La nueva política de seguridad de los Estados Unidos: Hacia un sistema de seguridad global.

 

Exposición realizada por Jorge Castro en la Escuela de Guerra Naval el pasado 13 de febrero de este año, más de un mes antes del inicio de las hostilidades en Irak. (segunda parte) Viene de

UNA DOCTRINA MILITAR DUAL: LA VIGENCIA DE LA DOCTRINA POWELL Y LAS NUEVAS TENDENCIAS EN LA LUCHA CONTRA EL TERRORISMO.

Los atentados del 11 de septiembre mostraron que la denominada Doctrina Powell, es decir, la utilización de la fuerza militar en forma aplastante con el fin de asegurar la victoria con un mínimo numero de bajas, es inapropiada para enfrentar una red global de terrorismo. Es difícil pensar en una victoria militar clásica cuando uno de los contendientes no tiene bases fijas, utiliza el planeta como campo de batalla y dispone de fuentes casi inagotables para reclutar nuevos adeptos. Sin embargo, la Doctrina Powel no ha sido totalmente descartada, aún en este nuevo contexto puede ser necesaria en el caso de que se produzcan nuevos conflictos convencionales. Aunque lo que puede resultar adecuado en el caso de una guerra convencional contra Irak, puede no serlo para enfrentar redes globales de terrorismo.

Por ello, los Estados Unidos han comenzado a desarrollar una doctrina militar que complementa a la Doctrina Powell en aquellos escenarios donde la misma sea inapropiada. Algunas publicaciones como el Quadrennial Defense Review o la Estrategia de Seguridad Nacional establecen algunas de las premisas que la misma incluiría cuando se trate de acciones contra redes globales terroristas.

Uno de los supuestos principales que contemplan ambos documentos oficiales es que el objetivo central de la nueva estrategia de seguridad consiste en la desarticulación de los grupos terroristas, a través de la eliminación de sus fuentes de aprovisionamiento y de sustentabilidad logística y financiera. Por extensión, uno de los objetivos principales son aquellos estados, algunos de ellos en disolución, que proveen respaldo y protección a estos grupos. Asimismo, dado que la lucha contra el terrorismo asume para los Estados Unidos un carácter global, es fundamental contar con el apoyo logístico, de fuerzas y en materia de información (inteligencia) de la mayor cantidad posible de países.

Cuando se trate de combatir redes terroristas, el despliegue de las fuerzas americanas no tendrá un carácter masivo y aplastante, sino casi inexistente. En el momento de la caída de Kabul sólo había 110 paramilitares de la CIA y 330 miembros de las fuerzas especiales en territorio afgano. Lo que ocurrió es que estas fuerzas disponían de la inteligencia satelital y el dominio de la aviación más poderoso, con capacidad para actuar en tiempo real con dominio de la información sobre la totalidad de escenario del conflicto, que ha conocido la historia de la humanidad.

De mismo modo, el uso de la fuerza, cuando se trate de acciones contra el terrorismo, se realizará buscando el apoyo de la mayor cantidad de países posibles. Si esto no se logra, el ataque sería lanzado igualmente por los Estados Unidos. La razón es simple. El capitulo 5 de la Estrategia de Seguridad señala que el dato estratégico fundamental de la nueva guerra es que la disuasión no funciona con las redes terroristas o contra los estados que construyen armas de destrucción masiva. No hay disuasión posible porque se trata de estados que, como en el caso de Irak, ya han utilizado este tipo de armas en el pasado (por ejemplo en la guerra contra Irán o en la represión contra los kurdos). En este plano, la Estrategia de Seguridad establece que las armas de destrucción masiva han dejado de ser armas de no-uso y que frente a este nuevo tipo de adversario no existe disuasión o contención posible. Por ello, aparece la doctrina de los ataques preventivos que es la consecuencia previsible de este nuevo escenario estratégico. En este contexto, la Estrategia de Seguridad señala que el mayor riesgo no se encuentra en actuar sino en no hacerlo. En este supuesto se encuentra la principal razón de las operaciones militares que se planean contra Irak.

REORIENTACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS A MISIONES DE SEGURIDAD INTERIOR

Una de las principales consecuencias del ataque del 11 es que se ha comenzado a producir un empleo creciente de las Fuerzas Armadas en funciones de seguridad interior.

Los Estados Unidos habían finalizado, a comienzos de septiembre de 2001, una revisión de su política militar frente a las nuevas amenazas, incluida la terrorista, que está recogida en el informe Quadrennial Defense Review y en la Estrategia de Seguridad. El secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, tenía previsto presentar ese informe ante el Congreso a principios del mes de octubre de 2001, pero a raíz de los ataques ha modificado varios aspectos del informe original, añadiendo la creación del Comando Militar de Defensa Interior. El mismo responderá directamente a las órdenes de la Junta de Jefes del Pentágono y coordinará toda las operaciones antiterroristas de la Armada, la Fuerza Aérea, el Ejército y los marines de los Estados Unidos.

En este sentido, el cuerpo de marines va a tener un papel destacado en la seguridad interior. Recientemente, ha formado una brigada antiterrorista que será la más grande de ese tipo en todo el aparato militar de los Estados Unidos. La compondrán cerca de 1.000 marines entrenados para misiones especiales, con capacidad de respuesta en 24 horas.

Por su parte, la Marina de Guerra tiene dispuestos cruceros misilísticos de la clase Aegis para la defensa antiaérea, desplegados en las costas del Atlántico y el Pacífico. De la misma forma, la Fuerza Aérea ha desplegado varios escuadrones de aviones y personal para complementar las misiones de vigilancia aérea de la Guardia Aérea Nacional. Esta última, ha estado patrullando los cielos de Nueva York, Washington, Los Ángeles, Miami y Chicago, entre otras grandes ciudades, desde los atentados.

También se prevé el comienzo de un proceso de reestructuración de los servicios de inteligencia, a fin de adecuarlos al nuevo fenómeno terrorista. En especial, se buscará contrarrestar la tendencia hacia la burocratización que tienen las distintas agencias de inteligencia. También, se realzará la necesidad de fortalecer la formación de recursos humanos con capacidad para analizar el nuevo fenómeno y el entrenamiento de nuevos agentes que puedan infiltrar organizaciones de este tipo. Estas medidas están destinadas a balancear el predominio de la denominada "cultura tecnológica", que consiste en confiar solamente en la información provista por satélites o medios electrónicos. En este sentido, la generación de información por parte de analistas y especialistas cobrará mucho mayor importancia.

En este plano, la nueva guerra será librada fundamentalmente por estructuras de inteligencia norteamericanas con el apoyo de la OTAN y, en menor medida, de otros estados integrados al proceso de globalización. Será una guerra muy diferente a las anteriores y, según Colin Powell, consistirá primero en operaciones de inteligencia, segundo, en operaciones policiales con grupos antiterroristas y, en última instancia, se realizarán operaciones específicamente militares.

LA SOLUCIÓN ES POLÍTICA

La fuerza fundamental del terrorismo transnacional es su capacidad de manifestarse como expresión del momento de la fragmentación que experimentan amplias regiones del mundo en el proceso de globalización. Si la fuerza del terrorismo internacional radica en su capacidad para representar en el terreno político-estratégico el momento de la fragmentación, la respuesta al mismo en términos estratégicos es acentuar y culminar el proceso de integración hasta absorber e incluir a los sectores y regiones que representan el momento de la fragmentación y marginación.

El objetivo estratégico es revertir la situación de ingobernabilidad creciente del sistema internacional, para lo cual la clave es la reconstrucción institucional de estos estados en proceso de disolución y su reincorporación al proceso de integración mundial. El objetivo es lograr que el proceso de globalización adquiera una dimensión política.

Si la condición de eficacia de la estrategia de lucha de la comunidad internacional contra el terrorismo está en el plano institucional y en el proceso de integración de lo excluido, marginado y fragmentado, el problema de la asistencia a estados en proceso de desintegración y de la construcción de estados va a tener un carácter cada vez más vital.

Los estados que no logran controlar efectivamente vastas regiones de su propio territorio son proclives a ofrecer ambientes propicios para el asentamiento de grupos terroristas. Por esta razón, la presencia estos grupos en un estado, antes que el resultado de una política deliberada, es la muestra de que el mismo ha iniciado un proceso de desintegración. En este contexto, los Estados Unidos, si desean atacar las causas principales de los atentados, deberán cumplir un papel protagónico en la superación de situaciones de desintegración o colapso de estados que albergan o brindan asistencia a los fenómenos terroristas. Los estados fallidos no son solamente un problema humanitario, sino también un problema de seguridad nacional para los Estados Unidos.

Por ello, la Estrategia de Seguridad advierte que para garantizar su seguridad interna los Estados Unidos necesitan crear un sistema de seguridad global. En el caso de Irak, se han modificado los objetivos iniciales, que no consisten sólo en la derrota de las fuerzas militares del régimen de Hussein sino en la remoción del régimen político iraquí y en el establecimiento en su lugar de un sistema de institucional, político, económico y financiero garantizado por la comunidad internacional, lo que significa ante todo por los Estados Unidos.

*Presidente. Instituto de Planeamiento Estratégico.

Conferencia brindada en la Escuela de Guerra Naval el 13 de Febrero de 2003.
Jorge Castro , 29/03/2003

 

 

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