China y Brasil, historias paralelas con caminos inversos .

 


Por considerar que puede resultar de interés le remitimos también el artículo que publicaramos en el diario - El Cronista - el 4 de junio pasado.
Por Jorge Castro -

Brasil prevé invertir 7400 millones de dólares hasta fines del año 2008 para aumentar su producción anual de acero en 10 millones de toneladas, lo que llevaría el total a 44 millones de toneladas. Si esta gigantesca inversión se lleva a cabo, Brasil pasaría del noveno al sexto lugar mundial entre los países productores de acero, ocupando la posición que hoy tiene Alemania.

La Compañía Valle del Rio Doce ( C.V.R.D.), la principal empresa minera de Brasil, se ha asociado con el grupo chino Baosteel Shangai para construir en San Luis, estado de Marañao, una planta de fabricación de acero con una inversión de 1500 millones de dólares. Se prevee que la acería produzca anualmente 3.5 millones de toneladas métricas para el 2007 y que, eventualmente, expanda su producción hasta llegar a las 7.5 millones de toneladas de acero. La localización de esta planta tiene un sentido estratégico. Estará a menos de tres días del canal de Panamá, ubicación que le permite acortar el trayecto hasta los puertos chinos. El objetivo de este emprendimiento es no transportar gigantescas cargas de mineral de hierro provenientes de Brasil, sino barras de acero más livianas y fácilmente manejables para ser empleadas en el desarrollo de la infraestructura china.

La razón de este enorme salto en la producción siderúrgica brasileña es China, que en el 2003 consumió el 27% del acero mundial. La previsión es que su demanda siga en aumento. La razón es que, sólo en la década del 90, un centenar de millones de campesinos se trasladó desde campo a las ciudades. Las estimaciones de Beijing indican que, con la eliminación de la totalidad de las restricciones que limitan la migración interna, desde ahora al 2020, más de 300 millones de campesinos se trasladarán a los centros urbanos. Es el proceso de urbanización más grande de la historia universal, con el consiguiente incremento sideral en la inversión en infraestructura, en la que el acero y el cemento ocupan un lugar fundamental.

Lo que ocurre con el acero brasileño también sucede con la soja. Por el constante incremento de su demanda de alimentos, China se ha transformado en el principal mercado para las exportaciones de soja brasileña y en el tercer socio comercial de Brasil. Hay que tener en cuenta que el principal desafío político y social que afrontará China en los próximos años es abastecer de alimentos su población, que equivale al 22% de la población mundial, con solo el 7% de las tierras agrícolas del planeta.

En 1980, la economía brasileña era mayor que la de China. Pero en los últimos 25 años China tuvo un crecimiento promedio del 9% anual . El resultado es que, durante estos años, más de 280 millones de chinos abandonaron la extrema pobreza y se incorporaron al mercado de consumo, abriendo gigantescos bolsones de demanda, que incluye una fenomenal alza en el consumo de alimentos.

La performance brasileña en ese periodo es la contraria. Prácticamente, Brasil no creció en los últimos 20 años. Su crecimiento per capita promedio fue sólo del 0.4% anual. Más aún, desde 1970 su desigualdad en la distribución del ingreso, una de las más extremas del mundo, se mantiene intacta. El número de pobres e indigentes es constante entre 1970 y 1993, con una reducción del 20% a partir del Plan Real, pero con un aumento luego de la devaluación de 1999.

Hubo una diferencia fundamental entre estos dos resultados. En 1985, China exportó a Estados Unidos un monto total de 4000 millones de dólares. Ese mismo año, Brasil le vendió 6800 millones de dólares. En el 2003, el total de las exportaciones chinas a Estados Unidos fue de 154.000 millones de dólares, mientras que las ventas brasileñas al mercado norteamericano ascendieron el año pasado a 17.000 millones de dólares.

El crecimiento chino es el resultado del vuelco a la economía de mercado iniciado por Deng Xiao Ping en 1979. China asumió una estrategia de crecimiento ya probada en el Asia-Pacífico, inaugurada por Japón y seguida luego por los cuatro "pequeños dragones " (Corea del Sur, Taiwan, Hong Kong y Singapur), consistente en sustentar el crecimiento económico en una estrategia exportadora orientada a los mercados mundiales de alto nivel de consumo, en primer lugar a Estados Unidos.

El estancamiento brasileño de los últimos 25 años se relaciona con su dificultad estructural para crecer en las condiciones de globalización de la economía. Por eso, la China del último cuarto de siglo es la historia de éxito más notable de la economía mundial y, en ese mismo período, Brasil, otro gigante, patentiza en cambio una historia de frustración.

La paradoja es que, en estas nuevas condiciones creadas por la incesante expansión de la economía china, la asociación estratégica con el coloso asiático, impulsada por Lula en su reciente visita a Beijing, puede constituirse en el punto de arranque para que Brasil salga del estancamiento y alcance una inserción competitiva en la economía globalizada.

*Presidente. Instituto de Planeamiento Estratégico.
Jorge Castro , 14/06/2004

 

 

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