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Nueva onda larga del capitalismo . |
Artículo publicado en "LA NACIÓN" el pasado lunes 1º de diciembre. |
Dos son las grandes sorpresas de la economía mundial en el tercer trimestre de 2003. Ante todo, el crecimiento excepcional de la economía norteamericana que, de julio a septiembre, se incrementó en un 7,2% anual, el más alto nivel desde 1984. Tras esta extraordinaria tasa de crecimiento, que duplica el 3,3% del segundo trimestre, a su vez el doble del semestre anterior (1,4%), hay un aumento de la productividad todavía más notable, 6,8% en el segundo trimestre y 8,1% en el tercero, sucesivos récords históricos desde la Segunda Guerra Mundial.
La consecuencia de este salto es un crecimiento de magnitud de la rentabilidad de las empresas, que ha aumentado un 25% en el tercer trimestre con respecto a igual período del año anterior. Se manifiesta así en el ciclo económico estadounidense un vínculo estrecho y orgánico entre aumento de la productividad, crecimiento de la rentabilidad y recuperación de la inversión empresarial, que fue del 15% anual en capital fijo y del 11% en el conjunto.
La segunda sorpresa mundial del tercer trimestre es la expansión de China, que el gobierno estima en 9,2% anual, pero que los bancos europeos y la mayor parte de los analistas ubican en el 14,2% anual, la mayor en 25 años de reformas y vuelco al capitalismo.
El crecimiento excepcional chino refleja un fenómeno estructural -que es su plena integración a la globalización del capitalismo- después de casi tres años de su ingreso a la Organización Mundial de Comercio. China en la OMC implica una ampliación extraordinaria del mercado mundial, como lo revela el aumento en los precios de todos los commodities , el costo récord de los fletes marítimos y el vuelco de la inversión extranjera directa de las empresas transnacionales hacia la República Popular.
La inversión extranjera en China
Lo verdaderamente relevante en la evolución reciente de la economía china no es sólo el crecimiento acelerado de su PBI, sino su relación con el proceso de globalización, cuyas dos manifestaciones centrales son el crecimiento de la inversión extranjera directa (IED) y el notable aumento de su comercio exterior. La IED desempeña un rol central en la economía china y, ante todo, en su comercio exterior. Las filiales de las empresas extranjeras instaladas en China representaron, en 2002, el 23% del valor industrial agregado total, un 18% de los ingresos tributarios y un 48% de las exportaciones. Por primera vez en la historia del capitalismo, la IED en China -de 52.000 millones de dólares, el 11,5% más con relación al 2001- superó a la recibida por los Estados Unidos; y durante los primeros siete meses de este año, China ya captó otros 33.350 millones de dólares en ese concepto. La cifra supone un aumento interanual de 26,63%. El comercio internacional es todavía más revelador; China registró durante 2002 exportaciones por 325.600 millones de dólares, un aumento del 22,3% respecto de 2001. Durante los primeros cinco meses del año en curso, el volumen de comercio exterior de China se incrementó en un 39,6% hasta los 309.340 millones de dólares. Asimismo, su comercio exterior de productos de alta tecnología alcanzó 114,370 millones de dólares durante los primeros siete meses de 2003, un aumento del 50,65% frente a igual período del año pasado. En suma, el comercio exterior de este sector ocupó más de la cuarta parte del total. China es el líder del mercado emergente de la industria electrónica.
El crecimiento anual de Estados Unidos, después del aumento del 7,2% en el tercer trimestre, se ubica entre 3,5 o 4%, mientras que en 2004 alcanzaría el 4% o más. Significa que su economía recuperaría el auge que experimentó durante el boom de inversión en la segunda mitad de los años 90, cuando creció a una tasa anual superior al 4% anual entre 1995 y 2000. En este sentido, el altísimo nivel de productividad experimentado por la economía norteamericana se extiende ahora al conjunto de la economía del país. No se limita, como en la década del 90, al sector de la alta tecnología ( nueva economía de información ), sino que también abarca a la industria y los servicios.
El hecho es que durante el auge de la economía, que duró desde 1995 al 2000, en cuyo transcurso el PBI se expandió a más del 4% anual promedio, la productividad del trabajo creció un 2,5% anual, mientras que, desde el año 2000 a la fecha, se expandió a una tasa anual promedio del 3,4%. La productividad, en suma, aumentó más cuando las inversiones cayeron, especialmente las realizadas en el sector de la alta tecnología. Notable paradoja que revela el salto estructural irreversible realizado por Estados Unidos en materia tecnológica. Lo que está ocurriendo en este momento es que las ganancias de productividad se han extendido en una forma cualitativamente superior a lo que ocurrió en la segunda mitad de la década del 90. Cálculos de la Reserva Federal indican que desde 1995 a 1999 la inversión en tecnología de la información (capital hundido), más las ganancias en la productividad total de los factores (PTF), en lo que se refiere a la producción de bienes de tecnología de la información (TI), generaron el 98% del total del incremento de productividad de esos años. Cuando el período se extiende hasta 2002, la contribución de las ganancias de productividad del sector TI declina al 76%, lo que implica un crecimiento mucho más rápido de la productividad de la totalidad de los factores o, lo que es lo mismo, la nueva economía de información se extiende ahora a la totalidad de la estructura productiva y de servicios. Lo que ocurre actualmente, en los últimos tres años y sobre todo en los doce meses previos, es que el salto de productividad irreversible que tuvo lugar en el 10% del PBI norteamericano se extendió ahora al conjunto del sistema económico. Todo Estados Unidos es hoy una nueva conomía de la información .
Esta doble sorpresa parecería indicar en su convergencia el comienzo de una nueva onda larga de crecimiento del sistema capitalista mundial. Es el resultado de una serie de acontecimientos políticos, con características de shocks sistémicos, que han creado las condiciones para la expansión sostenida del producto bruto global a través de la explosión de productividad de Estados Unidos, sumada a la ampliación del mercado mundial provocada por la incorporación plena de China y el Asia-Pacífico al proceso de globalización, equiparable al descubrimiento del oro en California (1847), multiplicado por diez mil.
Una nueva etapa
Los acontecimientos políticos que han creado las condiciones para una nueva onda larga son los siguientes: la guerra en Irak y su efecto ratificatorio sobre el papel de los Estados Unidos como eje del sistema internacional tras el fin de la Guerra Fría y la implosión del adversario en ese campo. Tras el 11 de septiembre de 2001, la hiperpotencia adquirió un programa político destinado a transformar en sus raíces el sistema mundial y diversas regiones. La guerra en Irak actuó como un shock sistémico que impulsa la integración mundial y abre paso al pleno despliegue de la revolución tecnológica, en una nueva etapa mundial de crecimiento sostenido que, de acuerdo con lo que señala la historia del capitalismo, podría tener 40/60 años de duración.
Converge con este shock fundamental el vuelco de China al capitalismo a partir de 1978, consolidado irreversiblemente por su plena integración a la OMC en los últimos dos años, sumado a la autodisolución de la URSS y la apertura generalizada de las economías latinoamericanas en los años 90, tras el definitivo agotamiento de la industrialización sustitutiva. El conjunto de estos acontecimientos impulsan un salto cualitativo del capitalismo y una aceleración de la integración mundial, cuya manifestación más evidente se revela en este año.
El mundo experimenta en 2003 una expansión del mercado mundial y un crecimiento del PBI global que abre paso al despliegue pleno de la revolución tecnológica a través de un piso superior e irreversible de aumento de la productividad. Una nueva etapa de la historia mundial ha comenzado.
El autor es presidente del Instituto de Planeamiento Estratégico.
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Jorge Castro , 09/12/2003 |
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