Los desafíos del 2004 .

 

Texto completo de la exposición realizada por Pascual Albanese , en la última reunión mensual del ciclo 2003 del centro de reflexión para la acción política Segundo Centenario, que tuvo lugar el pasado martes 2 de diciembre en el Hotel Rochester, Esmeralda 546 de la ciudad de Buenos Aires .
Viene de
Hoy, 2 de diciembre de 2003, faltarían ocho días para la expiración del mandato constitucional de Fernando De la Rúa. En ese lapso de cuatro años iniciado en diciembre de 1999, tuvimos empero cuatro presidentes constitucionales: De la Rúa, Adolfo Rodríguez Sáa y Néstor Kirchner, quien ha cumplido cinco meses de yapa , precisamente por la renuncia adelantada de Duhalde , que tenía mandato hasta el 10 de diciembre de este año , es decir, hasta completar el mandato que no terminó De La Rúa. Esta aclaración nos permite situarnos en este período que comienza , en una Argentina política que ha perdido ya el sentido de la normalidad, y hasta de la normalidad más elemental como es el plazo de la norma constitucional sobre la duración de los mandatos presidenciales .

Y es bueno también decir que el período que se inicia en el año 2004 tiene también un segundo condimento, que es una cierta perspectiva de mantenimiento de los datos fundamentales macroeconómicos sobre los cuales se han desenvuelto trabajosamente el año 2003, esto que se ha dado en denominar la reactivación, con todas las características que alguna vez hemos señalado en cuanto a sus límites estructurales, y que implica para la Argentina un crecimiento del producto bruto interno de más del 7% para este año, que probablemente se mantenga, aunque no con los mismos valores, en estos doce meses que comienzan el 1° de enero.

Desde ese punto de vista, podríamos decir que se inicia un período, o por lo menos un año, de normalidad política, con una perspectiva que, más allá de la valoración que uno haga de la sustentabilidad del programa económico en curso en los términos de corto plazo , supone una perspectiva de estabilidad macroeconómica para los próximos doce meses.

Dicho estas dos cosas, el comienzo de un período de normalidad en términos político-constitucionales y la existencia de un año de relativa estabilidad en términos de lo que podría ser las perspectivas macroeconómicas de la Argentina, se podría decir , como consecuencia de estos dos elementos, que estamos bien, o por lo menos estaríamos bastante bien, y si ésta fuera la única evaluación que se pudiera hacer prospectivamente sobre el año 2004, cabría decir entonces que nos espera un año bastante mejor que años anteriores. Y a lo mejor es así.

De todos modos, la realidad de la política argentina de estos últimos meses, de estas últimas dos semanas, incluso de estos últimos días, permite percibir una situación extremadamente frágil y extremadamente delicada desde el punto de vista estrictamente político, hablando no desde el punto de vista de la normalidad constitucional, no desde el punto de vista de los datos macroeconómicos, sino de lo que sería el punto central, que es la fortaleza del poder político y la posibilidad de gobernabilidad de la Argentina, que es aquello que dio origen al vertiginoso colapso del gobierno de la Alianza.

Para entender por qué estamos en una etapa de fragilidad política, cuando en los medios de comunicación social estamos acostumbrados a escuchar que la contundencia del denominado "estilo K" y los formidables índices de aprobación pública que, según las encuestas, acompañan al gobierno nacional, y a pesar de todo ello hablamos de inestabilidad política, es porque la cuestión de la seguridad pública, en el más amplio sentido del término, se ha colocado en el centro de la agenda política argentina y ha conformado una suerte de nuevo desafío que pone en tela de juicio la solidez del poder político y la capacidad que tiene para resolver los problemas que tiene por delante.

Cuando nos referimos a la cuestión de la seguridad pública como nudo gordiano, en todas sus multifacéticas implicancias , no nos estamos refiriendo únicamente al fenómeno obvio que le da origen, el auge de la delincuencia, sino que tenemos que tener en cuenta al menos a otros tres elementos igualmente importante, o políticamente más importantes aún: en segundo lugar , además del auge de la delincuencia, el fenómeno piquetero , en tercer lugar la relación entre el poder político y las fuerzas de seguridad y las Fuerzas Armadas y en cuarto lugar la relación entre el gobierno nacional y el aparato partidario del peronismo de la provincia de Buenos Aires. Es decir que el tema de la seguridad pública, concebido desde esta óptica puesto como centro de la agenda política argentina, supone estos cuatro problemas : la delincuencia , los piqueteros , la relación con los sistemas de seguridad y las fuerzas militares y el tema de la relación entre el poder nacional y el aparato del peronismo bonaerense.

Una breve referencia acerca de estas cuatro cosas. La primera, el auge de la delincuencia es la que se explica más fácil y no tiene ningún detalle adicional, simplemente la profundización de esta nueva realidad de las "áreas sin ley", cada vez más extendidas en el conurbano bonaerense. Claramente, lo que está generando es el primer punto de fisura entre el Presidente Kirchner y esa opinión pública que el 31 de octubre, con un cacerolazo preventivo, comenzó una cuenta regresiva en relación a la demanda de seguridad sobre el gobierno nacional. En este punto del fenómeno del auge del delito propiamente dicho, tal vez , un elemento a citar, porque está en los diarios de estos días y tiene cierto significado emblemático, es un fallo de la Sala 1 de la Cámara en lo Correccional, que establece la inconstitucionalidad de un artículo del código procesal penal, con lo que se extreman las facilidades para la excarcelación de los acusados de determinados delitos. En este caso en particular, estamos hablando de un fallo que estableció la excarcelación de una persona que estaba acusada de 123 estafas y 65 hechos de hurto. Más allá de la discusión jurídica, lo políticamente distintivo es que este fallo, que fue aprobado por unanimidad por los tres camaristas de este tribunal que hasta hace pocas semanas integraba Eugenio Zaffaroni, con quien dos de estos tres camaristas han trabajado juntos durante largos años en la justicia argentina. Y en los diarios aparecen también declaraciones del doctor Zaffaroni, hoy ministro de la Corte, manifestando su coincidencia con el sentido de este fallo de la Sala 1 de la Cámara Correccional.

Desde este punto de vista, la cuestión de auge delictivo, cruzada con determinadas iniciativas del gobierno nacional, tiende a generar un incremento de la insatisfacción colectiva, no sólo por la acción de los delincuentes sino también por la acción o inacción del Estado frente a este incremento del delito.

El segundo punto al que hicimos referencia es el fenómeno piquetero. Hay un informe que acaba de publicar el Centro de Estudios para la Nueva Mayoría, que dirige Rosendo Fraga, que establece que, en lo que va del año 2003, ha habido 1147 cortes de ruta en la República Argentina, con lo que queda ya superado la cifra establecida en el año anterior de 1041 cortes de ruta a lo largo de todo el año 2002. En el mes de noviembre, hubo 120 cortes de ruta , contra 66 del mes de octubre, lo que marca un fuerte avance en esta tendencia. Y estamos a este ritmo muy cerca, según dice el informe, de los 1383 cortes de ruta que caracterizaron los meses previos a diciembre de 2001, que concluyeron con la caída de De La Rúa.

En este punto es que se desarrolla toda la discusión política en torno al Estado y la actitud hacia el fenómeno piquetero e inclusive a la actitud del Estado en lo que pueden denominarse las políticas sociales y los planes sociales. Lo cierto es que no hace falta pormenorizar en el sentido de la política del gobierno de contemporización permanente con este fenómeno, con las organizaciones piqueteras en general y en particular con el intento de organización de lo que se podría denominar "piqueterismo oficialista", básicamente encabezado por Luis D´Elía y un sector vinculado a lo que es la Central de Trabajadores Argentinos que lidera Víctor De Genaro, y con la reacción que este mismo intento genera en la otra ala del piqueterismo, que en la versión más extrema está encarnada por Pitrola y el Polo Obrero, en su versión más escandalosa por Raúl Castells y con una variante intermedia corporizada por la Corriente Clasista y Combativa encabezada por Carlos Alderete.

Lo cierto es que estamos en una situación en la cual la política del gobierno de alianza con un sector de la izquierda genera un elemento creciente de contribución a la inseguridad pública en la Argentina, que a su vez empieza a sentirse en la opinión pública según ustedes han visto en las encuestas que se difundieron en los diarios de Buenos Aires, que hace que así como la mayoría de la opinión pública hace mas de un mes empezó a manifestar su discrepancia con el gobierno de Kirchner en relación al auge de la delincuencia propiamente dicha, podemos decir ahora que se empieza a manifestar la discrepancia hacia el gobierno con respecto a cuál es al política frente a este segundo elemento de la agenda de seguridad pública que es el auge del fenómeno piquetero.

De allí que el propio gobierno haya dado marcha atrás con el proyecto de muchos sus diputados nacionales adictos para darle una amnistía general a los piqueteros que hubieran sido condenados por la justicia en años anteriores. Lo cierto es que en este tema absolutamente central en la configuración de la agenda pública el gobierno está otra vez empezando a tropezar con el escollo crítico de la opinión pública argentina. De alguna forma, la polémica desatada entre Eduardo Duhalde , su señora esposa y el gobierno nacional acerca del fenómeno piquetero tiene, en un costado, bastante que ver con la percepción de la opinión pública. Porque hay algo que equipara tanto a Eduardo Duhalde como a Néstor Kirchner, que es su compartida obsesión por las encuestas de opinión. En este caso, la lectura que Duhalde hace de las encuestas es lo que ha acelerado también, entre otros elementos, esta perspectiva de colisión con el gobierno de Kirchner en torno a este flanco vulnerable de esta gestión como es la cuestión de los piquetes.

El tercer elemento, decíamos al principio, que hace que este tema se haya convertido en el tema central de la agenda política argentina es la relación conflictiva entre el gobierno nacional y las fuerzas de seguridad y las Fuerzas Armadas, un tema que a esta altura del partido no vale la pena ahondar demasiado, pero que se reflejan en el hecho de que si para la opinión pública el tema principal es el de la inseguridad, para el gobierno el problema principal son las fuerzas de seguridad . En este punto hay también una cuestión a tener en cuenta y es que de alguna forma la renuncia de Juan José Alvarez como Secretario de Seguridad de la provincia de Buenos Aires, tras dos meses de gestión, con absoluta independencia de todo juicio de valor acerca de los errores y aciertos de una política que jamás se puede medir en un lapso tan breve, sobre todo en lo que tema de la seguridad pública se refiere, marca es que no hay poder político suficiente como para poder establecer políticas con continuidad en el tiempo y, por lo tanto, eficacia en materia de resultados.

Hay un cuarto elemento que, decíamos al principio, y que tal vez desde el punto de vista político es el central, que hace que el tema de la seguridad pública sea el punto central de la agenda política argentina. Es el hecho de que este tema esté absolutamente imbricado con la relación entre el gobierno nacional y el aparato partidario del Partido Justicialista de la provincia de Buenos Aires. Todos ustedes tendrán en la memoria las imputaciones del Procurador de la Suprema Corte de la Provincia de Buenos Aires, Dr. Eduardo De La Cruz y las respuestas que recibió de parte del gobierno nacional, sobre todo del Ministro de Justicia. Todos recordamos el nivel de agresividad retórica con que ese funcionario del gobierno nacional y dirigentes del peronismo bonaerense se han cruzado en los últimos días en estos temas y de alguna manera cabe decir que estas apariciones públicas recientes de Duhalde refleja esto que estamos diciendo, es decir que en este punto hay un fuerte nivel de conflictividad política entre el gobierno nacional y el bonaerense, con una fuerte particularidad: el gobernador de Buenos Aires, Felipe Solá, está entre dos fuegos, lo que está dándole mayor complejidad a todo esto y, por lo tanto, mayor dificultad para resolver este tema.

Estamos a cinco, casi seis, meses de la asunción del gobierno de Kirchner. Teniendo en cuenta que el origen de este gobierno es una alianza entre el aparato peronista de la provincia de Buenos Aires, que encabeza Duhalde , entonces presidente de la República, y un candidato a presidente casi testimonial, como era Kirchner en enero pasado, y viendo como se desarrolló la política argentina desde entonces hasta ahora en los últimos diez o doce meses, en particular como se desarrolló desde el 25 de mayo hasta la fecha, podemos decir que estamos en una situación parecida a los prolegómenos del portazo de Carlos Chacho Alvarez, al renunciar a la vicepresidencia de la República diez meses después de la asunción del gobierno de De La Rúa, hecho que marcó el fin de la alianza y el comienzo de la cuenta regresiva del gobierno constitucional que había asumido el 10 de diciembre de 1999.

Porque lo que está visualizándose en la política argentina es una escalada de confrontación entre los dos elementos que dieron origen a este gobierno: el presidente Kirchner y el aparato político que cimentó su acceso al gobierno. Desde ese punto de vista, el año 2004 podrá ser un año de normalidad desde el punto de vista constitucional, porque ha terminado ese período de cuatro años con cuatro presidentes. Podrá ser, tal vez, un período de estabilidad en materia económica, más allá de la insustentabilidad que este proyecto tenga en años posteriores. Lo que difícilmente sea es un año políticamente tranquilo, porque hacia lo que vamos es a una situación de crisis, que va a repercutir adentro del peronismo y en la política argentina.
Pascual Albanese , 30/12/2003

 

 

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