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PUTIN SE ACERCA A ESTADOS UNIDOS |
Un viraje de dimensiones históricas : ante el recrudecimiento del conflicto de Chechenia, Rusia empezó a modificar su posición sobre la lucha global antiterrorista.
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El gobierno de Vladimir Putin solicitó a la Casa Blanca la inclusión del terrorismo separatista checheno en su lista oficial de organizaciones vinculadas al terrorismo transnacional. Con esta iniciativa, Moscú va en camino de replantear su posición acerca de la coalición internacional antiterrorista que Estados Unidos intenta construir bajo su liderazgo. En términos inmediatos, el viraje puede modificar la postura de Rusia ante la probablemente inminente intervención militar norteamericana en Irak.
No se trata de un cambio de principios sino de "realpolitik". La actitud de Putin tiene que ver con una estrategia de seguridad nacional. Refleja la necesidad de las autoridades rusas de contar con el aval de la comunidad internacional, y particularmente de Estados Unidos, en la intensificación de su acción militar en Chechenia. Más aún cuando es harto conocida la presencia dentro de los grupos separatistas chechenos de cuadros pertenecientes a Al Qaeda, que en el pasado participaron bajo las órdenes de Bin Laden como voluntarios islámicos en la lucha contra la ocupación soviética de Afganistán. Esto hizo que en enero último Rusia no pusiera objeciones a la intervención estadounidense en territorio afgano.
No hay que extrañarse demasiado : en última instancia, la transformación de la lucha antiterrorista a nivel global en la prioridad absoluta de la política exterior estadounidense también estuvo originada en una cuestión de seguridad interior, ya que fue una consecuencia directa de los atentados perpetrados el 11 de septiembre en Nueva York y en Washington. El hecho de que el terrorismo transnacional atacara en territorio estadounidense fue lo que llevó a la lucha antiterrorista a un primer plano en el escenario mundial.
Para Washington, la cooperación de Rusia en esta contienda mundial tiene una importancia estratégica aún superior a la dispar colaboración brindada por sus históricos aliados de la OTAN, entre quienes contrasta la reticencia exhibida por Alemania y Francia con el claro alineamiento de Gran Bretaña, a la que se suman hoy la España de José María Aznar y la Italia de Silvio Berlusconi.
Más que en el plano estrictamente militar, en el que su indiscutida superioridad estratégica y tecnológica hace que los Estados Unidos se basten y sobren a sí mismos, casi sin necesidad de aliados, el valor estratégico de Rusia tiene una doble dimensión. La primera es estrictamente política : la otrora superpotencia rival en la guerra fría aúna hoy esfuerzos con el vencedor de aquella contienda en la lucha contra un enemigo común y en la búsqueda del objetivo, ahora también compartido, de avanzar hacia la creación de un nuevo sistema de seguridad global , de carácter cooperativo. No es una cuestión meramente simbólica : Rusia es uno de los dos países fuera de la OTAN que tienen poder de veto en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. El otro es la República Popular China, cuyo concurso es el siguiente blanco prioritario de la diplomacia norteamericana.
La segunda de esas dimensiones está relacionada con la cuestión de la información. El componente principal de la lucha emprendida por Estados Unidos para lograr el total desmantelamiento de las redes del terrorismo transnacional no es de carácter bélico. Esta contienda particular, la primera del siglo XXI, en la que uno de los dos contrincantes no es un Estado, se plantea ante todo en el campo de la inteligencia. Y en este terreno la tecnología y la memoria histórica de la antigua KGB constituyen un aporte nada desdeñable. Mucho más si se recuerda que el Irak de Saddam Hussein, que ha hecho de su cerrado hermetismo su principal fortaleza estratégica, es un antiguo "estado cliente" de la Unión Soviética.
Putin, fortalecido internamente luego del episodio de la toma de rehenes en Moscú, parece imitar la estrategia de Konrad Adenauer, quien después de la segunda guerra mundial consiguió la reinserción de Alemania en el sistema de poder internacional a través de una alianza estratégica con Estados Unidos, reflejada en la constitución de la OTAN, en la puja por la supremacía mundial entablada con la Unión Soviética.
No habrá que sorprenderse entonces si, con el concurso indispensable de Estados Unidos, en los próximos años Rusia vuelve a convertirse en un actor relevante en la política mundial. |
Jorge Castro , 05/11/2002 |
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