La Argentina en el mundo.

 


Texto de la exposición realizada en la reunión de la Peña Eva Perón que tuvo lugar el pasado miércoles 8 de septiembre
Peronismo y Lucha de Clases

Hace muy poco Pablo Rojo ocupó esta misma tribuna, y entre las observaciones que nos dejó, hubo una muy gráfica, muy ilustrativa: cuando el tipo de cambio es alto, los salarios son bajos. Y cuando los salarios son bajos, la variable de ajuste son los de abajo. Y cuando la variable de ajuste son los de abajo, seguro, seguro, que ese gobierno no es peronista. Redondo.

El drama de América Latina es que lleva más de cien años pendulando, de una punta a la otra, entre gobiernos que solo producen riqueza, por un lado, y gobiernos que solo la reparten, por el otro. Pero nunca es un mismo gobierno el que produce y también distribuye. Las dos cosas. Tenemos, entonces, períodos de enriquecimiento sin distribución, seguidos de períodos de distribución sin crecimiento. Gobiernos de minorías que enriquecen a los países y que invariablemente terminan en estallidos sociales. Y gobiernos populares que ponen justicia, reparten, distribuyen y terminan en un caos porque no saben aumentar la productividad.

Si miramos una por una la historia de las treinta y pico naciones de América Latina, esto siempre fue una constante. Excepto en uno de esos países. En todos menos en uno. Y dentro de ese país, en ciertos momento sí y en otros, no. Ese país es Argentina, y esos momentos de excepción, de rotura de esa condena, son los períodos en que gobernó el peronismo. Porque solo la doctrina peronista -y después la praxis peronista- conduce a políticas de aumento de la riqueza y, al mismo tiempo, una mejor distribución de esa riqueza. Solo el peronismo consigue eso. Y aunque fuera por esa sola razón, por ese único rasgo, habría más que merecido lo que históricamente consiguió: persistir más vigente que nunca mientras los demás partidos y agrupaciones políticas se mueren, se dividen o se caen, o sobreviven travistiendo a cada rato, a cada elección las siglas, las banderas, los dirigentes, los candidatos.Y que solo consiguen, invariablemente, un caudal electoral que no compite con el peronismo. por qué esto es así y qué tiene que ver con la política exterior? Esto es así porque, a diferencia de todos los movimientos o partidos populistas el peronismo no plantea la lucha de clases. El peronismo es alianza de clases, no lucha de clases.

Es por esa simple razón que siempre se encontró en capacidad de convocar, al mismo tiempo, a patrones y obreros, al capital y al trabajo, y hacerlos acordar, concertarlos en objetivos comunes a los dos: cada vez más riqueza, cada vez más justicia. Un círculo virtuoso. Es muy simple, tan simple que hace sesenta años no la pueden derrotar. Es por eso que al principio dije que hay gobiernos que pueden llamarse a si mismos peronistas, exhibir los símbolos, ponerlos en las boletas y cantar la Marcha. Pero que como no aplican este axioma esencial del peronismo (generemos más riqueza mientras hacemos más justicia) terminan siendo como la mona, que por más seda que se ponga, mona queda. No vieron a los que hace un par de años no nombraban a Perón y Evita cómo vuelven ahora al seno del peronismo y se percibe en televisión que cuando cantan la Marcha mueven los labios porque no se saben la letra?

Cierto que en situaciones extremas, a veces es necesario repartir de inmediato, atender lo urgente. Pero si eso se hace permanente, si no se promueven inversiones y fuentes de trabajo, el distribucionismo de hoy termina siendo hambre de mañana. El peronismo siempre creó puestos de trabajo, no subsidios, no dádivas a fin de mes de la mano de los punteros del político de turno. Eso es populismo clasista, no peronismo. Eso es clientelismo denigrante, no movilización popular. Y ya se sabe, los populistas aman tanto a los pobres que se dedican a multiplicarlos. No por casualidad los índices de pobreza de hoy prácticamente duplican a los de los noventa, y el salario tiene el más bajo poder adquisitivo que tuvo nunca en un gobierno de origen peronista. Y qué tiene esto que ver con la política exterior? Tiene que ver en que también en política exterior pueden aplicarse criterios emparentados con la lucha de clases o con la alianza de clases.

Por ejemplo, todos los partidos de izquierda, desde las virtuosas socialdemocracias europeas hasta los populismos extremos asiáticos, africanos o latinoamericanos transitaron siempre por una especie de lucha de clases universal. Recuerden ustedes al Movimiento de No Alineados y su paradigma de Norte contra Sur, ricos contra pobres, imperialistas versus esclavos. A propósito, Alguien ha leído en los últimos cuatro años alguna noticia en los diarios de lo que hace o deja de hacer el Movimiento de No Alineados? De-sa-pa-re-ció. No es que los imperialismos no hayan existido. Ni que ya no existan hoy. Como tampoco negar que hay países escandalosamente ricos y países en la más abyecta de las miserias. Nada de eso. El mundo sigue profundamente injusto. Es por eso que después de más de medio siglo, en lugar de caerse, la doctrina justicialista sigue vigente: hay un claro enemigo para combatir. Es esa lucha lo que nos mantiene vigentes en el corazón de la gente. La gente tiene memoria. La mejor de las memorias, la más indeleble: la que se conecta con la esperanza y la prosperidad.

Esto es así, porque los Estados repiten en el mundo lo que en cada país tenemos internamente: injusta distribución de las riquezas y lucha por conseguir cada día un reparto mejor. Un reparto mejor, pero de una torta que crezca cada día más. En el mundo pasa lo mismo que pasa en el interior de los países. Por eso tenemos una doctrina para el mundo que es igual a la que tenemos para los argentinos, para adentro de nuestro país. Y aquí aparece la dimensión internacional del peronismo: porque nadie como el peronismo ha elaborado una doctrina completa, consistente, acerca de cómo podemos progresar y mejorar nuestro papel, dentro y no fuera del sistema productivo, mejorarlo, enriquecerlo y, en cada día, en cada paso, obtener a cambio una mayor justicia para nuestros pueblos. Esa ha sido siempre la doctrina internacional del peronismo. Sumar a la Argentina a una suerte de lucha de clases internacional equivale a la misma desviación que cometeríamos haciéndolo en la política interna: estaríamos haciendo cualquier cosa menos peronismo. Hay una relación necesaria, un aire de úmilia, entre convocar a la concertación de clases dentro de la Argentina y una política exterior equivalente que nos permita insertarnos en el mundo y prosperar como ya lo hicieron países tan vinculados a nosotros como Italia o España, tan parecidos a nosotros como alguna vez fueron Canadá, Australia o Irlanda y lo están haciendo hoy otros tan cercanos a nosotros como el Chile de la Concertación. No se pueden tener dos caras, una adentro y otra afuera. A quién creen que engañan?

Durante muchos años, a quienes decíamos esto nos pasaba como en la alegoría de la caverna de Platón, la que estudiábamos en el colegio. Un esclavo, nacido y crecido dentro de una mina en Grecia, se escapa. Decide volver, y cuando les cuenta a sus propios amigos y hermanos, que afuera el mundo es distinto, que existen los árboles, el sol, el cielo y la libertad, que el mundo es otra cosa muy diferente que esas cavernas de miseria y oscuridad, sus propios amigos y hermanos deciden que está loco y lo matan . Entre los numerosos compañeros que vivieron largas décadas sin ser escuchados, muchas veces despreciados, permítanme aquí un modesto homenaje a la trayectoria del querido Guido Di Tella, enorme peregrino de esta larga travesía en el medio de la ignorancia y la incomprensión. Del 55 en adelante, todo eso siguió pasando durante más de treinta años Más de treinta años.! Pero hoy, en el 2004, a nosotros ya no nos hace últa el esfuerzo heroico y sacrificado de explicarle al resto de los argentinos que allí afuera existe otro mundo en que la gente progresa en paz y, al mismo tiempo, con justicia social. Que si se recorren ciertos caminos durante cierta cantidad de años, los resultados se consiguen.

Nosotros no tenemos que repetir el calvario de tantos compañeros y del pobre liberto griego, porque ya lo vivimos. No nos lo tienen que contar: nosotros ya lo vimos. Tuvimos la oportunidad y ya lo vimos. Durante diez gloriosos años pudimos abrir las puertas de la caverna y llevar a nuestra gente a ver, a tocar, a trabajar y estudiar, a vivir de la manera en que lo hacen los pueblos más avanzados de la Tierra. La gente ya vio todo eso y sabe que no hablamos de ilusiones sino de realidades, de cosas que se pueden efectivamente conseguir.

Cuando nosotros llegamos al gobierno, en esa caverna oscura que era la política exterior argentina se creía a pie juntillas que era imposible llevarse bien con EE.UU. y, al mismo tiempo, prosperar. Nosotros rompimos cien años de malas relaciones, abrimos paso al flujo de inversiones más grande de todo el siglo y crecimos durante años a un promedio que nunca antes habíamos tenido desde la generación del Ochenta. En esas mismas cavernas nos habían enseñado que con Chile era imposible entenderse . Entonces, solo seis años arreglamos todas, absolutamente todas las controversias limítrofes que llevaban un siglo "sin solución posible" -nos decían- y establecimos con Chile una relación estructural, desde la matriz gasífera, pasando por el récord de inversiones chilenas en el exterior, el uso común de los puertos en el Atlántico y el Pacífico, la quintuplicación del comercio, las disculpas por lo actuado en la Guerra de Malvinas y a ser los patrocinadores principales del reclamo argentino por las islas ante las Naciones Unidas, en lugar del patrocinador que nos habían dejado los radicales, que era Cuba. Se imaginan la bronca de los ingleses, que venían apostando a un siglo entero de enfrentamientos entre nosotros?

Con Brasil pasó lo mismo. El Mercosur era un compromiso lleno de buena voluntad firmado por Sarney y Alfonsín, hasta que llegó nuestra política exterior, dejamos de considerar a los vecinos como hipótesis de conflicto, pasamos a tenerlas como hipótesis de cooperación y allí se puso en marcha, de verdad, la integración del Cono Sur . No hace ninguna falta explicarles a ustedes lo que esos años significaron para el comercio y las exportaciones argentinas. Dicho sea de paso, convertimos a América del Sur en la zona más extensa y más poblada del orbe libre de armas nucleares, químicas y bacteriológicas y con los presupuestos militares más bajos de todo el planeta como porcentajes de nuestros respectivos productos brutos. Todavía hoy, en el mundo entero, no hay un caso así. Es un lugar común decir que la política exterior de los Noventa no fue otra cosa que un acto de oportunismo con Washington, una desviación de la tradición justicialista. No conocen ni a Perón ni a la doctrina justicialista. No se la saben. Fue todo lo contrario: fue el resultado de una profunda concepción de lo que debía ser el peronismo frente al mundo si queríamos resultar coherentes con lo que queríamos ser frente a nuestra propia gente, frente a los argentinos. Hay un hilo conductor directo, profundo, entre el pensamiento de Perón y la política exterior de los noventa.

Cuando desde el oficialismo de hoy se pondera a la políticas exteriores como las de Lula, Lagos o Cardoso, y se las pone como ejemplo, no se dan cuenta que a los que están reivindicando es a nosotros, a los Noventa. Permítanme leerle un párrafo muy corto: "Nuestro país, desde los primeros días de la revolución que la separó de la madre patria, puso particular empeño en aproximarse políticamente a los EE.UU. de América, adhirió luego a la doctrina Monroe y procuró así concluir, sobre la base de esa doctrina, una Alianza ofensiva y defensiva con la "Gran Nación del Norte, como ya entonces la llamaban los próceres de la Independencia nacional- para concluir con la reafirmación y ampliación de la amistad que felizmente une a nuestro país y los EE.UU., y que es deber de la generación actual cultivar con el mismo empeño y ardor con que la cultivaran nuestros mayores." Esto no fue escrito ni por el oportunista Menem ni el oportunista Di Tella . Esto lo escribió el barón de Rio Branco, muerto en 1912, el mayor canciller que haya tenido Brasil en toda su historia, el diseñador de la inserción brasileña en el mundo y hasta hoy venerado como el padre de la política exterior brasileña, una suerte de Alberdi de las relaciones exteriores para Itamaraty.

Hasta el día de hoy Brasil sigue la doctrina de Rio Branco. Doctrina que incluyó el concepto bioceánico (Atlántico y Pacífico) y el "ABC" que luego Perón llevó a la práctica con un tratado formalmente propuesto a Ibáñez del Campo y Getulio Vargas, favorables al proyecto, firmado y aprobado en Chile y desgraciadamente no aceptado por la clase política brasileña. Un tratado que hubiera adelantado al Mercosur en treinta años. Que anticipaba lúcidamente lo que recién acordamos dos generaciones después. Es que ya se sabe, los hombres y las ideas adelantadas a su tiempo solo son contemporáneos de su posteridad. Al revés, hay quienes, a diferencia de Perón no solo no se adelantan sino que directamente atrasan respecto de los tiempos. Algunos como treinta años. Hasta la década de los setenta, por ejemplo. En la década de los Noventa, la que marcó el camino en política exterior fue la Argentina.

Cardoso, un gran estadista, enseguida coincidió, a pesar de la oposición inicial de quienes nunca habían querido asociarse con Argentina. Quienes entonces se opusieron a los Cascos Azules hoy mandan más efectivos que nadie, ingresaron ahora en todos los organismos internacionales que controlan los materiales bélicos y sensitivos a los que nosotros nos incorporamos entonces, con críticas que hoy se cuidan muy bien de repetir. Cuando nos retiramos de No Alineados se levantó un coro de protestas indignadísimas. Ahora que ya no estamos y pasaron cinco presidentes y cinco cancilleres, Ustedes conocen a alguno que haya propuesto volver a incorporarnos a No Alineados? Silencio total. Cuando desactivamos el disparate del Cóndor vaticinaron que estábamos frustrando nuestro futuro espacial. Como respuesta, creamos un organismo civil y transparente, la CONAE (*) que ya lleva colocados seis satélites fabricados por argentinos, para combatir incendios forestales, inundaciones y sequías, para colaborar con la agricultura, la meteorología, el transporte, la navegación, la pesca y mil aplicaciones productivas más

. Eso hicimos nosotros en lugar de fabricar misiles para venderlos en Medio Oriente. Hace unos días el Presidente se llenó la boca anunciando muy orgulloso la construcción de otro satélite más, por parte de INVAP (**) y CONAE. Sería bueno repasar los archivos y ver qué opinaron los hoy responsables del Gobierno cuando suprimimos en Cóndor y creamos la CONAE, que no por casualidad depende de la Cancillería argentina. Yo les digo lo que hicieron: se rasgaron las vestiduras asegurando que estábamos mutilando la capacidad científica y el futuro tecnológico del país. Ahora, ellos se benefician de nuestras políticas acertadas y, por supuesto, se han olvidado de lo que entonces decían. Yo les pregunto a ustedes .Han visto que alguno de estos titanes de la soberanía estén proponiendo volver atrás, cerrar la CONAE y úbricar misiles? Silencio total, señores. Firmamos Tlatelolco y el TNP (***), cuyo rechazo era una bandera permanente de algunas cancillerías muy cercanas.

Nos siguió toda América Latina y Brasil, país con una lúcida dirigencia, también terminó suscribiéndolo. Y generamos con EE.UU. una relación histórica que es la misma que siempre tuvo Brasil y que Lula, debajo de toda la pirotecnia, continúa invariable. Porque en Brasil tienen continuidad, no como acá que cada gobierno borra al anterior e inventa la rueda de nuevo. Incluso así, terminamos nosotros, y no Brasil, como Aliados Extra-Nato de los EE.UU. Todavía lo somos, pueden creerlo? Les pregunto de nuevo: estos señores que entonces dijeron de todo contra nuestra condición de Aliados Extra Nato de los EE.UU., que nos tildaron de traidores y entreguistas, Se han enterado ustedes que en un rapto de suprema dignidad hayan devuelto esa condición, hayan renunciado a esa alianza? De nuevo, más silencio, señores. Excuso decirles cómo andamos ahora, lo bajo que estamos cayendo. Dos botones de muestra. Uno: en el Departamento de Estado, en Washington, la oficina que se encarga del Cono Sur, no se llama "Cono Sur." Se llama "Brasil y Cono Sur". Otro: en la plataforma electoral del Partido Demócrata ni figuramos (Se acuerdan de la época de Clinton, que nos llamaba sus amigos de más confianza?) y en la del Partido Republicano se menciona a los cuatro países más confiables de América Latina: son Méjico, Colombia, Brasil . y Chile.

Nosotros no existimos más. Eso no se arregla pegándose un viaje para sacarse fotos en la Convención Demócrata. Por si no prestaron atención, les informo que nuestro canciller lleva quince meses en el cargo y todavía no viajó a Washington para entrevistarse con su colega norteamericano (los de Chile y Brasil, los de los izquierdistas Lagos y Lula, lo han hecho muchas veces) y sostiene públicamente que no encuentra motivo alguno para hacerlo. Así nos va. El peronismo nunca mezcló los intereses nacionales con actitudes políticas de estudiantina. En fin, que el prestigio que alcanzó la Argentina en el mundo durante aquellos diez años fue enorme, y todavía hoy persiste por ejemplo en la ayuda que recibe el país cuando el G-7 o el Fondo Monetario tienen que tomar decisiones.

Hace ya un año que el único que en esos casos nos apoya son los EE.UU. Y todo eso, todo ese acercamiento con los vecinos, toda esa prosperidad en la unidad, no la hicimos en nombre de la lucha reivindicativa contra perversos imperios que nos sojuzgaban sino al revés: asociándonos con los países más grandes, más democráticos y exitosos del planeta encontrando con ellos intereses comunes que nos permitieran prosperar en el entendimiento, no en la confrontación. Exactamente lo que hace el peronismo en la política interna entre ricos y pobres, entre empresarios y trabajadores. Los resultados estuvieron muy pronto a la vista. Eso es hacer política exterior peronista. Eso es tener frente al mundo la misma cara que tenemos frente a nuestros compatriotas: una misma política interior y exterior compatibles, articuladas. Ese es el origen de nuestra fortaleza. Y esa es la razón por la cual no nos pueden derrotar. Muchas gracias

. (*) Comisión Nacional de Actividades Espaciales, sin tareas secretas y cuyos proyectos y presupuestos se discuten abiertamente cada año en el Congreso de la Nación;

(**) Empresa estatal de la provincia de Río Negro, modelo mundial de producción tecnológica de punta y que no percibe un centavo del presupuesto estatal, manteniéndose en base a su propia úcturación.

(***) Tratado de No Proliferación nuclear.
Andrés Cisneros , 13/09/2004

 

 

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