Implicancias de la detención de la señora Ernestina Herrera de Noble, que conmocionó a la opinión pública nacional e internacional . |
Crisis es la súbita irrupción de lo nuevo. A veces, la espectacularidad de un episodio conmocionante impide ver lo obvio: la señora Ernestina Herrera de Noble, una mujer de 77 años que es la accionista mayoritaria del principal grupo empresario periodístico del país, fue detenida por una orden judicial derivada de una investigación iniciada hace siete años, acerca de un hecho ocurrido hace más de un cuarto de siglo, en una Argentina que en ciertas ocasiones parece zambullirse impetuosamente en el túnel del tiempo, todo lo contrario de lo que se requiere para enfrentar exitosamente los desafíos del presente y reconstruir la esperanza colectiva en el porvenir.
Esta sola referencia, potenciada hasta el infinito por la repercusión internacional del hecho, una consecuencia natural de la importancia pública de la protagonista, alcanzaría para tener una impresión exacta sobre el nivel de incertidumbre y el grado de inseguridad jurídica que surgen de la extremada fragilidad institucional en que se encuentra actualmente sumido el país, ante el grave estado de debilitamiento del poder político, pero obliga también a una mirada estratégica sobre la situación empresaria de los medios de comunicación social de la Argentina.
No se trata, por supuesto, de abrir juicio aquí sobre la causa judicial en trámite. Tampoco de opinar acerca de ciertas particularidades de tiempo y forma que rodearon la decisión adoptada por el juez Roberto Marquevich, ni sobre sus supuestas motivaciones, que han generado incluso un pedido de juicio político contra el magistrado. Menos aún de terciar en la discusión planteada entre diferentes interpretaciones conspirativas echadas a rodar en torno al hecho, que llegan al inverosímil extremo de asignarle el carácter de una supuesta represalia impulsada por un sector de la Iglesia Católica por el denominado "caso Grassi".
Existen instancias institucionales que, tarde o temprano, tendrán inevitablemente que expedirse en la dilucidación de todos estos temas..
Desde una perspectiva estratégica, lo que no puede ocultarse es que, más allá de las posibles ulterioridades procesales y de las presuntas intenciones de los distintos actores involucrados directa o indirectamente en este acontecimiento, es altamente probable que la detención de la señora de Noble constituya un hito que señale un "antes" y un "después" en la historia de los medios de comunicación social de la Argentina.
Porque las crisis no son como un rayo que cae en medio de una noche estrellada. Existen condiciones previas, algo así como un mal tiempo persistente, que posibilitan su estallido, nunca inexorable pero siempre inesperado. Como decía Winston Churchil, "la mayor parte de las catástrofes que pueden preverse, casi nunca ocurren ". En este caso específico, es absolutamente necesario, con independencia de cualquier juicio de tipo valorativo, y sin incurrir tampoco en el error de establecer mecánicamente relaciones causa-efecto que no se compadecen con la realidad de los hechos, analizar las derivaciones de la situación creada en torno a la directora del diario Clarín dentro de un escenario económico y empresario especialmente catastrófico.
Los datos están a la vista. Algunas de las principales empresas periodísticas de la Argentina están hoy en convocatoria de acreedores. Tales, por ejemplo, los casos del diario Crónica o de América TV. Otras, tal vez las más importantes, atraviesan dificultades financieras serias o han entrado ya en cesación de sus pagos externos. Esto ocurre con el grupo Clarín, asfixiado por la deuda de Multicanal, y aún con el diario La Nación, el matutino históricamente más prestigioso del país.
Esta preocupante situación de los grandes conglomerados periodísticos argentinos no es producto de errores de manejo empresario de sus directivos. Tiene un origen común, de naturaleza macroeconómica y de raíz eminentemente política. Es el impacto inmediato que tuvo la devaluación monetaria de enero pasado en aquellas empresas absolutamente concentradas en el mercado interno, como son por definición la gran mayoría de las empresas periodísticas, pero que estaban endeudadas en dólares en el exterior.
El resultado era enteramente previsible: con una facturación en pesos devaluados y una agobiante deuda en dólares, casi todas ellas están ahora potencialmente en venta, o al menos a tiro de una oferta de compra, que en las actuales condiciones económicas solo puede provenir desde el exterior. Ese fue el verdadero trasfondo de las más fuertes discusiones suscitadas en su momento sobre las modificaciones introducidas a la ley de quiebras, vetadas luego por el Fondo Monetario Internacional, y sobre el controvertido proyecto de ley de protección de los "bienes culturales", cuyo tratamiento parlamentario parece paralizado.
Cabe afirmar entonces que, con independencia de lo que en definitiva suceda judicialmente con la señora de Noble, a quien sin ninguna duda le asiste plenamente la garantía constitucional sobre la presunción de inocencia de los acusados (tantas veces violada en los últimos tiempos), el año 2003 será el escenario de una brutal reconversión del sistema de propiedad en los medios de comunicación social de la Argentina, un reacomodamiento que seguramente tendrá profundas implicancias económicas y políticas.
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Pascual Albanese , 19/12/2002 |
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