Por un peso más o menos .

 


Jorge Raventos analiza el trasfondo y las implicancias políticas del diferendo suscitado entre el presidente Kirchner y el senador Carlos Reutemann.
¿Fue una torpeza ocasional o una actitud deliberada lo que llevó al gobierno nacional a golpear (y ofuscar) a Carlos Reutemann? Cualquiera haya sido el motivo, lo cierto es que la reacción del ex gobernador y actual senador santafesino se transformó en un nuevo motivo de inquietud para la Casa Rosada.

Desde allí, desde la sede del Ejecutivo, se había lanzado la primera piedra al sugerir que Reutemann no había administrado adecuadamente la ayuda que el gobierno nacional le había entregado para afrontar el drama de las inundaciones padecidas por su provincia: “500 millones de pesos”, precisaron. “A la provincia no llegó esa suma –corrigió el Lole-; apenas nos entregaron 150 millones”. “Reutemann ni siquiera conoce el monto que recibió”, escaló la disputa el jefe de gabinete, Alberto Fernández. “Esto ha sido algo artero –se irritó Reutemann-; yo tengo todo contabilizado, hasta la cantidad de zapatillas de un solo pie que me mandaron deBuenos Aires”. De inmediato, el senador presentó en la Cámara Alta una solicitud para que el Ejecutivo informe adecuadamente sobr e la ayuda efectiva prestada el año último a Santa Fé y ese pedido fue respaldado por un número interesante de sus colegas. Entre quienes lo suscribieron hay senadores peronistas de las provincias de Buenos Aires, Santa Fé y Córdoba, de La Rioja y Catamarca, Entre Ríos y Tierra del Fuego. Hasta el presidente del bloque justicialista, Migue Pichetto, amagó con poner su firma al pie del pedido de informes, pero antes de que lo intentara recibió un sosegate de Balcarce 50 y se apresuró a declarar que nunca se le había ocurrido tal gesto. La senadora entrerriana Graciela Bar – que sí había firmado- fue conminada por su gobernador, Jorge Busti, a que borrara con el codo lo que había escrito su mano. “He sido víctima de un operativo”, se justificó la senadora.

Es que, a esa altura, el gobierno observaba que la solidaridad con Reutemann estaba convirtiéndose en un primer atisbo de rebelión en el bloque peronista de la Cámara Alta, una pieza indispensable para gobernar que, hasta el momento, ha acompañado sin mayores corcoveos las iniciativas presidenciales.

Si la intención de los ataques al santafesino residía en esmerilar una figura que conserva prestigio dentro y fuera del PJ, la maniobra no sólo parece frustrada, sino que exhibió un magro sentido de la oportunidad. Justo en medio de los tironeos con Lole, Kirchner tuvo el viernes que visitar la pujante ciudad de Rafaela, un baluarte agro.industrial de Santa Fé: allí, por primera vez desde que asumió el cargo, el Presidente debió escuchar silbidos y no pudo dejar de ver los cartelones que reclamaban: “Volvé Lolé”. Decidió levantar la bandera blanca: “No nos peleemos por si alguien puso un peso más o un peso menos”, exhortó. En ocasiones es oportuno usar la marcha atrás, aunque la diferencia entre la cifra que difundió la Casa Rosada y la que proclama Reutemann no sea de “unos pesos” apenas, sino de 350 mill ones.

Tampoco son “unos pesos” los que están en debate en la eventual reconsideración de la oferta hecha en septiembre por el gobierno nacional a los bonistas defailteados, conocida como la propuesta de Dubai. En estos días se ha dado por segura una flexibilización de esa oferta, si bien tanto el ministro Roberto Lavagna como el presidente Kirchner insisten en que “el ofrecimiento de Dubai sigue firme”.

El diario La Nación aseveró el viernes 20 que el gobierno “intenta flexibilizar su propuesta” y señaló como indicio de ello que “un documento de trabajo que el Ministerio de Economía distribuyó en la reunión de anteayer (por el miércoles 18) con legisladores, y que ayer hizo público, incorpora el dato de que el canje de deuda incluiría los intereses no abonados tras el default, que hasta ahora el ministro Roberto Lavagna sostiene que no se van a pagar. En el informe se dan dos cifras potenciales de canje: US$ 82.000 millones (sólo capital) y US$ 100.000 millones (interés más capital)”. La propuesta de Dubai, en efecto, establecía una quita del 75 por ciento sobre el valor nominal de la deuda (capital) y excluía todo pago de los intereses caídos desde el default, co nvirtiendo la oferta neta de pago en un 9 por ciento, que los bonistas, el FMI y los representantes de los países del G7 consideran insignificante y hasta ofensiva.

La señora Cristina Fernández de Kirchner aseguró una semana atrás que se pagará un 25 por ciento, y el ex directivo del FMI Claudio Loser aseguró esta semana que un 25 por ciento, en lugar de un 9 por ciento, sería una oferta que los acreedores estarían en condiciones de aceptar. Obviamente, se trataría de un ofrecimiento casi tres veces más alto que el lanzado en Dubai y una notoria flexibilización de lo que hasta hace quince días (y aun actualmente, en las palabras) aparecía como una postura intransigente del gobierno. La Casa Rosada, cubierta bajo un paraguas de discursos duros, continúa su giro discreto hacia una decisión negociadora aunque, como suelen decir los diplomáticos, nada estará cerrado hasta que todo esté cerrado,

Jorge Raventos , 23/02/2004

 

 

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