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BRASIL REPLANTEA SU ESTRATEGIA DE SEGURIDAD REGIONAL . |
Pascual Albanese examina el giro copernicano impulsado por el gobierno de Lula en relación a la seguridad sudamericana y la lucha contra el narcotráfico, un viraje cuyas consecuencias involucran directamente a la Argentina. |
Brasil acaba de realizar un giro copernicano en su estrategia de seguridad regional. Este viraje habrá de tener gigantescas repercusiones en el Cono Sur. El eje del replanteo es la lucha contra el narcotráfico. El epicentro será la evolución de la crisis de Colombia.
Las declaraciones de José Dirceu, jefe de la Casa Civil del Palacio del Planalto y virtual número dos del gobierno de Luis Ignacio Da Silva (Lula), tienen que ser leídas con profunda atención, tanto por lo que dicen como por lo que sugieren. Dirceu habló de la “integración militar” de la región y señaló que si los países sudamericanos no ayudan a Colombia, este país será ocupado por los Estados Unidos.
Se trata de una verdad de a puño. En política internacional, las responsabilidades que se abdican son poder que se pierde. Si los países del MERCOSUR no asumen su responsabilidad en la preservación de la seguridad regional, dejarían un vacío que inevitablemente tendería a ser ocupado por Estados Unidos.
Uniendo la acción a la palabra, las autoridades brasileñas reforzaron con 3.000 soldados su extensa frontera con Colombia, en la que es cada vez más notoria la presencia y el despliegue de guerrilleros de la FARC y de los traficantes de droga tanto colombianos como brasileños.
La tónica de las definiciones de Dirceu coincide con las declaraciones formuladas días atrás por el titular del Partido de los Trabajadores, José Genoino, cuando manifestó que “la izquierda en Brasil está aprendiendo a gobernar sin aventuras un país complejo” y que tanto Lula como el PT son “de izquierda, que es diferente de ser izquierdista “, ya que “el izquierdismo se volvió impotente en América Latina y en el mundo, porque no da respuestas a los problemas de la sociedad moderna”.
Pero Dirceu fue más allá. Se refirió también a las complicaciones que suscita la situación planteada en Bolivia a partir de la caída de Gonzalo Sánchez de Lozada y a la expansión política y militar del narcotráfico en Sudamérica y especialmente en Brasil. En particular, reveló también la decisión del gobierno brasileño de constituir una brigada militar de despliegue rápido para la lucha contra el narcotráfico.
El anuncio no puede ser políticamente más oportuno: la ola de atentados terroristas contra dependencias policiales en San Pablo, perpetrada por grupos paramilitares vinculados a los barones locales del narcotráfico, constituye un serio desafío, aún sin respuesta, a la autoridad del Estado. Se trata de un reto aún más grave que la oleada de atentados realizados meses atrás en Río de Janeiro, que originaron la decisión de Lula de emplear a las Fuerzas Armadas para restablecer el orden público en la convulsionada ciudad.
El gobierno de Lula no solo avanza entonces en la reformulación de la política exterior brasileña, sino que lo hace coherentemente con su estrategia de defensa y su política de seguridad interior. De esta forma, acelera la necesidad de una respuesta política por parte de la Argentina, en un momento en que, a partir del cacerolazo del 31 de octubre pasado, la cuestión de la seguridad pública, íntimamente asociada al tema del narcotráfico, tiende a ocupar un lugar preponderante en la agenda política nacional.
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Pascual Albanese , 12/11/2003 |
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