Texto de la exposición de Jorge Castro en la reunión mensual del centro de reflexión política Segundo Centenario, llevada a cabo el día 3 de agosto de 2004, en el Hotel Rochester. |
Hemos denominado a esta reunión “La crisis que viene”. En realidad, habría que modificar el tiempo de verbo, porque el título real, el más exacto, de esta reunión tendría que ser “La crisis actual que se está desplegando”. Ante todo, conviene señalar lo referido al tópico “Gobierno de Kirchner y opinión pública”. En este aspecto, es útil subrayar lo siguiente: el asalto a la Legislatura Porteña se ha convertido en un nuevo punto de inflexión en la situación política del país, el más importante luego del copamiento de la Comisaría 24 de La Boca en la Capital Federal por el grupo piquetero kirchnerista liderado por Luis D’Elía.
En segundo, lugar la destitución del Jefe de la Policía Federal, en medio de una crisis de seguridad ampliamente reconocida que ha provocado el relevo del cuarto Jefe de la Policía Federal en 15 meses, un dato inédito en toda la historia de esta institución. Hay que sumarle, además, como consecuencia de esta crisis de seguridad, el relevo del Ministro de Justicia y Seguridad, Gustavo Beliz, y del Secretario de Seguridad, Norberto Quantín. Más allá de cualquier apreciación política, estos tres relevos configuran la expresa confesión del fracaso de la política gubernamental en el terreno de la preservación de la seguridad pública, tanto en relación a la cuestión de la delincuencia como en lo relativo al orden público propiamente dicho.
Conviene subrayar también que la cuestión de seguridad no es un tema más entre otros en la Argentina de hoy, sino que está instalada en el centro de las preocupaciones de la opinión pública como revelan la totalidad de las encuestas y es público y notorio.
Finalmente, una situación que puede caracterizarse como “ajuste de cuentas”: las acusaciones, por ejemplo de Gustavo Beliz, ex Ministro de Seguridad de la Argentina contra la SIDE, a la que denomina la “Gestapo de la democracia argentina”, también del ex Secretario de Seguridad Norberto Quantín contra el presidente de la República Kirchner, cuando dice “al presidente Kirschner no le interesa el tema de la seguridad” y, finalmente, la reaparición, después de un período de salida de la escena, de Juan Carlos Blumberg. Dice Chesterton que en la historia hay más fracasos que arrepentimientos. Por eso es que la magnitud del fracaso actual en materia de seguridad parece estar acompañada incluso de un cierto arrepentimiento.
El último punto, y el decisivo de esta vinculación entre el gobierno de Kirchner y la opinión pública, es la caída en las encuestas del gobierno, en particular en la clase media de la Capital Federal y primer cordón del Gran Buenos Aires, que ha sido el principal sostén político de este gobierno en el transcurso de sus 14 meses de vigencia y, además conviene señalarlo, esta clase media de la Capital Federal y primer cordón del Gran Buenos Aires es el principal centro de irradiación y de creación de la opinión pública del país.
En síntesis, hay una erosión acelerada de la base fundamental de sustentación del gobierno de Kirschner y en este aspecto, como un corolario secundario, es el reconocimiento hasta por el propio gobierno. del fracaso y extinción de la estrategia denominada de “transversalidad”, esto es el intento de construir un poder político sobre la base de una alianza con sectores de izquierda y centro izquierda, por afuera y en contra del Justicialismo.
El lugar común sostiene que lo que provoca la crisis es el conflicto. Esto es, el choque de voluntades entre sectores antagónicos crea las condiciones para la irrupción súbita y violenta de acontecimientos nuevos que, por eso, son denominados crisis. Sin embargo, un análisis más pormenorizado de la relación que existe entre el conflicto y las crisis indica que el orden de causalidad es el contrario o inverso. No es el conflicto el que crea las crisis, sino que son las crisis las que provocan los conflictos. Y acá lo que está ocurriendo con puntos de inflexión de una magnitud que permite distinguir en dos períodos el gobierno de Kirchner, es una crisis profunda del sistema de poder del actual gobierno que tiene como comienzo la fecha del 24 de marzo de este año, esto es el acto convocado por el presidente en la Escuela de Mecánica de la Armada.
Lo que allí ocurrió desató la actual situación de crisis que se continuó con el Congreso de Parque Norte del Partido Justicialista, en el que aproximadamente el 80% de los convencionales, mostraron su repudio a los representantes políticos del actual gobierno, encabezados por la señora esposa del Presidente y, finalmente, también en esa semana crucial, última semana de marzo, primero de abril, la extraordinaria manifestación encabezada por Juan Carlos Blumberg, en la que entre 280 mil y 300 mil argentinos, sobre todo de la clase media, en todo el país y primordialmente en la ciudad de Buenos Aires, manifestaron que tienen una agenda política propia y distinta del actual gobierno, en la que está colocado en primer plano el problema de la seguridad. Comienza en ese momento, al cumplirse 10 meses del gobierno de Kirchner, a desatarse la actual crisis política. Como ustedes saben, toda crisis política es, ante todo, un proceso de desagregación. Lo que estaba unido tiende a separarse, lo que permanecía en estado de cohesión tiende a disgregarse. De pronto el Ministro Lavagna hizo saber públicamente que él exigía una posición más dura y sistemática frente a la violencia callejera desatada por algunas corrientes piqueteras, porque de lo contrario, ante la creciente sensación de inseguridad, corría riesgo el proceso de crecimiento económico y se frenaba la atracción de inversiones. Y esto lo hizo saber el Ministro de Economía del actual gobierno a través del “Financial Times”. También el Ministro Lavagna fue el único ministro que públicamente, esto es a través de los periodistas destacados en el Palacio de Hacienda, hizo saber que él no iba a participar del acto de la Escuela de Mecánica de la Armada y fue el único Ministro que no estuvo allí presente e hizo saber, para que trascendiera, que no iba a participar del acto de la Escuela de Mecánica de la Armada porque su experiencia personal y política le indica que lo que ocurrió en la década del 70 en la Argentina en modo alguno es lo que allí se intentó expresar y representar.
Pero el proceso de desagregación, pérdida de cohesión que es la característica central de toda situación de crisis política no se limitó al ministro Lavagna. Llegó después a alcanzar y a través de una manifestación extremadamente violenta, al entonces ministro de Seguridad y Justicia Gustavo Béliz, que realizó, en el momento de la despedida y tras haber sido echado del gobierno por teléfono, según informaron los cinco principales diarios del país al mismo tiempo con el mismo título, las más graves acusaciones sobre una situación de corrupción sistemática estructural dentro del Estado, que ha realizado un ministro integrante del gabinete nacional en la Argentina posterior a la democracia.
Por eso es que la crisis política que se desata con el acto en la Escuela de Mecánica de la Armada adquiere rápidamente características de desagregación del núcleo del poder. Pero después, como toda crisis política, en la medida en que se agudiza y se profundiza, adquiere una segunda manifestación. Como toda crisis política es, ante todo, una crisis de representatividad, afecta de manera directa a quien encarna en su máxima expresión el poder político que entra en situación de crisis o, dicho de otra manera, afecta al presidente Kirchner. En este sentido, están las críticas sobre su estilo de gobierno y su estilo de conducción y su estilo personal que realiza públicamente el ministro Béliz y que luego los dos principales medios de comunicación de la Argentina se han encargado de profundizar, multiplicar y extender.
Todo esto mientras la economía del país, después de haber crecido en la primera parte del año a una tasa anual del 10%, ha entrado en una fase de desaceleración que lleva a pensar que la segunda mitad del año 2004 la tasa de crecimiento va a ser del orden del 4,5% o un poco más.
Confluye en esta desaceleración aguda del proceso económico dos clases de factores. Por un lado, ciertas modificaciones del contexto internacional, sobre todo la disminución de las exportaciones de la soja acompañada por una caída significativa de su precio en los mercados internacionales. La segunda es la evidencia de que la recuperación económica de carácter tan extraordinario logrado a partir de mediados del año 2002 pareciera haber encontrado su límite en el sentido de la imposibilidad de continuar el proceso de crecimiento económico sin un aumento significativo de la tasa de inversión. O, dicho de otra manera, lo que parece haber encontrado su límite, es esta especie de “milagro argentino” de un crecimiento económico del orden del 10% sin nuevas inversiones y sin nuevos créditos, surgido fundamentalmente de la utilización plena de la capacidad instalada o sobrecapacidad instalada, si ustedes prefieren, de la economía argentina y en primer lugar de su sistema industrial, resultado de la oleada de inversiones que el país recibió a lo largo de la década del 90. La distancia entre la capacidad potencial de la economía argentina surgida de la década del 90 y el hundimiento de esa misma economía con motivo del colapso del sistema económico experimentado por el cruce del default y de la devaluación fue en el momento inicial de más del 20%. Ahora, cumplido el primer semestre del año 2004, esa brecha entre el crecimiento potencial de la economía argentina surgida de la oleada de inversiones de la década del 90 y el crecimiento real de la economía del país, producto de la recuperación del último año y medio, especialmente en los últimos dos semestres, se ha cubierto.
Esto significa que la posibilidad de que la economía argentina logre nuevamente tasas de crecimiento económico significativo están vinculadas a la reaparición de una ola de inversiones semejantes a las que el país tuvo en la década del 90 y que no parece estar presente en este momento, tanto por la incertidumbre internacional que existe respecto a la Argentina, como por la profunda desconfianza política que tienen los inversores y los empresarios argentinos sobre el futuro inmediato del país.
Por eso es que esta situación política que señalaba anteriormente, que caracterizaba como crisis del sistema de poder del gobierno del Kirchner, que tiene como origen y punto de inflexión el acto de la Escuela de Mecánica de la Armada del 24 de marzo, ha tendido a profundizarse y acelerarse especialmente a través de tres acontecimientos de extrema importancia, todos convergentes.
En primer lugar, el asalto y apoderamiento de una comisaría de la Policía Federal ocurrida en la ciudad de Buenos Aires, realizada por un grupo piquetero aliado al gobierno. En segundo lugar, el asalto a la Legislatura de la ciudad de Buenos Aires, acontecimiento que duró más de cinco horas y que fue transmitido por la totalidad de las cadenas de televisión al país entero, de modo que además de su propio significado específico, en términos de violencia, también adquirió características de verdadero impacto mediático. Y por último, la destitución, renuncia, escándalo, del ministro Gustavo Béliz, el resultado directo de la crisis de seguridad y especialmente de los acontecimientos de la Legislatura.
Pero esta situación política no está por cierto envasada al vacío. Se inscribe en un determinado contexto regional y mundial. En el orden regional, no hay acontecimiento de mayor relevancia para juzgar de cerca lo que sucede en la Argentina que lo que está ocurriendo en Perú con el presidente Alejandro Toledo. El presidente Toledo acaba de cumplir tres años de mandato. En estos tres años, la economía peruana ha tenido una tasa de crecimiento entre 4,5 y 5%. Es una de las tres economías de más rápido crecimiento de toda América del Sur. Y, en este mismo período de tres años, el presidente Toledo, que obtuvo la mayoría en las elecciones de entonces y un respaldo de la opinión pública peruana en el momento de asumir superior al 75%, tiene en este momento, según la totalidad de las encuestas, entre el 6 y el 8% de respaldo en la opinión pública y hay un 90% de integrantes de la opinión pública peruana que rechazan al gobierno y reclaman un adelantamiento de las elecciones. Además, en la última semana los dos principales partidos de la oposición, esto es el APRA de Alan García y el Partido Social Cristiano de Lourdes Flores llegaron a un acuerdo y se hicieron cargo del control de la presidencia del Congreso Unicameral del Perú y se aprestan a declarar la invalidez del presidente Toledo, para convocar posteriormente a una elección general de carácter anticipado.
Pero esta situación regional, a su vez, está inserta en un contexto todavía más amplio, esto es el contexto mundial. Ante todo está signado por el acontecimiento decisivo de este año 2004, que son las elecciones presidenciales de los Estados Unidos. Ya se sabe que Estados Unidos es el país eje actualmente del sistema de poder mundial. De ahí que lo que sucede en los Estados Unidos adquiere características y dimensiones planetarias prácticamente sin mediaciones. Todo lo importante que ocurre en los Estados Unidos adquiere un nivel planetario. Y hoy en Estados Unidos faltan cuatro meses para las elecciones generales del día 2 de noviembre, en el que se va a elegir un nuevo presidente, se va a renovar la totalidad de la Cámara de Representantes y un tercio de Senadores.
Por eso es que el resultado de esta contienda electoral de noviembre va a tener consecuencias fundamentales en el mundo, en América Latina y también en la Argentina. Brevemente, y comenzando por el final, concluída la convención del Partido Demócrata en Boston, el candidato demócrata, senador John Kerry, ha logrado una diferencia de 7 puntos sobre el candidato republicano, esto es el presidente George Bush. Dicho de otra manera, el efecto político de la convención demócrata, transmitida durante cuatro días en forma directa por todos los medios de comunicación norteamericanos al pueblo de ese país, le han permitido al candidato demócrata crecer tres puntos. Si a la intención de voto de Kerry, Partido Demócrata, y presidente George Bush, republicano, se le une la intención de voto que tiene el tercer candidato independiente Ralph Nader, que obtiene entre tres y cuatro puntos y le toma votos a los dos partidos, existe una situación de virtual “empate técnico” entre las dos candidaturas que compiten.
El otro elemento que conviene tomar en cuenta respecto a la situación norteamericana, es que entre el 54 y el 50% del pueblo norteamericano rechaza la guerra en Irak hoy y critica la política del presidente Bush en Irak, vinculado claramente este alto nivel de crítica y de rechazo al número de bajas que ha experimentado y continúa experimentando el contingente militar de los Estados Unidos que ya es más de tres veces el total de bajas que tuvo los Estados Unidos en la fase convencional del conflicto, que concluyó en el mes de mayo. Pero conviene agregar que este mismo público, cuando se le pregunta en quien confía más para enfrentar una situación de crisis y llevar adelante el desafío de una guerra contra el terrorismo transnacional, en una proporción casi de 2 a 1 prefiere a Bush sobre Kerry.
Y, por último, hay que tomar en cuenta que la economía norteamericana está creciendo a una tasa anual del orden del 5%. Esto es el mayor nivel de expansión de los últimos 20 años. Y que, además, desde el mes de agosto del año pasado ha creado un millón quinientos mil puestos de trabajo y desde enero de este año ha creado un millón doscientos mil puestos de trabajo. Con este ritmo de creación de empleo, al terminar el último trimestre del año la economía norteamericana, habría recuperado la totalidad de los puestos de trabajo perdidos en el período de recesión y desaceleración que comenzó en marzo del 2001 y concluyó en el segundo semestre del año pasado.
Finalmente, conviene señalar que el eje de la campaña demócrata en estos cuatro meses que restan para las elecciones presidenciales del 2 de noviembre está colocado en mostrar ante la opinión pública norteamericana a un candidato, Kerry, con capacidad para enfrentar al desafío del terrorismo y que tiene todas las condiciones para ser el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas norteamericanas.
Por eso, en el contenido del discurso de aceptación de su candidatura en la convención demócrata el énfasis está puesto en subrayar una posición de dureza y de firmeza en materia de seguridad internacional. Señala, por ejemplo, que un gobierno demócrata con el presidente Kerry en el caso de ser elegido a la cabeza, se reserva el derecho de actuar unilateralmente, esto es de ejercer unilateralmente la fuerza contra todo enemigo actual o potencial de los Estados Unidos. Y también señaló Kerry en ese discurso fundamental que no va a aceptar nunca y en ninguna circunstancia que una organización internacional tenga o pueda ejercer un derecho de veto sobre las decisiones estratégicas fundamentales de los Estados Unidos, en obvia referencia a las Naciones Unidas y también a la Alianza Occidental u OTAN.
Por último, conviene señalar que el eje de la campaña presidencial de parte de Bush es completamente distinta. Bush y los republicanos colocan el eje de su campaña no en una reivindicación parcial de su política de seguridad, ni en una discusión sobre la situación de Irak, sino que enfrentan a la candidatura demócrata con una reivindicación sistemática sobre ciertos y determinados valores fundamentales de orden moral, referidos a la forma en que se convive en el mundo de hoy. Por eso es que la campaña republicana con Bush tiene un hondo contenido ideológico, referido fundamentalmente a la defensa de lo que estima es la base de una civilización que tiene que responder ante todo a la pregunta de “¿por qué vivir?” y de “¿por qué morir?” De ahí el rechazo al matrimonio entre personas del mismo sexo y de ahí que el presidente Bush haya impulsado la primera Enmienda Constitucional en más de 20 años, que ya fue votada en el Senado de los Estados Unidos y perdió la votación por 3 votos, enmienda destinada a prohibir en el plano constitucional el matrimonio entre personas del mismo sexo en todo Estados Unidos.
En esa votación crucial en el Senado norteamericano, no participaron los dos senadores demócratas que integran su fórmula presidencial, esto es, no participaron ni John Kerry ni John Edwards.
Concluyo, en cualquier circunstancia, la finalización del proceso electoral norteamericano va a determinar el fin de un cierto “impasse” en la iniciativa política de Washington y una acentuación sin lugar a dudas de la iniciativa política internacional de Estados Unidos en todos los planos, incluído por supuesto America Latina. Si, como parece probable, gana Bush, cabe prever una nueva oleada mundial. Pero a diferencia de la década del 90 esa oleada mundial no va a ser “neoliberal” sino “neoconservadora” y va a tener un carácter fuertemente sesgado hacia los valores morales e ideológicos que sirven de discusión y de fundamento a una civilización de orden planetario.
Ya se sabe, el ciclo político norteamericano adelanta el ciclo político mundial. Este fenómeno fue advertido primero, antes que todos, por Alexis de Tocqueville, quien advirtió en “La Democracia en América” que “no es que Estados Unidos sea el futuro del mundo, sino que Estados Unidos es el país del mundo donde el futuro llega primero”. Y advirtió entonces que en Estados Unidos de 1836 era el mundo de la democracia igualitaria, era el resultado de esa revolución social y política que encabezó el presidente Andrew Jackson. Y señaló entonces Tocqueville que lo que sucedía en Estados Unidos, con la democracia igualitaria de carácter masivo, hondamente popular, era el signo de lo que iba a ocurrir, inexorablemente, en el resto del mundo, y así fue.
Por eso es que esta elección en los Estados Unidos es de importancia mundial. Lo que está en juego allí es el signo de la nueva ola de la política mundial, que inexorablemente Estados Unidos desata con anticipación al resto del mundo. Todo esto va a tener, sin duda, particular incidencia en la política hemisferica y también y de manera directa en la República Argentina. Es dentro de ese nuevo contexto internacional, decidido el poder de los Estados Unidos por los próximos cuatro años, que la Argentina tendrá que enfrentar y resolver la renegociación de su deuda pública en default, el nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional y, por sobre todas las cosas, resolver la crisis política que se avecina, o para ser más exacto, la crisis política que se está desplegando.
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Jorge Castro , 14/09/2004 |
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