Esta semana el proceso electoral ingresa en su etapa decisiva, el último mes de la campaña que desemboca en el domingo 27 de abril, cuando las urnas proclamarán el nombre del próximo presidente constitucional. |
En las carpas oficialistas se vive este último período con nerviosismo. El candidato designado por Eduardo Duhalde no termina de levantar vuelo. A mitad de la semana que termina, por caso, Néstor Kirchner visitó Santa Fe, donde muchos recordaban su desafío: "No necesito a Reutemann para hacer un acto grande allí". De hecho, ninguna figura importante ligada al gobernador asistió a la concentración realizada en el estadio de la Universidad Tecnológica y el propio Reutemann, no sin una cuota de ironía, dedicó una hora de ese día a recibir al poco significativo candidato presidencial Ricardo Mussa.
Kirchner fue precedido en el uso de la palabra por su aliado santafesino, el ex gobernador Obeid, pero el discurso del candidato duhaldista debió interrumpirse "abruptamente" -consigna el diario La Capital de Rosario, porque la concurrencia abandonó masivamente el recinto al grito de "¡Queremos comer!" . Según el tradicional diario rosarino (que consigna la información desde el titular), la ausencia de prometidos choripanes fue lo que frustró el discurso de Kirchner y provocó la ira del candidato ante los organizadores.
Para buena fortuna de Kirchner, el traspié santafesino narrado por La Capital de Rosario no tuvo eco en ningún diario de alcance nacional. En Santa Fé, en rigor, las encuestas que Carlos Reutemann encarga a la consultora Murilla, prestigioso estudio local de análisis de opinión pública, Carlos Menem encabeza las intenciones de voto y el segundo lugar no lo ocupa el candidato oficialista, sino la señora Elisa Carrió, líder del ARI.
Los malos presagios sobrevuelan la Casa Rosada, donde a principios de la semana que termina se recibió una encuesta nacional realizada por una fuerza de seguridad. Las cifras indican también en ese caso una victoria de Menem, que se impone tanto en las provincias grandes como en la mayoria de los restantes distritos. Particularmente doloroso resulta para el duhaldismo notificarse de que el riojano gana en la provincia de Buenos Aires y tiene una ventaja muy cómoda en el municipio de Lomas de Zamora, patria chica del presidente transitorio.
Así las cosas, Duhalde y Kirchner planifican un último mes de campaña dedicado con intensidad a tratar de forzar una polarización con Menem, con la intención de que el santacruceño atrape votantes que hoy prefieren a Carrió o a Adolfo Rodríguez Saa, de modo de alcanzar un segundo puesto que (quizás) le permita llegar a un ballotage con el riojano. Para ello Kirchner ha radicalizado su discurso anti-menemista, aun a riesgo de tensar la relación con Daniel Scioli, su copiloto en la fórmula. No es un secreto para nadie que Scioli fue catapultado a la política por el riojano y que puso como una de las condiciones que lo llevaron a formar precipitado binomio con Kirchner que el mensaje de campaña no fuera agresivo. Frases provocativas como la que empleó el santacruceño esta semana en un acto en La Plata ("a los menemistas se les perdió la mano en la lata") difícilmente hayan sonado oportunas a los oídos del ex motonauta.
Eduardo Duhalde, por su parte, al tiempo que lanza sondeos de retaguardia destinados a una improbable negociación de último momento con Menem, parece decidido a explotar lo que considera oportunidades de erosionar el caudal del ex presidente. La guerra en Irak es uno de esos casos. Algunos carteles destinados a mostrar al riojano como un belicista, aunque no registran firma tienen el sello inocultable de la propaganda negra de origen oficial y sin duda alguna coinciden con el discurso que procura imponer la Casa Rosada.
Si bien se mira, sin embargo, Menem trazó desde muy temprano una línea política que simultáneamente defendía la perspectiva de solucion pacífica del objetivo fijado hace ya doce años por Naciones Unidas de desarmar a Saddam Hussein y la condena al régimen dictatorial irakí ("Rezo junto al Papa por la paz pero no tolero a los tiranos ni al terrorismo"). Pese a no tener actualmente responsabilidades de gobierno, el ex presidente desplegó acciones de buena voluntad para acercar aquel objetivo: envió cartas personales con propuestas al canciller vaticano, al ex presidente de Estados Unidos George Bush y a personalidades del mundo árabe.
Esos hechos alcanzarían para desvirtuar el discurso oficialista contra Menem, y mucho más aún la versión caricaturesca del mismo ("Si fuera presidente enviaría a nuestros jóvenes a pelear y morir en Irak"), que no resiste el menor análisis (¿acaso España o Italia, aliados a Estados Unidos, lo han hecho?¿acaso lo hizo Colombia o algún otro de los 40 aliados de Estados Unidos, salvo Gran Bretaña? ); pero que busca aterrorizar con fines electorales a los amplios sectores de la opinión pública conmovidos por la guerra.
El riesgo de esa sobreactuación electoralista del gobierno en relación con los acontecimientos de Irak reside en acentuar el aislamiento internacional de Argentina. Esas definiciones, aunque sólo estén guiadas por la búsqueda de votos, son registradas en todo el mundo, no sólo en el mercado local, y tienden a colocar a la Argentina en una posición de peligrosa neutralidad valorativa, nefasta para el interés del país. Que este gobierno se esté eclipsando, que concluya dentro de 60 días no lo autoriza a convocar al diluvio. Los actos y posicionamientos que comprometen a la Nación tienen consecuencias en el tiempo.
Más que en explotar sesgadamente presuntas oportunidades electorales, el gobierno, antes de decir adios, debería actuar responsablemente tomando en consideración los decisivos cambios en el poder mundial que ya han empezado a manifestarse y la realidad en la que Argentina debe moverse para superar la crisis y encontrar su lugar en el mundo. Una exigencia tal vez excesiva para un régimen que ingresa tan preocupado a la recta final.
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Jorge Raventos , 24/03/2003 |
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