Un cambio de fondo en el tablero mundial .

 


Lo que sucede en Irak es el punto de partida de una reformulación integral del sistema de alianzas internacionales de Estados Unidos.
Lo más importante de todo será la drástica modificación de los sistemas de alianzas tradicionales, que abrirá espacio a nuevos alineamientos.
Habrá una revisión en la lista de países amigos, con inclusiones y exclusiones significativas.
Cuando en febrero de 1991 terminó la guerra del Golfo, muchos analistas interpretaron que de ese conflicto bélico surgirían las bases de un "nuevo orden internacional". Meses después, en diciembre de ese año, esa impresión era fuertemente reforzada por la disolución de la Unión Soviética y la consiguiente irrupción de los Estados Unidos como única superpotencia, un hecho acompañado por la aceleración de la revolución tecnológica y la expansión de la globalización de la economía mundial.

Dichas previsiones resultaron un tanto apresuradas. La superioridad estratégica alcanzada entonces por los Estados Unidos, que inauguró uno de esos extraños momentos unipolares de la historia universal, marcó sí el fin de una época y abrió un incierto período de transición. Pero la desintegración del sistema internacional de la guerra fría generó en realidad un virtual vacío político a nivel mundial, que duró doce años y termina hoy.

Los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001 constituyeron un punto de inflexión dentro de este proceso. Los atentados terroristas en Nueva York y en Washignton provocaron un cambio estratégico de vastas consecuencias. El desafío del terrorismo transnacional llevó a los Estados Unidos a extraer la conclusión de que la seguridad nacional norteamericana era inseparable de la construcción de un nuevo sistema de seguridad global.

De allí que la inédita guerra sin fronteras lanzada por Estados Unidos contra las redes terroristas y sus gobiernos cómplices, cuya primera manifestación fue la intervención en Afganistán, tiene una dimensión política que está muy por encima de las consideraciones estrictamente militares. Lo que está en juego es nada más ni nada menos que una reformulación integral del sistema de poder mundial.

En este contexto, hay que situar lo que sucede en Irak. Días más, días menos, el régimen de Sadam Hussein sucumbirá ante la intervención de Estados Unidos y sus aliados. Pero el fin de las hostilidades marcará el comienzo del verdadero problema. La reconstrucción nacional de Irak y el correlativo rediseño del mapa político de Medio Oriente son sólo una parte de la cuestión. Lo más importante de todo será la drástica modificación de los sistemas de alianzas tradicionales, que abrirá espacio a nuevos alineamientos.

La idea de que el notorio rechazo de la mayoría de la opinión pública internacional a la intervención norteamericana habrá de modificar la nueva estrategia global de los Estados Unidos es decididamente ilusoria. Más bien conviene prever que la administración republicana está en vísperas de revisar su lista de países amigos y que en la nueva nómina habrá tanto exclusiones como inclusiones significativas.

Dentro del "Grupo de los Siete", que constituye el vértice político del sistema económico internacional, Washington cuenta con cinco apoyos, incluído naturalmente el propio. Tiene el consentimiento de Japón, que es la segunda economía del mundo, el tradicional respaldo de Gran Bretaña y el reciente acompañamiento de la Italia de Silvio Berlusconi. Canadá, en un principio reticente, tiende ahora a converger con la posición estadounidense. Sólo Alemania y Francia permanecen al margen de la nueva coalición.

En la Unión Europea, hay básicamente dos bloques de naciones. Gran Bretaña y la España de José María Aznar encabezan el lote de aliados de Estados Unidos, que integran, entre otros, Italia, Holanda, Dinamarca y Portugal y los flamantes socios de Europa Oriental, como Polonia, Hungría y la República Checa, así como antiguas repúblicas soviéticas como Letonia, Estonia y Lituania. Alemania y Francia, a pesar de su obvia importancia, están también en minoría dentro del viejo continente.

Considerar entonces que el tan denostado "unilateralismo" norteamericano ha colocado a Estados Unidos en una situación de extraordinario aislamiento internacional es una simplificación extremadamente peligrosa, que puede llevar a adoptar decisiones políticas profundamente equivocadas. Por eso resulta de vital importancia para el país que el futuro gobierno corrija rápidamente el gravísimo error estratégico cometido por el actual, que acaba de profundizar el aislamiento externo y la irrelevancia política que caracterizan a la Argentina de hoy.
Jorge Castro , 24/03/2003

 

 

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