La Argentina y los Estados Unidos.

 


Artículo de Jorge Castro publicado en - U.S. Argentina Monitor-, boletín especial sobre las relaciones bilaterales editado recientemente por el Centro de Investigaciones y Estudios Estrategicos de Washington
Las relaciones entre los países no se establecen en el vacío. Por definición, están inscriptas en un contexto regional y global. De allí que la relación bilateral entre la Argentina y los Estados Unidos tenga que ubicarse en la actual situación de América Latina y del mundo, cuya característica central es el incesante avance del proceso de globalización económica e integración política.

Estados Unidos es el país-eje del actual sistema de poder mundial. Todos los países del mundo definen su inserción en el escenario internacional a partir de su relación con Estados Unidos. Por eso, la reformulación de su vinculación con Washington es la principal definición que tiene que afrontar la política exterior argentina.

A su vez, la abrumadora supremacía económica, tecnológica y militar norteamericana, que tiene un grado inédito en la historia universal, no implica de ninguna manera que Estados Unidos sea un país que todo lo puede por si solo. Para actuar exitosamente en el terreno internacional, necesita generar consensos y conseguir aliados. En ese marco, están planteadas sus opciones sobre la Argentina.

La actual fase de la integración mundial tiene una doble dimensión. Es económica y política. En el aspecto económico, avanzan los acuerdos de libre comercio, tanto bilaterales como regionales. En el terreno político, el tema central es la edificación de un nuevo sistema de seguridad global, orientado a combatir las nuevas amenazas, en particular el terrorismo transnacional y el narcotráfico.

Esta doble dimensión de la integración mundial se expresa nítidamente en el continente americano y determina con precisión la relación entre la Argentina y los Estados Unidos.

Las negociaciones para la configuración del ALCA constituyen el prólogo para la inminente conformación del bloque económico continental más importante del mundo. Pero esas tratativas no paralizan otras iniciativas de integración. Desde el 1º de enero de este año, está en vigencia el tratado bilateral de libre comercio entre Estados Unidos y Chile. Es el primero establecido entre Estados Unidos y un país sudamericano, asociado además al MERCOSUR. Ya están acordados los términos de un tratado de libre comercio entre Estados Unidos y el Mercado Común Centroamericano. Es el primer acuerdo de libre comercio suscripto por Washington no ya con un país en particular, sino con todo un bloque regional. Están también en marcha las conversaciones para un acuerdo de similares características con Ecuador. En el corto plazo, está previsto el inicio de negociaciones bilaterales de Estados Unidos con Colombia y con Perú.

El punto decisivo para la definición del acuerdo del ALCA es la negociación final entre Estados Unidos y el MERCOSUR. Esto implica una seria encrucijada estratégica para Brasil y la Argentina. Aquí es importante recordar el espíritu fundacional del bloque regional. El MERCOSUR no fue constituido para generar una nueva muralla proteccionista frente a los embates de la globalización. Su óptica fundacional fue la del "regionalismo abierto". La puesta en marcha del bloque regional, ocurrida en 1991, coincidió con el impulso de la apertura económica, tanto en Brasil como en la Argentina. El objetivo estratégico del MERCOSUR fue y es generar una nueva plataforma de lanzamiento conjunto para que sus países miembros (también Uruguay y Paraguay) puedan mejorar cualitativamente las condiciones para su inserción competitiva en una economía mundial cada vez más globalizada.

Avanzar entonces desde el fortalecimiento del MERCOSUR hacia el lanzamiento del ALCA es una prioridad estratégica fundamental para la Argentina, compartida por la actual administración republicana de Washington.

La segunda dimensión de la problemática de la integración, que es la cuestión de la seguridad, encuentra a los Estados Unidos y la Argentina frente a la necesidad común de afrontar una creciente crisis de gobernabilidad en América del Sur, que se expresa con particular virulencia en casi todos los países del arco andino.

El conflicto en Colombia, la situación imperante en Venezuela y la agudización de los enfrentamientos en Perú y Bolivia, con serio riesgo para la estabilidad de los presidentes Alejandro Toledo y Carlos Mesa, configuran un escenario de fuerte incertidumbre política, signado por una alta dosis de imprevisibilidad, sensiblemente agravada por la reaparición de la tensión chileno-boliviana.

En este contexto, tanto la Argentina como los Estados Unidos tienen un fuerte interés común en el mantenimiento de la paz y la estabilidad en América del Sur. Esa coincidencia exige la búsqueda de una acción conjunta en el orden diplomático y político para preservar la seguridad y la paz en la región.

De estas dos dimensiones fundamentales surge que la redefinición de los vínculos estratégicos de largo plazo entre la Argentina y los Estados Unidos tiene un contenido político, económico, comercial y de seguridad.

En materia estrictamente comercial, la apertura del mercado norteamericano supone la oportunidad para el ingreso de las exportaciones argentinas a un espacio económico que, en términos de capacidad de importación, es veinte veces más grande que el MERCOSUR. Por eso, en el terreno económico, abre para la Argentina nuevas e inmensas posibilidades para la inversión nacional e internacional, arrastradas por la ampliación del mercado y las nuevas posibilidades del comercio.

La alternativa de integración con Estados Unidos no supone de ninguna manera una opción ideológica. Un presidente socialista como el chileno Ricardo Lagos, fue el primer mandatario sudamericano en concertar un acuerdo bilateral de libre comercio de su país con Estados Unidos. Tampoco implica de ningún modo un debilitamiento del MERCOSUR, que tendrá que reformular sus propias reglas para compatibilizarlas con la puesta en funcionamiento del ALCA, prevista para el próximo 1º de enero del 2005, es decir, en términos históricos, pasado mañana.

La integración con Estados Unidos tampoco constituye un camino opuesto al fortalecimiento de los lazos con la Unión Europea. Todo lo contrario: México, que es el país latinoamericano más plenamente integrado a la economía norteamericana a través del NAFTA, y Chile, paralelamente a su tratado bilateral con los Estados Unidos, han suscripto sendos acuerdos de libre comercio con la Unión Europea, algo que todavía el MERCOSUR no ha podido lograr. Pareciera que el camino más corto para acordar con Bruselas pasa por Washington.

Está históricamente demostrado que los procesos de integración regional favorecen a los países de menor desarrollo relativo que son capaces de aprovechar inteligentemente las oportunidades abiertas por su inserción en grandes espacios económicos integrados. Tal, por ejemplo, los casos de España e Irlanda, erigidos en los últimos años en los dos países de mayor crecimiento dentro de la Unión Europea.

En las actuales circunstancias, un acuerdo estratégico de la Argentina con los Estados Unidos constituye una palanca de enorme importancia para crear las condiciones necesarias para el fortalecimiento de la posición del país ante los grandes actores económicos transnacionales y, en especial, frente a la comunidad financiera internacional. Representa hoy un requisito absolutamente indispensable para la reinserción de la Argentina en el concierto mundial.

La Argentina está obligada a volver a construir poder dentro de la sociedad mundial superando su etapa de aislamiento. Y como es imposible construir poder al margen de las tendencias centrales de una época determinada, esta estructura de poder, que es un sistema de lazos y alianzas, tiene que generarse a través de la activa participación en el proceso de globalización económica, revolución tecnológica e integración política que caracteriza al mundo de hoy.

El aislamiento externo torna inviable cualquier posibilidad de superar la crisis del país. La Argentina está obligada a recuperar relevancia en el plano mundial. Y, en esta época, el poder tiene un carácter eminentemente asociativo. Se construye a través de redes. La reinserción de la Argentina en el escenario mundial requiere entonces forjar un amplio tejido de alianzas. En este punto, ocupa un lugar central la recreación de un acuerdo estratégico con Estados Unidos.
Jorge Castro , 14/04/2004

 

 

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