La nueva etapa política argentina en el contexto mundial .

 


Texto de la exposición de Pascual Albanese en la reunión del centro de reflexión política Segundo Centenario, llevada a cabo el día 3 de Junio de 2003, en el Hotel Rochester -
Viene de
Para empezar el análisis del tema que nos convoca corresponde en primer lugar ensayar una caracterización del nuevo gobierno. En esa caracterización, convendría poner el acento en dos puntos : el primero son sus bases de sustentación política y el segundo en su diagnóstico sobre la crisis y, a partir de ahí, la estrategia que se desprende.

En relación a las bases de sustentación política vale la pena incorporar al análisis algunos elementos. El primero, a título informativo, es un estudio muy interesante realizado por el Departamento de Investigación de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Di Tella , que hace un análisis comparativo entre los resultados electorales de la primera vuelta del 27 de abril y los resultados electorales de las anteriores elecciones nacionales, que fueron las elecciones para elegir diputados y senadores nacionales en el ahora tan lejano octubre del 2001. Lo importante de este análisis es que, cruzando los votos del 2001 y del 2003, los investigadores llegan a la conclusión de que el 49, 7% que en octubre del 2001 votaron a los candidatos del Partido Justicialista , votaron en las elecciones de abril por la fórmula Menem-Romero.

Este es un dato muy importante a retener, porque cuando se habla de la composición del sistema político hay un análisis fundamental que tiene que ver con las cantidades y otro análisis, no menos importante desde el punto de vista de su significado, que tiene que ver con las calidades , es decir cual ha sido el contenido social y político del espectro electoral que se reunió en torno a las cinco grandes fórmulas presidenciales que compitieron en las elecciones del 27 de abril.

El hecho de que el 49,7% de los votantes peronistas del 2001 hayan elegido votar por Menem en el 2003, el 34% de ellos por Kirchner y el 16,5% por Rodríguez Saá, siempre tomando este estudio de la Universidad Di Tella, es la comprobación del acierto táctico de Eduardo Duhalde cuando, contra viento y marea, hizo lo posible y lo imposible para eliminar las elecciones internas del Partido Justicialista , un proceso que tuvo dos etapas la primera de ellas fue cuando se suspendió la aplicación de las internas abiertas y obligatorias de todos los partidos políticos y una segunda instancia, cuando luego de eliminada esta alternativa legal se eliminaron definitivamente las internas del Partido Justicialista.

Vale la pena decir, con los números arriba de la mesa, que de haber habido elecciones internas en el Partido Justicialista, Carlos Menem hubiera sido el candidato del peronismo y que los candidatos del peronismo, según los datos del 27 de abril , en su conjunto conformaban el 60% de los votos. Vale la pena de paso recordar que, inclusive, si por resultado de una negociación que después quedó a mitad de camino, el 27 de abril se hubiera empleado en Argentina el sistema , no muy recomendable por cierto de la Ley de Lemas para la elección presidencial, también hubiera pasado lo mismo: Menem hubiera ganado como candidato mayoritario y en la segunda vuelta hubiera competido con Ricardo López Murphy, que fue el candidato no peronista que obtuvo mayor número de votos.

Todo esto conviene tenerlo en cuenta porque, por el negativo de la foto, nos dirige ahora a focalizar directamente la mirada en esa caracterización de la base de sustentación política del nuevo gobierno. Este nuevo gobierno es el gobierno del 22% y a ese 22% convendría mirarlo más de cerca , para comprenderlo un poco mejor en relación a lo que nos referimos como las cantidades y calidades y poder definir su base de sustentación política real. Néstor Kirchner antes de ser adoptado, casi diría tardíamente, como candidato oficial del gobierno de Duhalde , tenía una intención de voto inferior al 10%. Del 22% de los votos que, de todas maneras lo acompañó el 27 de abril, el 43% correspondieron a la provincia de Buenos Aires y el 57% al resto de los 23 distritos electorales de la Argentina.

Eso significa que este 22% es "mixto" es desde el punto de vista de su composición política: la parte minoritaria está aportada por la parte del candidato y la parte mayoritaria por el peso y la gravitación de la estructura del Partido Justicialista de la provincia del Buenos Aires, que según ha quedado nuevamente revelado en las elecciones del 27 de abril , sobre todo en el conurbano bonaerense, sigue siendo la estructura partidaria más importante de la Argentina, de América del Sur y, después de la caída del PRI en México, la estructura partidaria más poderosa del América Latina.

Este es una primera aproximación a esta base de sustentación, que tiene un segundo correlato. Esa fórmula triunfante desde el segundo puesto ganó en ocho de los veinticuatro distrito electorales de la Argentina, incluyendo cinco de la Patagonia , la provincia de Buenos Aires, y dos lugares más, que fueron Jujuy y Formosa donde tuvieron el apoyo de los aparatos partidarios locales en ambos casos. En otros lugares importantes del país, como puede ser Córdoba o Santa Fe, ocupó el cuarto o quinto lugar, así como en Mendoza. Esto quiere decir también, desde el punto de vista del análisis cualitativo de esa base de sustentación , que estamos ante una base de sustentación que revela un sesgo geográfico extremadamente limitado, en relación a la representatividad del conjunto de una nación federal como la Argentina.

Hasta aquí la primera aproximación sobre lo que señalábamos de base de sustentación política, después vamos a volver un poco más al tema. Decíamos que, para poder hacer una caracterización de este nuevo gobierno, había que atender a dos elementos : el primero era es su base de sustentación política y el segundo su propio diagnostico sobre la crisis del país y la estrategia que se plantea para resolverla. Ante esta debilidad de origen, que salta a la vista, que no escapa al conocimiento de nadie, en principio el nuevo gobierno tiene por delante, aunque mejor cabría decir que tenía por delante, dos opciones fundamentales. En ambos casos, la prioridad era y es ensanchar esa precaria base de sustentación para poder gobernar.

En un caso, podía intentar ensanchar esa base de sustentación política proyectándose al conjunto del peronismo. En otro caso, podría ampliar esa base de sustentación política buscando avanzar hacia lo que en el léxico muy particular de la cultura política argentina se llama "progresismo", que expresa en realidad el pensamiento más retrógrado y más reaccionario desde el punto de vista de lo que es la República Argentina en la nueva época histórica que vive el mundo.

Lo cierto es que el vuelco hacia ese "progresismo" ha sido precisamente la elección que ha realizado el gobierno de Kirchner como ensayo para ampliar esa base de sustentación del 22. Esta elección , en realidad, no es una elección caprichosa ni arbitraria , y tampoco me animaría a decir que es un error. Es una elección coherente con el diagnóstico que este gobierno tiene sobre la crisis del país y sobre la estrategia que se plantea para resolverla.

El punto de partida de ese diagnóstico está clara y coherentemente expresado en el discurso que Kirchner formuló el 14 de mayo , precisamente el día que Menem declinaba su candidatura presidencial, y que algunos creyeron interpretar como su último discurso de campaña, y por eso pretendía restarle la importancia que verdaderamente tenía, y fue ratificado de una forma categórica once días después, el domingo 25 de mayo ante la Asamblea Legislativa.

Este discurso, que desde el punto de vista del contenido cabe decir que no tiene desperdicio, define con claridad un diagnóstico sobre la crisis del país: la causa principal de la situación que atraviesa la Argentina está, según ese diagnostico, en la década del 90 y en el denominado modelo neoliberal , que habría signado las reformas estructurales realizadas durante el gobierno de Menem.

A partir precisamente de esa caracterización de la década del 90 como el origen de la crisis de la Argentina de hoy, en línea absolutamente coherente con ello, hay tres elementos que habría que destacar. Primero, la idea de lo que en el discurso del 25 de mayo se define como un "capitalismo nacional" , segundo la subordinación de la política exterior de la Argentina a la política exterior de Brasil y, en tercer lugar, la ausencia absoluta de toda referencia a Perón o al peronismo como elemento del proyecto de político del gobierno que asumía ese día la conducción de los destinos de la Argentina.

En esta definición de "capitalismo nacional" , lo primero que viene a la memoria es que la misma tradición ideológica y política que en la década del setenta planteaba para la Argentina la opción que en ese momento se definía como el "socialismo nacional", treinta años después se define hoy por el "capitalismo nacional". La paradoja de esta analogía es que en 1973, cuando esa tradición ideológica y política planteaba la reivindicación del socialismo nacional , la Argentina con Perón y, en ese caso específico con José Gelbard como Ministro de Economía, estaba precisamente intentando realizar la última experiencia de "capitalismo nacional" en la Argentina, en la era previa a la globalización de la economía mundial.

Hoy por hoy , el término " capitalismo nacional", más allá de muchas disquisiciones teóricas, refleja básicamente es una incomprensión total de cual es la naturaleza del fenómeno histórico, tecnológico, económico y cultural que se presenta al empezar el siglo XXI. Como no puede haber una estrategia efectiva sin un diagnóstico acertado acerca de la situación que se pretende remediar , creemos por lo menos muy altamente improbable que esta estrategia planteada por el nuevo gobierno y ampliamente desarrollada por el Dr. Kirchner en sus discursos, pueda resolver la crisis de confianza que se vino desarrollando y agudizando en la Argentina precisamente a partir de la asunción del gobierno de la Alianza en 1999, período al cual el Dr. Kirchner no se refirió ni por asomo.

Este diagnóstico, que cuando se formuló el 14 de mayo algunos pensaron que era un discurso de campaña tardío y que después, cuando se volvió a formular el domingo 25 de mayo algunos podían pensar también que podía estar desconectado de los hechos y las acciones posteriores, sorprendentemente para muchos, fue absolutamente coherente con las primeras decisiones políticas que el gobierno adoptó el lunes 26 de mayo. El descabezamiento de las tres cúpulas de las tres Fuerzas Armadas , más allá de las invocaciones que cabría calificar de obvias a la facultad del Presidente de la República para hacerlo, revelan claramente esa coherencia entre el discurso y los actos de gobierno.

Lo mismo cabe decir, sin entrar en detalle de cada una de estas cuestiones, acerca de la ofensiva política para la remoción parcial de la Corte Suprema de Justicia , del avance ya registrado en relación al tema de la autonomía del Banco Central, con la creación de este "super-ente" que va a participar en la reestructuración del sistema bancario, y también en otros hechos que probablemente vayan a ser focos de conflicto adicionales en la Argentina en los próximos meses, como esta campaña que se ha desarrollado, hasta ahora por afuera del gobierno , pero con visible conformidad y aceptación de parte de importantes sectores del mismo gobierno, desde la denominada Central de Trabajadores Argentinos (CTA), liderado por Víctor De Genaro , vinculada con la cuestión de la "libertad sindical", con el intento de generar un debate en relación a la organización sindical en la Argentina que tiene características extremadamente similares, por no decir absolutamente idénticas al debate que se produjo en la Argentina desde 10 de diciembre de 1983, fecha de asunción de Raúl Alfonsín, hasta marzo de 1984 cuando el Senado Nacional, en una de las más reñidas votaciones de su historia, rechazó lo que se llamó la "Ley Mucci", que hoy de otra forma se pretende resucitar a partir de estos planteos de la Central de Trabajadores Argentinos.

Y aquí es donde cabría decir que las decisiones oficiales son coherentes con los discursos y con esa base de sustentación política "ensanchada" de ese 22% plus hacia el "progresismo" con que el gobierno pretende fortalecer su capacidad de maniobra. En términos generales, cabría decir que el arco político virtual del nuevo oficialismo está construido por ese 22% que acompañó con el voto a Kirchner, más ese 14% que acompañó con su voto a Elisa Carrió , más ese 1,5% que acompañó con su voto al candidato del radicalismo, Leopoldo Moreau, y tiene como "ala izquierda# a la Central de Trabajadores Argentinos de De Genaro y a un sector del movimiento piquetero, encabezado por Luis D´Elía. Esta es, en definitiva, la base de sustentación actual, concreta y real sobre la cual el gobierno de Kirchner pretende enfrentar y resolver la crisis de confianza que enfrenta la Argentina.

Hasta acá tenemos una análisis y una caracterización del nuevo gobierno, de su base de sustentación, de su diagnóstico de la crisis y de la estrategia que se propone para enfrentarla . Valdría la pena decir algunas cosas en relación a las líneas de acción posibles para quienes no conformamos este arco político virtual del oficialismo tal cual quedara definido en esta exposición, sin creer que de ninguna manera que con esto se puede agotar una cuestión que seguramente va a demandar tiempo de elaboración , tiempo de formulación , tiempo de debate , sino simplemente como una primera aproximación al tema. Tal vez se tendría que poner la atención en tres puntos fundamentales , el primero es la visión estratégica, el segundo es el posicionamiento político y el tercero es el de la construcción del poder.

En relación a la visión estratégica, cabe decir que frente a la visión estratégica equivocada que plantea el nuevo gobierno visión es necesario oponer y reafirmar una visión estratégica que, en su núcleo fundamental, tiene que ver con la inserción de la Argentina en esta época de la historia . Esta no es una confrontación solamente entre dos bloques políticos más o menos arbitrariamente configurados. Esta es una confrontación entre dos bloques políticos bastante bien configurados cada uno de ellos, ya que están separados por sendas visiones estratégicas diferentes sobre el presente y el futuro de la Argentina. Hoy prevalece en el gobierno esa otra visión estratégica. Tiene la responsabilidad de traducirla en actos, y tendrá después la responsabilidad de dar cuenta de las consecuencias de esos actos.

Perón decía hace muchos años, cuando estaba exiliado en Madrid, en momentos políticamente adversos que "si tenemos razón , volveremos, sino tenemos razón, mejor será que no volvamos nunca". Si la visión estratégica que encarna el gobierno del Dr. Kirchner es exitosa será mejor que no volvamos nunca. En caso contrario, después hablamos ....

El segundo punto es el posicionamiento político, porque la visión estratégica puede quedar reducida a un concepto teórico y no traducirse en una realidad concreta. En ese punto, cabría decir que este nuevo gobierno se mueve bastante para aclarar las cosas en cuanto al posicionamiento político de cada uno. Porque en política uno no siempre puede elegir al enemigo. Muchas veces, tal vez la mayoría de las veces, es el enemigo el que lo elige a uno. Y Todo indica que estamos ante uno de estos casos. Un adversario que se sustenta en esta coalición de fuerzas, en este diagnóstico sobre la crisis y en esta estrategia orientada a resolverla inevitablemente tiende a generar una constante polarización contra esa otra visión estratégica de la Argentina y contra ese otro bloque de fuerzas que la encarna. De allí que aquí hay un espacio muy claro , que es el espacio político que comparte esta visión estratégica de la Argentina. Hay que trabajar políticamente para volver a convertir a ese espacio político y a esa visión estratégica en una alternativa de poder.

El centro de gravedad inequívoco para la conformación de esa alternativa de poder está otra vez situado dentro del peronismo. El 25% de los votos que acompañaron a Carlos Menem, y habría que decir buena parte del 14 % de los votos que acompañaron a Rodríguez Saá, y en etapas sucesivas sectores del conjunto del peronismo son, en principio, la base de sustentación sobre la cual habrá que trabajar en la búsqueda de configurar este espacio político de una manera orgánica y traducirlo en una alternativa de poder. En cuanto a la configuración de ese espacio como alternativa de poder, después del peronismo como centro neurálgico, habría que también referirse a ese 17% de argentinos que el 27 de abril votaron por Ricardo López Murphy.

En tercer lugar , además de visión estratégica y posicionamiento político, es necesario encarar una construcción sistemática de poder, que supone el desarrollo de ese posicionamiento político, a partir de esa visión estratégica, para convertirlo en una opción triunfante. Aquí hay una pregunta que todos nos hacemos, después del 27 de abril, y probablemente con mayor intensidad después del 14 de mayo. Es una polémica y una discusión que recorre seguramente buena parte de la fuerza política que hasta el 27 de abril acompañó a Menem y que se puede resumir, tal vez muy sintética y brutalmente, en la pregunta "¿Menem si o Menem no?" Lo primero que se nos ocurre decir, a la hora de responder esa pregunta, es Menem sí, pero que más que Menem es necesario para revertir la actual situación política y modificar la actual relación de fuerzas en la Argentina ?. Llevaría mucho tiempo y sería muy beneficioso hacerlo, pero imposible en los minutos que tenemos acá, historiar los elementos que van configurando el proceso político que culmina con la elección del 27 de abril. Pero nos vamos a limitar a poner el acento en un punto fundamental , que no es el único pero es el que nosotros entendemos como fundamental y es que ese 25% de Menem el pasado 27 de abril es consecuencia y resultado de la capacidad de liderazgo y carisma personal de Menem y probablemente de nada más. Y lo que faltó y falta para que ese 25% expresado en las urnas el 27 de abril sea nuevamente una alternativa de poder en la Argentina es la articulación de una gran fuerza política nacional que reivindique las transformaciones realizadas en la década del 90 como punto de partida necesario para salir de la crisis que vive al Argentina de hoy.

Frente a una afirmación de esta índole surge seguramente una pregunta: cómo recien ahora, en junio del 2003, resulta que es necesario encarar la articulación de una gran fuerza política nacional que reivindique las transformaciones realizadas en la década del 90 como punto de partida para enfrentar la crisis que enfrenta la Argentina de hoy. Y la respuesta es que sí , que efectivamente es así porque, como alguna vez lo hemos señalado, y haberlo señalado no significa ningún mérito, todo el proceso de reformas estructurales que realizó la Argentina en la década del 90, con sus éxitos y sus fracasos, con sus aciertos y sus errores, no fue sino una "revolución desde arriba" , encarnada gracias a la fortaleza , al coraje , la visión estratégica y al liderazgo político de Menem, sin que hubiera en la Argentina un acompañamiento político, ni adentro ni afuera del peronismo, que le diera a esas reformas estructurales la garantía de continuidad política que tenía que haberse expresado, inclusive mucho más que ahora, en las elecciones presidenciales de 1999.

Cabe decir entonces que estamos tocando los límites, desde el punto estrictamente histórico, de la construcción política que hizo posible esa "revolución desde arriba" en la década del 90. Y estamos en la necesidad, todos y cada uno de nosotros, de fijar un nuevo punto de partida , a partir de esa experiencia y de ese liderazgo, para construir una fuerza política orgánica, capaz de llevar adelante ese proyecto de transformación pendiente de la Argentina.

En términos prácticos, esto significa, nada más y nada menos, empezar a construir un cauce orgánico de expresión para lo que, según surge de los resultados electorales del 27 de abril y de los análisis que hemos realizado sobre los mismos , es en la actualidad ya la principal fuerza política del peronismo y la principal fuerza política de la Argentina . Esto es lo que hay que organizar políticamente a partir de ahora. Sabemos, por supuesto, que entre el enunciado de este objetivo y su realización media tiempo y un arduo esfuerzo de construcción política.

Entendemos que, cuando hablamos de construcción de poder , tenemos también que hilar un poco más fino y comprender qué es y cómo es la construcción de poder en las condiciones específicas de la Argentina y del mundo de hoy. Porque, en el mundo de hoy, la construcción de poder es un fenómeno de naturaleza asociativa. El poder se va construyendo a partir de redes, de múltiples redes que se van articulando en función de una estrategia en común. Esta es la tarea que nos aguarda a partir de ahora.

En el corto plazo, manda el calendario y están las batallas electorales que hay aquí hasta octubre y noviembre de este año, dentro de las cuales se destaca, por su nítida significación política, la batallas que hay en la ciudad de Buenos Aires, en tanto y en cuanto ha sido elegida como "caso testigo" por la coalición Kirchner-Ibarra-Carrió en relación a su base de sustentación política. En el mediano plazo, será la evolución de la crisis, y nuestra capacidad de construcción, las que marcarán la velocidad de los tiempos políticos de la Argentina.
Pascual Albanese , 24/06/2003

 

 

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