomenal crecimiento del déficit de cuenta corriente coincide con la expansión económica de la década del 90, en que la economía estadounidense creció a la tasa más alta durante un periodo más largo de toda su historia desde que se llevan estadísticas (1854 en adelante).

En el transcurso de la década del 90, se multiplicó la inversión del exterior en los EEUU. Durante los 80, los activos norteamericanos comprados por extranjeros alcanzaron un promedio de 155.000 millones de dólares por año. Pero a partir del 2000, la compra de activos norteamericanos desde el exterior se incrementó a un promedio anual de 833.000 millones: un crecimiento cinco veces superior al de la década previa. Sólo en el año 2000, un total de un trillón de dólares de activos norteamericanos fueron vendidos a entidades extranjeras.

Los EEUU tenían una posición de inversión neta positiva hasta la década del 80. Había más activos propiedad de norteamericanos en el exterior que activos norteamericanos propiedad de extranjeros en los Estados Unidos. Sin embargo, como consecuencia del gigantesco flujo de capitales que recibió en la década del 90, y en especial a partir del año 1995, los EEUU tienen hoy la posición inversora internacional neta más negativa del mundo. Para fines del año 2002, los extranjeros poseían más de 9 trillones de dólares en activos norteamericanos a valores de mercados, mientras que las propiedades estadounidenses en el exterior llegaban a un nivel inferior a los 6.5 trillones de dólares. En suma, a fines del 2002 la posición inversora internacional neta de EEUU tenía un signo negativo de 2.6 trillones de dólares, más del 25% del PBI estadounidense.

La cuestión, entonces, no es el tamaño del déficit de cuenta corriente norteamericano, sino porque el mundo entero quiere voluntariamente invertir en los EEUU. Alan Greenspan sostiene que la tendencia de los residentes de un país a invertir sus ahorros desproporcionadamente en activos domésticos (“Home bias”) prevaleció durante gran parte del periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial. Y, de pronto, esta pauta disminuyó dramáticamente en los últimos 10 años, lo que coincidió con el crecimiento excepcional de la productividad en los EEUU. La correlación entre ahorro e inversión doméstica cayó de 0.95 hasta mediados de los 90, a 0.8 en el 2002. Estados Unidos ha llegado a absorber el 80% de los ahorros mundiales en los últimos cinco años de la década pasada.

Queda claro así que los EEUU no necesitan pedir préstamos o inversiones al mundo, sino que el financiamiento del mundo, a veces en forma de torrente, viene hacia él voluntariamente, debido al alto nivel de productividad de su economía. O, lo que es igual, por la alta tasa de ganancia que adquieren las inversiones en la economía norteamericana.

El Subsecretario del Tesoro, John Taylor, sostiene que el déficit de cuenta corriente de este año, en términos anualizados, será de 594 billones de dólares, “que equivale a la brecha entre 2246 billones en inversiones y 1652 billones en ahorro interno. Esto significa que la inversión domestica norteamericana fue de 594 billones de dólares más que los ahorros internos, con la inversión extranjera neta logrando establecer la diferencia.” Agrega Taylor que “los 112 billones de dólares de incremento del déficit del cuenta corriente en los cuatro trimestres que terminaron en el segundo de este año, corresponden a 335 billones de incremento en la inversión…el déficit del cuenta corriente norteamericano en el último año, a contar desde el segundo trimestre, creció 112 billones de dólares, que corresponde a un aumento mayor de la inversión de 335 billones pero, al mismo tiempo, hubo un incremento del ahorro que fue sólo de 224 billones de dólares.”

En suma, el financiamiento voluntario del mundo a los EEUU tiene como eje y causa la superior productividad de su economía. El déficit de cuenta corriente es un problema para todos los países, menos para los EEUU. Esto, probablemente, no es una excepción, sino una nueva regla, la clave de la acumulación mundial en esta nueva etapa histórica, junto con la expansión y transnacionalización productiva de la República Popular China.

* Presidente. Instituto de Planeamiento Estratégico.

Publicado en El Cronista
Jorge Castro , 06/12/2004

 

 

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