MÁS QUE UN PRESIDENTE, EE.UU ELIGIRÁ UN SISTEMA DE VALORES .

 


Análisis del significado de las próximas elecciones presidenciales norteamericanas, publicado en EL CRONISTA el pasado jueves 15 de enero.
Es la primera vez, después del 11 de septiembre de 2001, que el mensaje anual sobre "El Estado de la Unión" pronunciado por el presidente George W. Bush ante el Congreso no tiene como eje central la lucha contra el terrorismo transnacional, ni el anuncio sobre alguna guerra inminente, sino la agenda doméstica norteamericana. De allí que el centro de la exposición presidencial haya estado esta vez ocupado por la economía, el empleo, la educación y el sistema de salud pública, algo comprensible si se tiene en cuenta que en diez meses más se jugará en las urnas la reelección de Bush o su derrota.

Un aspecto importante fue la ratificación de las nítidas definiciones ideológicas del mandatario republicano, como las referidas a la reivindicación de la importancia del matrimonio tradicional y del rol de las organizaciones caritativas de carácter religioso para la atención de los problemas sociales. En ese sentido, quedó claro, en términos ideológicos, que el verdadero progenitor político de Bush no es su padre sino Ronald Reagan, el gran artífice de la "revolución conservadora" norteamericana de la década del 80.

Las prioridades enunciadas por Bush parecerían coincidir con un giro experimentado en las preocupaciones de la opinión pública estadounidense. Así se desprende de una atenta lectura de los propios resultados de las elecciones en el "caucus" del Partido Demócrata en Iowa, que es un estado demócrata por excelencia. Las encuestas señalaban que el 75% de los votantes demócratas de Iowa estaban en contra de la guerra de Irak . Sin embargo, los resultados indican que alrededor el 70% de esos votantes apoyaron a dos precandidatos presidenciales que respaldaron la decisión de Bush de intervenir militarmente para derrocar a Sadam Hussein. En efecto: John Kerry y John Edwards, que apoyaron aquella determinación, obtuvieron el 38 % y el 32 % de los votos respectivamente. Esto no significa que la mayoría del electorado demócrata haya necesariamente variado su posición crítica en relación a la guerra, todo lo contrario. Implica, sí, que el tema de la guerra no constituye hoy el centro de sus preocupaciones. Puede por ello apoyar a precandidatos con los que en ese punto no haya coincidido. Tal vez allí resida la razón de la derrota de Howard Dean, quien entre los precandidatos demócratas fue el más decidido opositor a la guerra y que sacó sólo el 19% de los votos.

Es altamente probable que para la opinión pública norteamericana la captura de Sadam Hussein haya constituido un punto de inflexión en relación a la situación en Irak. De algún modo, marcó un antes y un después. Desde esa óptica, es posible que la detención del ex líder iraquí haya tenido más impacto político en Estados Unidos que en Irak.

Colocada nuevamente la atención principal de la opinión pública estadounidense en la agenda interna más que en la situación internacional, cabe una explicación adicional para comprender el carácter fuertemente ideológico de la campaña presidencial en marcha.. La verdadera explosión de productividad que protagoniza la economía norteamericana, que es la más elevada de las últimas décadas, con un aumento del 9,4% anual en el tercer trimestre del 2003, no tiene solo efectos cuantitativos en materia de una alta tasa de crecimiento económico. Supone también, y esto es aún más importante, un salto cualitativo. La antes denominada "nueva economía" ha dejado de ser un segmento creciente pero parcial de la economía norteamericana para constituirse, lisa y llanamente, en "la" economía. Estados Unidos como tal ha dejado atrás la sociedad industrial y está plenamente inmerso en la economía de la información. Pero esa mutación histórica no es sólo económica. Es también, y fundamentalmente, una colosal transformación social y cultural. Porque la economía de la información es la base material de la sociedad del conocimiento. De allí que, como ocurre en las raras oportunidades en que se produce un cambio de época histórica de semejantes dimensiones, vuelva a estar en discusión la escala de valores de una sociedad. El mensaje fuertemente ideológico de Bush garantiza que esa discusión estará presente en esta campaña electoral norteamericana.

JORGE CASTRO

PRESIDENTE DEL INSTITUTO DE PLANEAMIENTO ESTRATÉGICO
Jorge Castro , 26/01/2004

 

 

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