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Panorama político nacional de los últimos siete días. Las jornadas de Penélope |
En enero, apenas unos días después de que la disparada de Adolfo Rodríguez Saa de Chapadmalal a San Luis le allanara el ascenso a la presidencia, Eduardo Duhalde se propuso desmantelar la Corte Suprema de Justicia. |
Creía contar con el impulso iconoclasta que parecía haber contaminado a grandes sectores activos de las mayores ciudades argentinas y que los medios amplificaban.
En la madrugada del viernes último, los diputados que responden a Duhalde fueron disciplinados desde la Casa de Gobierno para impedir que el juicio a la Corte prosperara. Entre enero y octubre el gobierno debió enterrar muchas ilusiones. Y ésta también. En verdad, estos diez meses despliegan una historia de marchas y contramarchas, de pasos contradictorios, en la que sólo se mantienen incólumes los efectos de la medida emblemática de la era Duhalde: la destrucción de la convertibilidad, la devaluación y la pesificación asimétrica.
La reforma política, otro de los hitos con que el Presidente soñaba signar su período de transición, quedó frustrada por acción e inacción del propio gobierno. Las internas abiertas y simultáneas -un punto esencial de la reforma- fueron primero desvirtuadas por un decreto presidencial y quedaron como un trámite al que sólo el Partido Justicialista parecía dispuesto a apelar. Para desvelo de la Casa de Gobierno, las encuestas dictaminaron desde el principio que en la interna del peronismo se destacaba como vencedor más probable Carlos Menem. Así, el gobierno, como Penélope, comenzó a destejer la convocatoria a internas, imaginando distintas variantes que le permitieran eludir el trago amargo de la victoria de su principal adversario.
Finalmente, la Justicia Electoral produjo el fallo que, premonitoriamente, los hombres de Duhalde venían anticipando desde agosto. La esperada decisión judicial (suspensión del proceso oficial de internas abiertas y simultáneas determinado por la Ley de Reforma Política) llegó, sin embargo, demasiado tarde para los planes oficiales. Estaba prevista como una vìa inocente de bicicletear la votación del justicialismo y como tributo argumental a la seducción de Carlos Reutemann, que el oficialismo intentó infructuosamente durante varios meses. Pero cuando el fallo vio la luz ya el gobernador santafesino había dicho por enésima vez que no quiere ser candidato, se había irritado telefónicamente con Eduardo Duhalde y había excomulgado el llamado no quiere ser candidato del duhaldismo sumió a los estrategas y condotieros del oficialismo en la confusión y en la clásica división entre halcones y palomas. Los primeros, imaginando la forma de retener el poder tanto como sea posible antes de reconocer la derrota frente al adversario más aborrecido: apelar a renovados recursos judiciales que le permitan a Duhalde ocupar la Casa Rosada hasta diciembre (no hasta mayo) de 2003. Las palomas, dispuestas a admitir la realidad y a negociar una retirada ventajosa. En un gobierno hamletiano, no era imprevisible que la resultante de esas vacilaciones fueran pasos contradictorios y simultáneos en ambas direcciones.
Los arrullos de las palomas, transformados en rumores, alcanzaron las páginas de los diarios, que se precipitaron a anunciar “un acuerdo” entre Duhalde y Menem que quedaría simbolizado por la presencia de un bonaerense en el binomio encabezado por el riojano. El jueves, desde su provincia, Menem echó un balde de agua fría sobre esos embelecos y anunció que el jueves próximo, en el acto celebratorio del Día de la Lealtad (la máxima fiesta del peronismo) proclamará a su compañero de fórmula, a quien, en caso de llegar al gobierno, piensa entregarle la jefatura de gabinete, los proyectos de reforma del Estado y el rediseño de la relación entre Nación y provincias. El identikit del político llamado a cumplir sus funciones se aproxima más a la foto de un gobernador del Noroeste que a la de las figuras bonaerenses que se mencionaron en los úlltimos días.
Mientras las palomas duhaldistas buscan una solución negociada por arriba a la interna del PJ, el riojano insiste en llevar adelante una elección abierta a los independientes. Tiene en su respaldo la Carta Orgánica del PJ, que prevé ese procedimiento para la nominación de candidatos a Presidente y Vice. Menem impulsa una convocatoria propia del justicialismo a internas abiertas (habilitada, en rigor, por el fallo de la Justicia Electoral) que cumpla con el mismo cronograma que estaba en desarrollo. Es decir: votación el próximo 15 de diciembre y presentación de fórmulas el 26 de octubre. La semana que se abre será escenario de las pujas con el gobierno sobre este punto.
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Jorge Raventos , 15/10/2002 |
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