Los primeros cien días: el fin del principio .

 


Texto de la exposición de Pascual Albanese en la reunión del centro de reflexión política Segundo Centenario, llevada a cabo el día 2 de Septiembre de 2003, en el Hotel Rochester . Viene de
Tanto Castro como Raventos han hecho hincapié en algo muy importante, que es el notorio respaldo de la opinión pública que acompaña a estos primeros cien días del gobierno de Kirchner. Por qué es tan importante esto? También Castro ha esbozado una respuesta. Y es que un gobierno políticamente débil por su origen electoral, evidentemente depende mucho más de las encuestas y de la opinión pública. También es cierto , para colocar esto en perspectiva , que este notable apoyo de la opinión pública que sin ninguna duda acompaña al Presidente Kirchner en sus primeros cien días de gestión, no es muy diferente que el no menos gigantesco respaldo de opinión pública que acompañó prácticamente a todos los presidentes constitucionales electos en los últimos veinte años años, es decir que acompañaron los cien primeros días del gobierno de Raúl Alfonsín, de Carlos Menem y de Fernando De la Rúa.

Es cierto también que este gigantesco apoyo de opinión pública, que no se puede subestimar desde el punto de vista de su importancia y del análisis político que de él hay que hacer, tiene mucho más que ver desde su contenido con el “crédito” que con el “apoyo”. Tiene más que ver con la necesidad de la inmensa mayoría del pueblo argentino de encontrar respuestas inmediatas a las urgencias que se desprenden de una situación económica y social que todos conocemos que con la identificación política con una estrategia de gobierno determinada, sobre todo tratándose de una estrategia de gobierno que, en lo que a programa de gobierno propiamente dicho, no ha sido totalmente elaborada, publicitada y, si así lo fue, por lo menos conocida.

Un dato que, por ejemplo, que vale la pena citar en este tema es la encuesta que la Fundación Mercado hace mensualmente en relación a los índices de confianza económicos de parte de la población. Justamente la encuesta, que está esta mañana en algunos diarios, habla de un descenso de expectativas favorables de un 42% a un 35% en los últimos treinta días, es decir un descenso del 16% de la confianza del consumidor en la evolución de la economía argentina. Importa esto porque muchas veces estos índices de confianzas económicos suelen ser más “duros”, en el sentido de más sólidos que los índices de apoyo de opinión pública. que generalmente son bastante más volátiles, como no puede ser de otra manera. Lo cierto es que, en algún punto, este índice de la Fundación Mercado, que ellos dicen muy importante porque se ha tomado como tendencia desde hace ya algunos años, llegó a un record notable de 45% en el mes de mayo y del 45% de mayo, que coincidió con la asunción de Kirchner, ahora es del 36%. Ese índice de confianza en cien días cayó un 20%. Esto viene a cuento también de algo que dijo Raventos acertadamente y es que en la primera vuelta de las elecciones de la ciudad de Buenos Aires, el 24 de agosto, el candidato del gobierno , perdió, y el candidato que el gobierno demonizaba ganó. Y esto en el lugar del país donde el apoyo de la opinión pública al gobierno de Kirchner es el más alto de toda la República Argentina, con excepción probablemente de la provincia de Santa Cruz. Esto también tiene que ver con el índice de confianza al que nos referíamos anteriormente , cuando nos referimos a cuál es la consistencia de este respaldo de la opinión pública al gobierno de Kirchner y es indudable que existe pero no se traduce de la misma manera en cuanto a la confianza del consumidor, ni en la elección del votante porteño en la elección de jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires. Lo cierto es que, en este contexto, este gobierno que cumple hoy sus primeros cien días ,está jugando, en los próximos 25 días, tres batallas muy importantes que son: la elección en la ciudad de Buenos Aires, segunda vuelta ; la elección en la provincia de Misiones, el 28 de septiembre, que no tiene de ninguna manera la importancia cuantitativa que tiene la ciudad de Buenos Aires pero que sin ninguna duda si lo tiene para la interna política del justicialismo, en tanto y en cuanto allí el ex gobernador Ramón Puerta confronta con el actual gobernador, Carlos Rovira que va por afuera del Partido Justicialista, apoyado por el gobierno nacional y en alianza con la mayoría de los intendentes de la Unión Cívica Radical de la provincia de Misiones. Lo que pase en la ciudad de Buenos Aires y lo que pase el 28 de septiembre en la provincia de Misiones son dos tests absolutamente fundamentales para medir no solo los cien primeros días sino los primeros ciento veinticinco días, que pueden ser iguales o muy distintos, inclusive bastante peores. El tercero de estos tres elementos que juegan a suerte y verdad la evolución de este gobierno es el resultado de la negociación con el FMI, que como Uds. saben están en estos días en su punto culminante. La particularidad que tiene esta estrategia de construcción de poder fundada en la confrontación política es que cuando una estrategia política implica jugar “victoria o muerte” en cada una de las batallas que se afrontan, la victoria es victoria y la muerte es muerte. Esto significa que en estos tableros en los cuales el gobierno disputa está obligado a ganar, porque en su forma de construcción de poder descarta la posibilidad de perder .

Esto es lo que tiene de muy especial este mecanismo de construcción política, hasta ahora extremadamente exitoso, del gobierno de Kirchner. Es por eso que no hay previsiones acerca de que el gobierno vaya a morigerar su estilo político ni su briosa capacidad de iniciativa política, dado que esto hace a la naturaleza del poder político que Kirchner quiere construir y necesita construir. En su última columna dominical en el diario Clarín , Eduardo Van Der Kooy empieza su comentario citando una frase atribuída a Kirchner que dice: “tengo el 10% del poder que necesito”. El Presidente de la República, a noventa y tantos días de haber asumido el gobierno , dice que tiene el 10% del poder que necesita.

También hay otra mención, con una frase que viene como anillo al dedo, sobre la naturaleza del proceso electoral, que el columnista pone en boca de Kirchner: “el 25 de mayo, lo único que yo recibí fue el bastón”. Esta visión, que no está extremadamente alejada de la realidad, de un poder político originariamente muy débil es lo que está atrás de lo que un periodismo tal vez un poco complaciente ha definido como el “plan K” , o “estilo K”, ese estilo que empezó con una confrontación con la década del 90, comenzó con la ofensiva política contra la Corte Suprema de Justicia y, simultáneamente, contra la cúpula de las tres Fuerzas Armadas y que hoy se encuentra en la situación , a la cual también se refería Castro al final de su exposición, de la decisión de la Cámara Federal de la reanudación de los procesos por violación a los derechos humanos en el caso de Primer Cuerpo del Ejército y de la ESMA, que suponen la posibilidad del procesamiento de 1500 oficiales del Ejército y de la Armada Argentina. En este contexto es que se desarrolla , en profundidad, la opción política que Kirchner el 25 de mayo, o quizás antes, delimitó como su propia opción política, que es el fortalecimiento de un amplio margen de alianzas hacia la izquierda, en detrimento de una política de agrupamiento de todo el conjunto del peronismo, que en términos formales era su otra opción. Tenía dos opciones, eligió una. Eligió fusionar sus esfuerzos con el FREPASO, articular su relación con el ARI de Elisa Carrió, jugar a suerte y verdad el poder político del gobierno nacional con el respaldo del gobierno a la candidatura de Aníbal Ibarra a Jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires, fortalecer un eje político con un sector del denominado movimiento piquetero, hasta el punto de que uno de sus líderes , Luis D´Elía, habló públicamente de la necesidad, llegado el caso, de defender a tiros al gobierno de Kirchner.

Es decir, el gobierno profundizó una línea política y avanza en esa línea política. En el medio de ese avance va generando naturalmente , por que la política es así, los contrapesos y los anticuerpos que la física de la política generan. Es cierto que esto anticuerpos se dan naturalmente dentro del peronismo, convertido como decía Castro, en el único vector de decisión del sistema político argentino, por lo menos este año. Pero es cierto, también , que ese peronismo horizontalizado, políticamente en crisis por falta de liderazgo, en su conjunto o por lo menos en su enorme mayoría, tiene crecientes motivos de queja, de conflicto , cuando no de colisión, con el gobierno de Kirchner y, más que con el gobierno propiamente dicho, con el proyecto político que este gobierno encarna. En este contexto, hace 28 días en nuestra reunión anterior en este mismo lugar, titulábamos “Argentina, punto límite”, como tema de nuestra exposición, cuando todavía no había irrumpido , por así decirlo, en el escenario político argentino, la desavenencia entre el presidente y el vicepresidente de la República, que más allá de los motivos casuales , que seguramente ha tenido, y de la oportunidad en que se ha manifestado, seguramente azarosa , está en su naturaleza íntimamente vinculada con esta progresiva divisoria de aguas entre la estrategia política del gobierno de Kirchner y si no la política , por lo menos, el olfato político del conjunto del peronismo, o de la gran mayoría, que desconfía , recela y se opone al desarrollo de esta estrategia de confrontación iniciada por Kirchner el pasado 25 de mayo. En la naturaleza de la diferenciación entre Kirchner y Scioli no tiene tanta importancia , lo que opine cada uno.

Está dada más por la situación propiamente dicha que por los argumentos que una parte y la otra puedan enunciar. Lo cierto es que ha quedado instalado, en menos de cien días, una desavenencia seria en el máximo nivel institucional de la República. La Alianza tardó diez meses en llegar a ese punto, esta vez no hemos llegado a los cien días. Lo cierto es que a nadie le cabe la menor duda de que con la posición de Scioli se sienten más identificados sectores del peronismo que con la postura de Kirchner, esto más allá de la valoración que se puede hacer de uno o de otro. Hasta el punto que en casi un ignoto editorial del Buenos Aires Herald , que no es un diario muy importante por su circulación pero sí por su radio de influencia, el sábado 16 de agosto se decía que, a diferencia de lo que había ocurrido en octubre del año 2000 en la crisis entre Fernando De La Rúa y Carlos “Chacho” Alvarez, en la cual el vicepresidente había renunciado y el presidente había continuado, en esta situación no estaba claro quien podía ser el que se quedara y quien el que se fuera. Lo cierto es que, en este contexto, no hay que ser adivinos para no prever una situación crecientemente dificultosa.

El problema que tiene esta situación es que solamente puede tener remedio en el procesamiento del sistema político dentro de una sola fuerza política, que es el propio peronismo. Por la ausencia , que nos resistimos a creer definitiva, pero que hoy por hoy es real, de ninguna otra alternativa de gobierno visible, sobre todo después del notable eclipse de Ricardo López Murphy. Este asunto de que esto tenga que procesarse como crisis política dentro de una misma fuerza política le otorga a esta situación la particularidad que Castro citaba en el ejemplo de la década del 70 y se me ocurre también analizarla también dentro de la frecuencia de los que fue una “minicrisis” , pero muy seria, que tuvo Eduardo Duhalde, en el mes de abril del año pasado , que probablemente nosotros ya hemos olvidado por el vértigo de los acontecimientos de la política argentina, cuando la renuncia de Jorge Remes Lenicov colocó al gobierno de Duhalde virtualmente al borde del precipicio y fue en esa oportunidad que una reunión de gobernadores realizada en la quinta presidencial de Olivos, terminó aprobando, casi imponiendo, un documento que quedó bautizado como el “Acuerdo de los 14 puntos”, que en su momento fue planteado por el gobernador de Salta, Juan Carlos Romero, ex compañero de fórmula de Carlos Menem, que posibilitó, con sus más y con sus menos , reencauzar un proceso político , por lo menos durante los doce meses siguientes, desde el punto de vista de la estabilidad política del país, en una circunstancia en la cual, de no haber mediado esa asamblea de gobernadores y esos 14 puntos, es altamente probable que la Argentina hubiera afrontado un colapso institucional en los primeros meses de 2001, igualmente fuerte que el que afrontó cuando la desaparición del gobierno de Fernando De la Rúa.

Esto quiere decir que, a nuestro juicio, es cierto lo que plantea Raventos, en el sentido de que solo un nuevo liderazgo político en el peronismo puede garantizar la gobernabilidad de la Argentina en el sentido sistémico y que, por lo tanto , la forma de salir de la crisis en la que estamos sumidos, pero también es cierto que si la pared está más cerca de lo que algunos sospechan , es probable que en ese camino hacia la legitimación de un liderazgo político dentro del peronismo, sea necesario que desde los gobernadores, desde la denominada Comisión de Acción Política del Partido Justicialista, es decir, desde el conjunto del peronismo institucional se empiece a trabajar en la formulación de un planteo político que permita, a tiempo y antes de que sea demasiado tarde, un rectificación estratégica del rumbo del gobierno que asumió el 25 de mayo de este año.
Pascual Albanese , 25/09/2003

 

 

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